Por Alejandro Vanoli - El FMI
está impulsando un ajuste cambiario. En paralelo, a nivel interno, hay una
confluencia en las expectativas de que más temprano que tarde, se hará una
modificación al esquema vigente de restricciones cambiarias.
¿Se levanta el cepo en
junio?: el pronóstico de un gigante de Wall Street
Los desquicios más
alarmantes de Milei
Más allá de la incertidumbre política que determina la
capacidad efectiva de hacer una política económica y que influye la conducta de
todos los agentes, la incertidumbre cambiaria del dólar es
hoy una de las inquietudes fundamentales en el plano estrictamente macroeconómico.
Si hay una certeza es que el “ancla cambiaria”, de la que también se enamoró la
actual gestión, va a flexibilizarse. Hoy el tipo de cambio está a valores
del 12 de diciembre de 2023 en 563, o sea un poco más cerca de
los 400 en que cerró la gestión anterior que de los 820 tras la devaluación de
diciembre. Si continúa esta dinámica en mayo se perdería toda la
“competitividad” lograda tras la devaluación.
Ciertamente el FMI está impulsando
un ajuste cambiario. A nivel interno hay una confluencia en las expectativas de
que, más temprano que tarde, se hará una modificación al esquema vigente,
mientras que el mercado -a través de los contratos de futuros de dólar- espera
una aceleración del “crawling peg” de 5%-6% hasta junio llegando a $ 1036 por
dólar.
Dólar: ¿puede volver el 1 a 1?
Ello implica una devaluación del 20%, que resulta en una
apreciación adicional del 12,3% del tipo de cambio real. El relevamiento de
expectativas de mercado (REM) proyecta un dólar a $1.112 en junio, una
devaluación del 30% con una menor apreciación real (solo 5,4%).
En la negociación con el FMI, será clave ver cuán
“adelantado” o “atrasado” está el tipo de cambio. El tipo de cambio actual está
6% por encima del de fines de diciembre de 2015. El dólar exportador actual a
$894 está en niveles parecidos al 1,4 de la salida de la convertibilidad.
Un dólar como el del
futuro a junio a $ 1036 está en linea con el actual dólar mep y el dólar
importación de bienes. Un tipo de cambio como el REM de $ 1112 está algo por
debajo que el dólar de $ 60 de fines de agosto de 2019.
Por supuesto que la comparación histórica no captura las
situaciones coyunturales y estructurales cambiantes. La pregunta del millón es
cual sería un “tipo de cambio de equilibrio” dada la dinámica de oferta y
demanda en el mercado de divisas y de la inflación futura, que esta
codeterminada con el tipo de cambio dado el grado de dolarización de la
economía argentina.
La experiencia histórica de nuestro país demuestra que se
necesita más de un tipo de cambio. No es lo mismo el dólar que necesitan las
economías regionales que el de importación de insumos críticos, lo cual puede
hacerse, como hace el “mundo” con tipo de cambio unificado y generando tipos de
cambio múltiples a través de la política fiscal.
Hay que recordar que aún sigue el grueso de las
restricciones cambiarias y que los pagos de importaciones siguen limitados por
el cronograma. Una apertura total del “cepo” en junio generaría una alta
demanda de divisas, aunque se generen Bopreals para utilidades pendientes de
remisión al exterior entre otros pagos pendientes de empresas transnacionales
que limiten la demanda de reservas.
Probablemente veamos una liberalización gradual del mercado
entre junio y diciembre, con un cronograma anunciado en el marco de un acuerdo
con el FMI que incremente las reservas. La magnitud de los
desembolsos con el FMI, otros Organismos Internacionales e ingresos por venta
de activos, determinará el tipo de cambio de equilibrio y la sustentabilidad
del tipo de cambio con un FMI que no aceptará
un mayor retraso del tipo de cambio.
En el corto plazo aún el anuncio de una regla monetaria
estricta y cambios estructurales monetarios y fiscales pro-mercado, además de
privatizaciones, pueden no ser suficientes para evitar presión cambiaria al
inicio de la liberalización, como ocurrió al inicio de la
convertibilidad en 1991, cuando el BCRA debió intervenir fuertemente para
defender la cotización de 10.000 australes.
Habrá que seguir de cerca el contexto internacional,
incluyendo el precio de los commodities, las tasas de interés internacionales y
la evolución del clima, por fuera de la evolución política.
Hablando de la convertibilidad, es interesante remarcar
que el presidente Milei cuantificó en $15 mil millones el monto
necesario para salir del cepo.
Un Presidente que quiere implementar una competencia de monedas y una dolarización a mediano
plazo y que valora los años 90.
Hagamos un ejercicio para proyectar el tipo de cambio futuro
si la economía argentina recibe esa inyección de divisas. Una convertibilidad
que incluya no solamente a la circulación monetaria y los depósitos de los
bancos en el BCRA como la de los 90, sino también pases, LELIQs y otros pasivos
podría, efectuarse con las reservas brutas actuales a $ 1.551. Con US$ 15 mil
millones adicionales se podría hacer una “convertibilidad plus” a $ 1013 por
dólar.
La cifra que anunció Milei y la política
de reducir como sea los pasivos monetarios en pesos del Banco Central (dejando
de lado el endeudamiento en BOPREAL y el espinoso tema de los “put”) pareciera
indicar el deseo de imponer alguna regla monetaria como la de la Convertibilidad
original.
Con un esfuercito adicional, la relación podría ser $1000 a
$ 1. Se bajan tres ceros a la moneda el 1 de enero de 2025 y volvemos al 1 a 1
lo que permitiría en el corto plazo una baja de la inflación y una recuperación
de la economía, luego del segundo trimestre de 2025, “timing” muy apropiado
para encarar con éxito las elecciones legislativas del próximo año.
Es verdad que en las reservas brutas actuales –como
estableció en 1991 la regla monetaria- se contabiliza el swap con
China. Tema a negociar. Además, el FMI difícilmente
apoye un tipo de cambio fijo, pero se podría establecer una convertibilidad
flotante, en función de una regla de emisión variable y/o ajustada por una
canasta de monedas que sea más flexible.
En el imaginario de Milei en lugar de
devaluar se podría retrotraer precios internos (algo así hizo Cavallo
con éxito parcial en 1991), y esto es consistente con la “pata” del
Estado que se metió y convocó a empresarios para “exhortarlos” a bajar precios
y sostener un eventual 1 a 1 al menos por un tiempo.
La dolarización soñada que enfrió Gita Gopinath en su reciente visita a Buenos Aires parece
más lejos. Hoy dolarizar el M3 podría hacerse a $ 2.182 por dólar y a $ 1.426
con las reservas brutas incrementadas.
En Argentina hay una excesiva ideologización de los
instrumentos, pero está claro que el ancla cambiaria o una flotación “sucia”
puede ser una variante del modelo austríaco, con toques “vintage” cordobeses y
riojanos, fuera de las pinceladas santacruceñas que está exhibiendo. El tema es
la sustentabilidad futura de un regla monetaria y fiscal rígida, tema que será
materia de un próximo artículo. ÁMBITO |