El Gobierno abrió este lunes un canje de deuda en pesos que se extenderá hasta el
martes, con el que busca despejar el grueso de los vencimientos de este
año. En conjunto, los títulos elegibles para la
operación suman unos $55 billones. Así, Luis Caputo lanzó
una apuesta que, según los analistas, apunta a allanar el terreno para el
desafío de levantar el cepo cambiario en algún momento de 2024.
En la City, consideran que las abultadas tenencias de bonos del Banco Central y el Fondo de Garantía de
Sustentabilidad (FGS) de la Anses aportan un piso de adhesión al canje de alrededor del 60%. Sin
embargo, aún hay dudas sobre la participación privada:
¿de qué depende?
En la convocatoria, el Ministerio de Economía aclaró que la
conversión está destinada a organismos públicos pero que está
abierta para los acreedores privados en las mismas condiciones. La medida había
comenzado a negociarse con los bancos a comienzos de año. Y, como contó
Ámbito, el Fondo Monetario Internacional había avalado la iniciativa en su última
revisión. De hecho, la había colocado como punto de referencia
estructural a cumplir antes de fines de marzo.
En concreto, los títulos elegibles para la
operación son 15. Ocho de ellos están indexados a la inflación (CER),
cuatro son duales (ajustan por inflación o dólar oficial, lo que pague más),
dos son dólar linked y uno está atado a la tasa Badlar (la de los plazos fijos
mayoristas). Según cálculos de la Consultora 1816, representan un valor técnico conjunto de $55,4 billones y un valor de mercado de
alrededor de $59,9 billones.
Canje de deuda: ¿cuáles son los nuevos títulos que ofrece
Economía?
A cambio, la Secretaría de Finanzas, que conduce Pablo Quirno, ofrece una canasta de cuatro
bonos indexados a la inflación con cupón cero: un nuevo Boncer a
diciembre de 2025 (por el 30% del total), otro a diciembre de 2026 (30%), otro
a diciembre de 2027 (25%) y se reabrirá el TZX28 a junio de 2028 (15%). Según
informó el Palacio de Hacienda, los nuevos títulos se entregarán a una tasa
efectiva anual (TEA) del -3,9%, -1,56%, 1,39% y 2,45%, respectivamente.
En base a esas tasas, un informe especial de 1816 al que
accedió Ámbito estimó que el precio de la canasta es de $105,5
por cada $100 de valor nominal de los títulos a entregar. “Dados los precios al
viernes, parece haber algo de premio por aceptar la operación, de entre 2%
y 5% promedio”, estimó la consultora dirigida por Adrián Rozanski,
Mariano Skladnik y Martín Defilippo. Por su parte, Portfolio
Personal Inversiones (PPI), en base al mismo parámetro, estimó que la oferta
representa un 3% de retorno potencial en su conjunto.
“En condiciones normales ese sería un premio enorme; en este
caso, dado que el canje modificaría significativamente la oferta total de
títulos largos, no es claro que la curva del viernes sea una buena referencia
para pensar la curva luego de la operación”, matizó 1816. Así, se abre el interrogante sobre el atractivo de la propuesta para los tenedores
privados.
Canje de deuda: ¿habrá buena participación privada?
Hay coincidencia en la City de que la operación augura
un piso de adhesión elevado debido a que los organismos públicos
ostentan dos tercios o más del stock de títulos elegibles. Los datos
oficiales mostraban que a noviembre del año pasado el 71,6% del total de
títulos soberanos cotizantes y pagaderos en pesos estaba en manos del propio
Estado. Solo entre el BCRA, el FGS y el Banco Nación explicaban
el 66%. Para 1816, esto supone un piso de aceptación del canje de entre el 60%
y el 65%. PPI, en base a cálculos similares, consideró que para ser exitoso la
participación total debería superar el 64%-70%.
