Sábado 24
- Por Pablo Fernández Blanc - Un
equipo de trabajo del Banco Central y de Casa de Moneda trabaja contra reloj
con ejecutivos chinos, brasileños y españoles para saldar deudas pendientes y
poder importar billetes de $1000 y $2000. El objetivo es asegurar la llegada de
papeles en marzo para que los bancos y los cajeros automáticos estén bien
abastecidos en un mes de habitual alta demanda y en un contexto de altísima
inflación.
Es probable que Javier Milei haya estado diciendo mucho más
de lo que él mismo creía cuando le gritó a la sociedad que no había plata. La
verdad de esa afirmación, una de las banderas que agita el gobierno libertario,
llega a niveles insospechados.
Un equipo de trabajo conformado por el Banco Central
(Santiago Bausili) y Casa de Moneda (Daniel Méndez) trabaja contra reloj para
ponerse de acuerdo con ejecutivos chinos, brasileños y españoles sobre las
alternativas de pago que tiene la Argentina con vistas a garantizar el
suministro de billetes.
El objetivo es asegurar la llegada de papeles en marzo para
que estén bien abastecidos los bancos y haya efectivo suficiente en los cajeros
en un contexto de alta inflación.
Las negociaciones en curso involucran la llegada, a más
tardar el mes próximo, de 250 millones de billetes de España de $1000, otros 90
millones de la misma denominación provenientes de la imprenta brasileña y 90
millones de China. En este último caso, se trata de papeles de $2000.
Todo se origina en un entuerto de la gestión anterior. Por
el aumento de los precios y la negativa del tándem Cristina Kirchner/alberto
Fernández de convalidar la creación de billetes de mucha mayor denominación a
los actuales, la imprenta del Estado, Casa de Moneda, no da abasto para
suministrar el efectivo que necesitan el país.
Es por eso que la Argentina le compra billetes a China,
Brasil y España. Pero la gestión de Sergio Massa al frente del Ministerio de
Economía, caracterizada por la profundización del cepo cambiario debido a la
escasez de dólares, dejó de pagar por la plata que se traía de afuera, algo que
puso de mal humor a los proveedores.
El trabajo de la nueva gestión consiste en recuperar la
credibilidad perdida en una situación en que el ministro de Economía, Luis
Caputo, cerró el candado y tiró la llave de la caja disponible para postergar
la mayor cantidad de pagos posibles en su objetivo de mostrar una reducción del
déficit público.
El apremio numismático, sin embargo, tiene sus beneficios.
Hasta la víspera de la Nochebuena, la Argentina debía pagarles US$11,18
millones a la Casa de Moneda de Brasil, más de 12 millones de euros a la
Fábrica Nacional de Moneda y
Timbre de España y casi US$7 millones a China Banknote
Printing and Minting Corporation para normalizar de forma precaria la provisión
de billetes e insumos.
La deuda se normalizó parcialmente y los billetes empezaron
a aparecer. Fuentes al tanto de la logística relacionada con el dinero aseguran
que en enero llegaron a Casa de Moneda diversos cargamentos que forman parte de
un lote de 400 millones de billetes de $2000 que estaban listos desde hacía
tiempo, pero demorados por la falta de pago de la Argentina.
Aviones con billetes
La plata llegó en aviones. Según el lugar del que parta, su
traslado al país puede salir hasta dos millones de dólares. En ocasiones de
normalidad, es dinero que vendría por barco, pero la crisis permanente del país
con respecto a los billetes no permite ese ahorro.
Los especialistas en la producción industrial de billetes
aseguran que es un sinsentido el hecho de que la Argentina importe –se paga en
dólares o euros, que faltan aquí– algo que tiene capacidad de producir.
Hay otra cuestión adicional a la suba de precios –hace que
se necesite más plata para pagar lo mismo– que colabora con los desmanejos.
Sucede que la planta de Casa de Moneda en Retiro está casi parada. Otra vez,
esto se debe a las dificultades del país para pagarles a quienes le venden un
bien o le prestan un servicio.
El año pasado, la gestión kirchnerista avanzó en la
renovación de líneas de producción. Se le compraron equipos a KBA, una empresa
fabricante de máquinas de impresión, pero se le deben unos US$40 millones. De
manera que la compañía es reticente a terminar el trabajo.
La única planta que produce en este momento es la de Don
Torcuato; es decir, la ex-ciccone. Allí también hubo problemas. Cuando llegó la
nueva gestión, no había tinta suficiente para imprimir por falta de pago al
proveedor.
Un informe reservado que circula por despachos políticos y
llegará en las próximas horas a Casa Rosada muestra la delicada situación de la
imprenta del Estado. Hasta el 30 de octubre pasado, Casa de Moneda tenía deudas
por $38.884 millones y no contaba con los recursos para saldarlas.
Hay que hacer una aclaración importante: esa cuenta fue
hecha por una auditoría que tomó en consideración un dólar a $350, pero se
trata de pasivos que en su gran mayoría están dolarizados. De manera que hoy,
en pesos, el saldo es mucho mayor. Un número grueso indica que se trata, en
dólares, de un rojo de 110 millones de dólares.
La imprenta del Estado le debía a medio mundo. Sus
acreedores suman más de 30 empresas en el exterior y una proporción similar en
el país. Hay un dato curioso: entre los aspirantes a cobrar está Unitec Blue,
la fábrica de chips de Eduardo Eurnekian, exempleador del presidente Javier
Milei durante su paso por el sector privado, por una prestación para los
pasaportes.
El Gobierno espera obtener algo de oxígeno hacia la mitad
del año. Para eso, tiene previsto lanzar un billete de $20.000 con la figura de
Juan Bautista Alberdi. Es un retorno habitual en las crisis: el prócer estuvo
en el peso argentino, a principios de los 80 y pasó por los Lecop en la era de
las cuasimonedas.
El Estado espera ahorrar dinero con el nuevo dinero. Un
detalle puede jugar un rol importante: los proveedores habituales de los hilos
de seguridad de los billetes son Crane (está en el billete de $1000 del
hornero, en el de $2000 de Ramón Carrillo y Cecilia Grierson y aparecerá en el
de $10.000 de Belgrano y Remedios de Escalada que saldrá próximamente) y
Louishental (los $1000 de San Martín y el papel de $500). Pero tienen una
competencia agresiva de De La Rue. Se ofrece hasta a mitad de precio, un argumento
tentador para un gobierno que no tiene plata.
Es probable que el billete de Alberdi se fabrique afuera.
Habrá que juntar los dólares para pagar los pesos que se producen en otros
países. LA NACIÓN
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