Por Francisco Olivera - Los 13 insumos de la construcción
cuya producción mide el Indec tuvieron caídas en enero. El promedio de la
actividad mostró un desplome generalizado que carece de precedentes en al menos
los últimos 12 meses y que, encabezado por el asfalto, casi duplica el de
diciembre: -21,7% en relación con enero de 2023. A la industria manufacturera
también le fue mal: bajaron 14 de los 16 sectores que releva el organismo, lo
que representa una disminución anual de 12,4% en enero, la octava consecutiva
desde mayo.
Hace siete días, en la reunión semanal de la Unión
Industrial Argentina, casi no se habló de otra cosa que de la parálisis en las
plantas. Ayer, la entidad fabril publicó su encuesta mensual y expone el estado
de ánimo. Por primera vez desde enero de 2022, más de la mitad de los
consultados (53%) dice tener retrasos en al menos uno de los pagos: salarios,
proveedores, compromisos financieros, servicios públicos o impuestos.
Los 13 insumos de la construcción que mide el Indec tuvieron
caídas en enero. El promedio de todos da un desplome generalizado que carece de
precedentes en al menos los últimos 12 meses y que, encabezado por el asfalto,
casi duplica el de diciembre: -21,7% en relación con enero de 2023. A la
industria manufacturera también le fue mal: bajaron 14 de los 16 sectores que
releva el organismo, lo que representa una disminución anual de 12,4% en enero,
la octava consecutiva desde mayo.
Es la magnitud de la recesión en que ha entrado la
Argentina, algo que a los industriales les preocupa incluso más que el
comportamiento de los precios, y que en la mayor parte de los casos se explica
en el ajuste del Gobierno y en un proceso que empezó en la última parte del
gobierno de Alberto Fernández: muchas de las empresas venían acumulando stock
para sacarse los pesos de encima y ahora, ante la caída en el consumo,
directamente dejan de producir.
En la construcción influye principalmente la paralización de
la obra pública. “El que tiene stock lo convierte ahora en plata, lo vende como
puede porque nadie compra”, explica Javier Madanes Quintanilla, dueño de Aluar,
fabricante de aluminio que produjo en enero un 50% menos que durante el mismo
mes del año pasado. Fate, su otra compañía, tuvo una baja de 35 por ciento.
La crisis ocupa gran parte de las conversaciones del mundo
de la producción, que conviven a su vez con el optimismo que se detecta en el
ámbito de las finanzas: la brecha cae, el Banco Central recupera reservas y
baja el riesgo país. Hace una semana, en la reunión semanal de la Unión
Industrial Argentina, casi no se habló de otra cosa que de la parálisis en las
plantas. Ayer, la entidad fabril publicó su encuesta mensual y expone el estado
de ánimo. Por primera vez desde enero de 2022, por ejemplo, más de la mitad de
los consultados (53%) dicen tener retrasos en al menos uno de los pagos:
salarios, proveedores, compromisos financieros, servicios públicos o impuestos.
Y hay un 7% que no pudo hacer frente a ninguno de ellos; es el doble que la
media habitual.
Las proyecciones tampoco mejoran para febrero, sino todo lo
contrario: el índice de expectativas industriales que hace la UADE, un trabajo
que suele anticipar el comportamiento de la actividad, porque expresa muchas
veces las decisiones de los gerentes de compras, dio ese mes 38,2, bastante por
debajo del 42,8 que había registrado en enero. “Si está por debajo de 50
anticipa una caída; si lo supera, viene una expansión”, explica Fausto
Spotorno, coordinador del Instituto de Economía de la universidad.
Por orden de incidencia en el nivel general, los 14 sectores
fabriles que bajaron son “alimentos y bebidas” (6,4%), “sustancias y productos
químicos” (12,1%), “maquinaria y equipo” (33,5%), “industrias metálicas
básicas” (19,3%), “otros equipos, aparatos e instrumentos” (32,5%), “productos
minerales no metálicos” (15,6%), “muebles y colchones, y otras industrias
manufactureras” (24,6%), “productos de metal” (15,2%), “madera, papel, edición
e impresión” (7,9%), “productos de caucho y plástico” (12,1%), “prendas de
vestir, cuero y calzado” (13,9%), “vehículos automotores, carrocerías,
remolques y autopartes” (12,4%), “productos textiles” (9,5%) y “refinación del
petróleo, coque y combustible nuclear” (1,3%). Solo subieron “productos de
tabaco” (14,1%), probablemente por la exportación y la producción informal, y
“otro equipo de transporte” (7,8%).
Dante Sica, economista de la consultora Abeceb, que trabaja
desde hace años con el sector industrial, anticipa para la Argentina un primer
semestre complicado y dice que habrá una recuperación desde entonces, pero solo
para los sectores más dinámicos y de mayor inversión: energía, minería, agro.
“Esperamos una recesión corta y profunda”, define, y agrega que a los rubros de
electrónica, línea blanca, prendas de vestir o calzado les va llevar más tiempo
porque el consumo y los salarios van a seguir cayendo.
Lo anticipa un informe de Abeceb que proyecta menos ingresos
disponibles para compras: los gastos para transporte, combustibles, servicios
públicos y alquiler, que se llevaban 40% del salario en 2023, subieron ahora al
60%. “Hay muchas actividades sobreestoqueadas –agrega Sica–. Las empresas
compraban mercadería para sacarse los pesos de encima y ahora tienen menos
demanda. Es lo que le pasó a Acindar: paró las plantas porque el tipo del
corralón tiene acero hasta en los ojos”.
Partedelcomportamientoqueexplica el exministro de la
Producción se da también en la construcción. Pero ahí lo más relevante fue el
ajuste que viene aplicando el Gobierno: la fabricación de asfalto, el insumo
por excelencia de la obra pública, descendió 62%, más que ningún otro, y la
encuesta que hace el Indec entre empresarios tampoco promete mejores
perspectivas. Entre las contratistas del Estado, el 76% piensa que la obra
pública va a disminuir entre febrero y abril de este año.
En los otros insumos también hubo caídas: yeso (40,6%),
hierro redondo y aceros para la construcción (38,6%), hormigón elaborado
(28,6%), cemento portland (19,9%), mosaicos graníticos y calcáreos (18,5%),
ladrillos huecos (18,1%), cales (12,6%), pisos y revestimientos cerámicos
(10,7%), pinturas para construcción (10,4%), grifería, tubos de acero sin
costura y vidrio para construcción (9,1%), placas de yeso (7,3%) y artículos
sanitarios de cerámica (3,7%).
Spotorno cree que lo que viene será duro porque los
consumidores tampoco están dispuestos a gastar. “La gente sobreconsumió: como
el año pasado era caro comprar dólares, ahorraron menos y destinaron recursos a
otros consumos, como restaurantes”, dice, y anticipa que la recuperación no
vendrá por un incentivo en la demanda, sino, en todo caso, por una
normalización macroeconómica.
Esa es, en realidad, una coincidencia de todo el
establishment económico, y acaso el único dato alentador de la encuesta de la
UIA. Mientras en 2022 la mayor parte de los consultados veía mejor que hoy a su
empresa, algo menos al sector y muy mal al país, ahora la ecuación parece
haberse invertido: una de cada dos espera que tanto la situación propia como la
del sector y del país mejoren en el transcurso de un año.ß |