Proyectar la participación del sector
privado resulta más complejo. Operadores y analistas consideran que
habrá un factor determinante: si el BCRA ofrece seguros de liquidez para
bancos para esta operación o si decide no hacerlo, algo que hasta
el cierre de esta nota aún no había hecho. Se trata de los llamados “puts” u opciones de recompra, una herramienta que utilizó
de forma creciente la entidad que preside Santiago Bausili para
fomentar que los bancos desarmen pasivos remunerados del Central y migren sus
tenencias a títulos del Tesoro. Aunque estos puts, cuyo stock superó los $14
billones, constituyen una “deuda latente” para el BCRA ya que, si los bancos
deciden ejecutar las opciones en masa, tendría que salir a responder con
emisión para recomprar los títulos.
Para PPI, en caso de no haber puts para los bonos
del canje “es probable que el resultado sea más discreto
ante posible descalce de plazos de los depósitos del sistema financiero”. En
1816 coincidieron en que serán determinantes para la adhesión o no de los
bancos, por un lado, porque “tienen valor en sí mismo” y de hecho las entidades
lo vienen usando para hacerse de liquidez cuando quieren rotar sus carteras; y,
por otro, porque los bonos que suscriben los bancos en licitaciones primarias
para el límite de financiamiento al sector público (75% de la RPC) cuando están
cubiertos por opciones de recompra.
También será clave dilucidar si el BCRA pondrá
“bids” (posturas de compra) en el mercado secundario para los cuatro títulos
que integran la canasta del canje. Como para 1816 tampoco está
claro si a los precios actuales de la curva CER vale la pena o no estirar
duration (el canje, según plantea, tiene “metido en precios” una salida del
cepo gradual en la segunda mitad del año sin cimbronazos para la curva de deuda
soberana en pesos), “la decisión del BCRA de ofrecer o no
puts y de poner o no bids de los nuevos bonos en el secundario son
determinantes para dar una respuesta definitiva”.
Canje, deuda y objetivo oficial
Lo cierto es que uno de los objetivos del Gobierno apunta a
la cuestión del cepo. “Uno de los riesgos más grandes
a la hora de normalizar el mercado cambiario era afectar la demanda por deuda
en pesos, y, por lo tanto, el refinanciamiento de las licitaciones del Tesoro.
De esta manera, si el equipo de Finanzas es exitoso en esta conversión, la
probabilidad de comenzar la normalización cambiaria aumenta”, señaló
PPI en un reporte. Aunque no es el único factor y el equipo económico mira con
particular atención la licuación y el desarme de pasivos remunerados del BCRA.
En el mercado, advierten sobre distintos factores (deuda comercial,
agrodólares, crawling peg, dólar blend) que presionan sobre la posibilidad de
acumulación de reservas.
Javier Milei se refirió al tema
esta mañana en una entrevista en La Nación : “Como la economía está muy
desmonetizada, hay condiciones para abrir el cepo, pero también hay riesgo de
que los pasivos se me corran al dólar y se dispare la híper. Prefiero ir sobre seguro
y apuntarla hacia mitad del año”, tras los primeros meses de cosecha gruesa.
Aunque coqueteó con la idea de que, si consiguiera endeudamiento externo (¿vía
FMI?), podría apurar el proceso: “Si me ponen u$s15.000 millones, abro el cepo
mañana y la economía despega”.
Amén de esto último, el Presidente pareció enviar una señal
sobre los próximos pasos con la designación al frente del nuevo Consejo de
Asesores Económicos de Demian Reidel, el
exfuncionario del BCRA de Federico Sturzenegger que
se presentaba hasta hace poco en redes sociales como “desarmador de cepos”.
La otra cara del canje es el eventual impacto en el
frente fiscal. El economista Amilcar Collante señaló que “si canje
es exitoso, la carga de intereses del Tesoro baja fuertemente” este año. Es
decir que bastaría con un superávit primario algo menor para llegar al déficit
financiero cero. Aunque, de todas maneras, como se sabe, el ajuste se muerde la
cola vía desplome de la recaudación y no le será fácil arribar a esa meta, aun
con la motosierra y la licuadora a todo motor. ÁMBITO |