Poir Federico Mayol - Después del martes, cuando se
oficialice como candidato único a la jefatura del PRO, el ex presidente se
hará cargo otra vez, en los papeles, del partido que fundó hace más de dos
décadas. En su entorno aseguraron que, en realidad, su vuelta al PRO no
figuraba, al menos hasta el año pasado, entre sus principales objetivos.
Su agenda internacional, resaltaron, lo mantuvo bien ocupado, y no tiene
intenciones de resignarla: solo en el 2023, el ex presidente contabilizó unos cuatro
meses afuera del país por su rol en la fundación FIFA, los vínculos globales y
las charlas universitarias.
Puede que todo eso sea cierto. Pero a Macri le fascina el
poder, y la decisión de volver a conducir las riendas del PRO obedece no solo a
un intento urgente por revitalizar un partido al que incluso desde algunos
sectores internos empezaron a escribirle el certificado de defunción, si no en
la necesidad de influir en la gestión libertaria y de posicionarse como el
interlocutor principal de Javier Milei de cara a una eventual
confluencia electoral en los comicios del próximo año. Más allá de la actual
alianza parlamentaria entre el PRO y La Libertad Avanza, cada vez más aceitada.
“No podemos hacer otra cosa que acompañar”, fue el mensaje
que le bajó el ex jefe de Estado en los últimos meses a los innumerables
dirigentes que lo visitaron, primero en Villa La Angostura, en su exclusiva
casona del country Cumelén, en la que pasó unas largas vacaciones, y después en
Olivos, en las oficinas sobre la avenida Libertador, por la que desfilan
legisladores, intendentes, empresarios, gobernadores, periodistas y
colaboradores. Un ritual que Macri empezó a disfrutar con mayor fruición cuando
dejó la Presidencia, en 2019.
Está preocupado, y no se ocupa en ocultarlo. Su definición
sobre el funcionamiento del gobierno hace más de una semana en su paso por
Rosario, en una charla de la fundación Libertad en compañía de Federico
Sturzenegger -uno de los escribas del DNU que el Senado rechazó el pasado
jueves-, intentó ser un elogio cuando se refirió a un presidente “ajeno al
sistema político” que merece, según pidió, un acompañamiento “a la altura de
las circunstancias”, aunque segundos antes había deslizado: “Un
verdadero outsider, es él, su hermana y las redes sociales”.
Según Macri, por la concentración del sistema de toma de
decisiones en ese tridente del poder -las “redes sociales” remiten
inequívocamente, además del presidente y su hermana Karina, al tercer
integrante de la mesa chica del gobierno, el consultor Santiago Caputo- se
explica, en buena medida, la inacción -parálisis, en algunos casos- en
muchísimas áreas de la administración central. No hay una iniciativa, por
menor que sea, que no tenga que pasar por ese filtro.
Hace un mes, al ex mandatario le acercaron un documento con
información del Boletín Oficial con la cantidad de casilleros del gobierno que
aún restaban completar de manera oficial: hasta el momento en que recibió ese
papel, todavía eran miles. “Había nombrados solo un tercio de los
funcionarios”, explicaron. Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, trabaja,
además, como virtual jefe de Recursos Humanos. Por despachos oficiales, y de la
oposición, circuló, en ese contexto, la ejecución presupuestaria de los ministerios,
con cifras alarmantes en algunas áreas.
Abundan los ejemplos. Uno de los casos más resonantes es
la Secretaría de Minería, un cargo estratégico, sin nadie a cargo. Hace
dos semanas, en la feria más importante a nivel mundial (FDAC por sus siglas en
inglés), en Canadá, el Gobierno no envió representantes nacionales: pululaba
solo un cuadro técnico de menor jerarquía del Ministerio de Economía. Y para
peor: también las ex secretarias Flavia Royón y María Fernanda Ávila.
La ANSES es otro ejemplo que Macri mira
especialmente porque quiso que la Casa Rosada designara a un dirigente de
su riñón al frente del organismo antes de que se impusiera Mariano de los
Heros, promocionado por la ministra Sandra Pettovello. Las delegaciones
distritales en el interior del país, y en el Gran Buenos Aires, aún están en
manos de la oposición.
Hay otro tema, sin embargo, que entusiasma como pocas cosas
al ex jefe de Estado: la discusión en torno a las sociedades anónimas en
el fútbol, una idea, según los especialistas, de muy difícil aplicación en el
país, por la idiosincrasia local. Un plan que lo conecta con el pragmático
de Daniel Scioli, el secretario de Turismo y Deportes, fanatizado con el
modelo brasilero, que aceptó el desembarco de Julio Garro -fue
oficializado este viernes-, impulsado por el ex mandatario, en la subsecretaría
de Deportes. Macri fatiga los teléfonos de dirigentes del fútbol, de los más
diversos clubes. Detesta a la actual conducción de la AFA: trabaja para
desplazarla. Los dichos de Carlos Tévez de hace dos semanas, por los polémicos
arbitrajes en torno a Independiente, se encuadran dentro de ese plan.
El ex presidente habla con Milei muchísimo más de
lo que se publica. Es más: se encontraron más veces de las que trascendieron.
El último encuentro -al menos el que pudo confirmar este medio- fue hace
algunas semanas. Las conversaciones giran, en general, en torno a la
macroeconomía, el único issue que ocupa al Presidente,
obsesionado con el equilibrio fiscal, la acumulación de reservas y la
desaceleración de la inflación, una variable que inquieta por el IPC de este
mes. Macri también se vio en más de una oportunidad con Caputo, el estratega,
con el que habla y chatea seguido, e intercambió sobre asuntos vinculados a la
gestión.
