Por Antonio D’Eramo - Nadie como Perón habló tanto de
traición y lealtad en la Argentina y, no es casual, que el partido
de Javier Milei, La Libertad Avanza, acusara a los gobernadores por
el fracaso en el tratamiento en la Cámara de Diputados de la Ley ómnibus,
advirtiendo, "La traición se paga cara".
Si no fuera porque las consecuencias de ahogo financiero
para alcanzar el anunciado déficit cero y el prometido superávit fiscal a los
burócratas del Fondo Monetario Internacional (FMI) las terminarán pagando los
ciudadanos que habitan en las provincias donde gobiernan esos supuestos
traidores, todo indica que aquellos funcionarios nacionales nombrados por Milei
por acuerdos con sectores provinciales, como el schiaretismo de Córdoba,
que logró posicionar dirigentes en la ANSES; en Transporte; en
el Banco Nación; o Flavia Royon, la secretaria de Minería o, mejor dicho,
la delegada del litio de los gobernadores de Salta, Gustavo Sáenz, y de Jujuy,
Carlos Sadir, están a tiro de ser despedidos por "la alta traición que nos
propinaron varios gobernadores para hacer caer la ley en Diputados que
para nosotros significa la transformación de la Argentina", según expresó
un asesor político del Presidente al que le ardía la oreja de tanto hablar por
celular en la tarde del martes.
Bronca e incertidumbre
en el oficialismo por la Ley ómnibus
En diálogo con iProfesional, el ministro del
Interior, Guillermo Francos, uno de los funcionarios que más cree en la
conversación y los acuerdos políticos dentro de la administración de Javier
Milei, confesó a este cronista, de manera apesadumbrada: "Yo me siento
decepcionado con que la política no ve, no se hace eco de lo que votó el
pueblo argentino.
"El pueblo argentino votó un cambio y la política no lo
convalida. Entonces, digamos, esta es un poco la disputa, me parece. Creo que
cuando el presidente Milei cuestiona a la dirigencia política, lo hace por
esto, porque no son capaces de enfrentar la realidad compleja que tiene la
Argentina y la enorme maraña de regulaciones que nos traban y nos impiden
avanzar. El Presidente lo va a hacer con los elementos que tiene y llegará
hasta donde pueda llegar constitucionalmente".
No tiene ni idea de qué va a hacer Javier Milei en las
próximas horas, desde el exterior donde se encuentra en visita oficial a
Israel, ni mucho menos cuando regrese. Pero aquellos que lo acompañaron
históricamente en su corta y meteórica carrera política, saben que "es un
hombre de acción, al que le encanta usar la lapicera al revés de su antecesor,
y no dudará en hacer cambios profundos en la estrategia política y, hasta en su
equipo".
Los cambios de nombres en su Gabinete están a la orden del
día en momentos de gran crisis política como la actual, a la que se suma un
contexto inflacionario que lima, día tras día, desde que asumió, la buena
imagen que aún conserva Javier Milei.
En torno a su estrategia, es de esperar que la comparta
con un reducido círculo de colaboradores, teniendo en cuenta las denuncias de
deslealtades que acaba de realizar.
Una de ellas podría ser la de convocar a un plebiscito o un
referéndum. No significan ni grafican una misma cuestión.
El referéndum o referendo es un sistema propio de las
democracias que da a los votantes la decisión de seleccionar una entre varias
opciones de manejo de un asunto específico.
Mientras que el plebiscito se utiliza para materias muy
graves.
Si bien funciona de la misma manera que el referéndum,
cambia de nombre cuando se trata de asuntos políticos de extrema importancia.
El plebiscito es utilizado para someter a consideración del pueblo acciones o
decisiones tan importantes para la sociedad, como su independencia o forma de
gobierno, antes de su ejecución.
Ahora bien, la Constitución Nacional establece en su
artículo N° 40 que el presidente de la Nación sólo puede convocar a una
consulta popular no vinculante, sin que el voto sea obligatorio. Sólo el
Congreso puede convocar a una consulta popular para convertir un proyecto en
ley.
La nueva grieta que
generó el traspié por la Ley ómnibus
Sea como fuere, "un cambio de estrategia y hasta
una posible purga es lo que se puede esperar de un Javier Milei
auténtico que buscará preservar la corriente de afecto que despertó en el
pueblo que lo llevó hasta la Casa Rosada", vaticinó uno de los dirigentes
con los que recorrió casi todas las provincias en la reciente campaña
electoral.
En ese contexto, ha nacido una nueva grieta. La de
Milei o la casta.
Entendiendo por casta todo aquel que haya decidido no votar,
el más mínimo inciso de la ley de Bases con las que se pretendía privatizar,
corregir el sistema previsional, subir retenciones y realizar cambios
impositivos, lanzar un blanqueo de capitales, y, hasta, reformar códigos como
el civil y el penal.
El nuevo relato que se inaugura con la mención implícita de
traidores a varios gobernantes provinciales como, Martín Llaryora de Córdoba,
Carlos Sadir de Jujuy, Hugo Passalacqua de Misiones, Gustavo Sáenz de Salta y,
hasta, el radical Maximiliano Pullaro de Santa Fe, indica que, sin prejuicio de
que fueron votados masivamente en sus provincias, se los catalogue como lo
más rancio de la casta política decidida a privilegiar sus intereses por
sobre el bienestar del resto de la población.
Y, frente al poder que tienen de influencia en la decisión
de los legisladores que tienen mandato en el Congreso, en especial, en la
Cámara de Senadores, no se descarta que Milei gobierne, de ahora en adelante, a
golpe de decreto.
Una manera de gobernar sin red, donde se juega todo su resto
político a la fe que se tiene para terminar con una crisis económica que se
arrastra desde hace años y que lo posicionaría ante la población como un
salvador en contraposición a "una casta que sólo supo generar medidas que
empobrecieron a todos los argentinos".
"Milei acelera en las curvas a poco de largar el Gran
Premio. Esto que ocurrió en la noche del martes 6 de febrero sólo lo viví
cuando sucedió la crisis política con el campo en julio del año 2008",
explicó un dirigente del Instituto Patria que reporta a Cristina Fernández.
A siete meses de asumir el poder, Cristina escuchó a su
marido Néstor Kirchner decirle, "...largá todo y ándate"; hasta su
vicepresidente, Julio Cobos, le había votado en contra, lo que para muchos
peronistas fue una traición de alta escuela.
Javier Milei es un presidente leído. Casi un intelectual
para los tiempos líquidos que corren en la sociedad. Suele citar a los autores
liberales tradicionales y a los de la escuela económica austríaca. Y, lee la
Tora y la Biblia que comparten el Antiguo Testamento.
Para la redacción de la amenaza, "la traición se paga
cara", Milei y sus seguidores parecen haber leído a Francesco Petrarca
que, en el siglo XIV, escribió, "Todo el mal que puede desplegarse en el
mundo se esconde en un nido de traidores". IPROFESIONAL |