Por Julián Guarino - El Palacio de Hacienda es
la caja de resonancia de una serie de hechos políticos, cuyas terminaciones
nerviosas se encuentran ancladas en el valor del dólar.
Al margen de la rebelión de los gobernadores que este martes materializará un nuevo capítulo,
quizás conviene reinstalar un árido legado que dejó la visita de Gita Gopinath, la número dos del FMI.
El organismo fue claro. Sembró una estela de acotaciones
sustanciosas con empresarios, sindicalistas y funcionarios en el intercambio,
donde hubo más preguntas del FMI que
revelaciones: el tipo de cambio es una variable clave para
normalizar las cuentas y acumular reservas, no tocar.
He ahí una de las razones por las que no recomienda dolarizar. El peso argentino es una herramienta que permite
sumar reservas rápidamente vía encarecimiento del dólar
(devaluación).
Al margen, el diagnóstico que dejó el organismo plantó la
advertencia: el tipo de cambio real se encuentra ya por
debajo del recomendado por Georgieva & Co.
Con una devaluación administrada que pedalea a una velocidad
del 2% mensual (crawling), la inflación se
desplaza al 15% llevando a una apreciación rápida. Este diagnóstico cabe,
incluso, a los tipos de cambio efectivos superiores al oficial como sin el
importador (suma impuesto PAIS de 17,5%) y exportador (80% al oficial-20 CCL).
En la traducción, podría pensarse que, hacia adelante, frenaría el ritmo de compra de divisas del Banco Central (BCRA),
que logró acumular más de u$s8.000 millones desde la devaluación
de diciembre.
El mercado del dólar futuro parece
avalar esta hipótesis. Los contratos marcan una aceleración de la devaluación en los próximos meses, aunque marginal. El
otro dato que debe sopesar el lector, es que en el BCRA ven la tasa de interés como “guía” natural para hacer
confluir ambos recorridos.
En los hechos, implica que el “techo” de la devaluación podría ser la propia tasa, digamos, un 8%
mensual, de máxima.
Más presión para el dólar, atención
Dos ideas para sumar. La primera, el superávit comercial podría no ser tan contundente
hacia adelante como se pensó en algún momento. No sólo las proyecciones de la cosecha parecen ubicarse por debajo de lo
previamente establecido (cosechas de soja y maíz por abajo y un
recorte fuerte en precio con respecto al año previo), sino que el freno a las
importaciones comenzará a liberarse del todo en abril. Esto podría traer una
presión adicional sobre el tipo de cambio oficial.
Dólar: el Gobierno, más cerca de acelerar la devaluación que
de levantar el cepo
Por Julián GuarinoEl Palacio de Hacienda es
la caja de resonancia de una serie de hechos políticos, cuyas terminaciones
nerviosas se encuentran ancladas en el valor del dólar.
Al margen de la rebelión de los gobernadores que este martes materializará un nuevo capítulo,
quizás conviene reinstalar un árido legado que dejó la visita de Gita Gopinath, la número dos del FMI.
El organismo fue claro. Sembró una estela de acotaciones
sustanciosas con empresarios, sindicalistas y funcionarios en el intercambio,
donde hubo más preguntas del FMI que
revelaciones: el tipo de cambio es una variable clave para
normalizar las cuentas y acumular reservas, no tocar.
He ahí una de las razones por las que no recomienda dolarizar. El peso argentino es una herramienta que permite
sumar reservas rápidamente vía encarecimiento del dólar
(devaluación).
Al margen, el diagnóstico que dejó el organismo plantó la
advertencia: el tipo de cambio real se encuentra ya por
debajo del recomendado por Georgieva & Co.
Con una devaluación administrada que pedalea a una velocidad
del 2% mensual (crawling), la inflación se
desplaza al 15% llevando a una apreciación rápida. Este diagnóstico cabe,
incluso, a los tipos de cambio efectivos superiores al oficial como sin el
importador (suma impuesto PAIS de 17,5%) y exportador (80% al oficial-20 CCL).
En la traducción, podría pensarse que, hacia adelante, frenaría el ritmo de compra de divisas del Banco Central (BCRA),
que logró acumular más de u$s8.000 millones desde la devaluación
de diciembre.
El mercado del dólar futuro parece
avalar esta hipótesis. Los contratos marcan una aceleración de la devaluación en los próximos meses, aunque marginal. El
otro dato que debe sopesar el lector, es que en el BCRA ven la tasa de interés como “guía” natural para hacer
confluir ambos recorridos.
En los hechos, implica que el “techo” de la devaluación podría ser la propia tasa, digamos, un 8%
mensual, de máxima.
Más presión para el dólar, atención
Dos ideas para sumar. La primera, el superávit comercial podría no ser tan contundente
hacia adelante como se pensó en algún momento. No sólo las proyecciones de la cosecha parecen ubicarse por debajo de lo
previamente establecido (cosechas de soja y maíz por abajo y un
recorte fuerte en precio con respecto al año previo), sino que el freno a las
importaciones comenzará a liberarse del todo en abril. Esto podría traer una
presión adicional sobre el tipo de cambio oficial.
La segunda idea, también en el mismo sentido: el Gobierno necesita por lo menos unos u$s13.000 millones
adicionales para cancelar deuda entre el FMI, servicios varios de emisiones, y el repago de algunos
préstamos de organismos. ¿De dónde saldrán? El levantamiento del cepo antes de tiempo podría complicar aún más este
escenario, razón por la cual vendrá, primero, una aceleración de la
devaluación. ÁMBITO
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