Después de la última conversación con el jefe de
Estado, Macri se vio, a solas, con Karina Milei y Posse. En el macrismo
están convencidos de que el jefe de ministros repele cualquier tipo de acción
-y designación- impregnada de tufillo amarillo, a pesar de que, por ejemplo, el
responsable de su firma en la Jefatura de Gabinete, un cargo sensible, es un
técnico de extrema confianza de Guillermo Dietrich, uno de los ex
funcionarios del riñón macrista. Cerca de Posse desechan esa hipótesis. No trascendieron
detalles de esa cumbre, como casi todos los movimientos que rodean a la
secretaria General de la Presidencia, hiper celosa de la información. Fue uno
de los motivos que la llevó a prescindir de los servicios de Alejandro
Guglielmi, el flamante ex jefe de la Casa Militar que había llegado a ese
lugar, justamente, de la mano del ex mandatario.
El rol de la hermana presidencial es cada vez más decisivo:
si en la campaña se encargó de las finanzas, la logística y de la psiquis del
líder de La Libertad Avanza, su influencia desde que desembarcó en la Casa
Rosada es inabarcable. El sistema político se había desacostumbrado a un
secretario General tan determinante en la toma de decisiones.
El ex presidente lo supo desde el día uno, pero no fue el
único de su familia: también Jorge Macri. Hace poco más de una semana, el
jefe de Gobierno porteño visitó a la funcionaria en Olivos, confirmaron
a Infobae fuentes al tanto de la reunión. Hablaron durante 90
minutos, abundaron. Al final, se sumó el jefe de Estado. El ex intendente de
Vicente López pidió por ella, para empezar a tejer un nexo.
En la Ciudad, el corazón del proyecto macrista, también hay
una creciente preocupación por el rumbo de la gestión nacional. “Nadie
resuelve nada”, se quejó una fuente de la gestión porteña. El jefe de Gobierno
había intentado hablarlo con el Presidente en Roma, en un breve cruce a solas,
en la visita que compartieron a mediados de febrero por el Vaticano. Jorge
Macri tuvo mejor suerte que la comitiva de empresarios de primerísima línea que
viajó a la Santa Sede, invitados por el Gobierno, con la excusa de la
canonización de Mama Antula: ninguno accedió a una charla con el mandatario.
La posición de la administración porteña es por demás
incómoda en un contexto de dispersión, y desorientación del sistema político,
que se replica en el plano local. La Legislatura es un espejo del Congreso: el
PRO y sus aliados necesitan de LLA para la sanción de las leyes. Se descuenta,
por eso, un año con baja productividad legislativa: “Solo proyectos con
consenso”, aventuró una fuente de ese cuerpo.
La incertidumbre de las autoridades porteñas no radica solo
en el estilo de liderazgo de Milei, y en la suerte legislativa del DNU y la Ley
de Bases: se basa, en especial, en la deuda que Luis “Toto”
Caputo mantiene con la administración de Macri después de que la Corte
Suprema resolviera por la demanda presentada tras el recorte propinado
por Alberto Fernández en septiembre del 2020. “Hay compromiso de
resolver el tema y empezar a pagar”, dijeron este sábado desde la Ciudad. Está
prevista una reunión con Caputo para las próximas semanas, agregaron.
Mauricio Macri es consciente de que se encuentra frente a
una encerrona. Capitalizar un eventual éxito del gobierno libertario le
resultará de por sí un objetivo de dudosa concreción. Pero el hipotético
fracaso de Milei lo arrastrará junto a él más temprano que tarde.
Es una de las razones por la que procuró reavivar al PRO
-pretende darle una mirada federal, sincerarlo ideológicamente y promocionar a
dirigentes más jóvenes-, y desde ese sillón negociar en pos de
una confluencia electoral con La Libertad Avanza en el 2025 -es la
hoja de ruta que, por caso, se trazó para la provincia de Buenos
Aires Diego Santilli, cuyo apoyo irrestricto al gobierno cosechó en estas
últimas semanas el asombro del sistema político-, y para centralizar el
potencial desembarco de cuadros macristas, una situación que, según aseguraron
cerca del ex presidente, podría efectivizarse recién hacia mitad de
año. “No tenemos apuro”, explicaron. Dicen que hay que esperar a junio, y
al desenlace de los próximos meses. Es cierto que la inflación mostró una
tendencia a la baja, pero existen indicadores preocupantes en la actividad
económica, que se desplomó, por el programa ortodoxo ejecutado por Caputo. Con
indicios sociales que alarman: según fuentes de la Iglesia, la demanda en los
comedores se triplicó y en el conurbano hay una migración de los colegios
parroquiales a las escuelas públicas.
Es una maniobra que apunta, además, a neutralizar
a Patricia Bullrich, con la que por estas horas se negociaban lugares en
el PRO de cara al cierre de listas de este martes. La ministra de Seguridad
amagó con presentar una boleta propia, solo para fastidiar al ex mandatario. El
vínculo entre ella y Macri es nulo. La relación ya se había quebrado desde que,
según el ex mandatario, la ministra definió de manera unilateral sumarse al
gobierno libertario. La funcionaria dice que no fue así, y que, en todo caso,
fue la primera en apostar por Milei cuando salió tercera en las elecciones
generales de octubre pasado. Cerca de Macri resaltaron que, en términos
simbólicos, por algo el Pacto de Acassuso se selló en su casa de esa localidad.
Ya arrastraban rencillas de campaña por la estrategia política, y terminaron de
enemistarse cuando el ex jefe de Estado sintió que la ministra desafiaba su
autoridad. En la muestra Expoagro, la semana pasada, evitaron cruzarse.
A Bullrich, cualquiera de esos argumentos le resbalan. Ya
ató su suerte a la del gobierno. El futuro de Macri también está sujeto a la
performance del proyecto libertario. En ese contexto se enmarcan sus
movimientos. INFOBAE
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