Por primera vez en los casi 50 días que Javier Milei lleva
en el gobierno, el Banco Central logró bajar su deuda remunerada en pesos, lo
que en el sector financiero llaman “bola de Leliq y pases”, y que supone una de
las peores herencias de la administración anterior.
Esta bomba inflacionaria, que obliga a emitir pesos todos
los meses –y que llegó a crecer 14 veces su valor durante la gestión de Alberto
Fernández–, bajó la semana pasada de $29,875 billones a $27,305 billones, un
8,6%, en lo que constituye la primera reducción nominal para el nuevo gobierno,
que ya había empezado a bajarla en términos reales si se tiene en cuenta la
inflación.
La caída, que podría ser vista como un primer paso para lo
que se propone Milei –“terminar con los pasivos remunerados”–, fue posible
gracias a que el Gobierno ofrece en simultáneo a los ahorristas instrumentos en
dólares y a mayor plazo. La contracara de la solución es, por lo tanto, un
crecimiento de la deuda en dólares.
Debieron pasar unos 50 días para que el Banco Central (BCRA)
pudiera mostrar el primer descenso nominal significativo en el stock de deuda
remunerada en pesos.
Ese enorme y pesado pasivo, testimonio fiel de los excesos
en materia de emisión monetaria en que cayó la administración Fernández, se
redujo de $29,875 billones a $27,305 billones (en $2,57 billones u 8,6%) entre
el 31 de enero y el 1º de febrero gracias a que el Gobierno logró absorber
pesos a través de la emisión del Bopreal, un bono creado para cancelar deuda
con importadores: hace diez días, 690 empresas se adjudicaron $2,45 millones en
Bopreal.
¿Una muestra? En paralelo, ese día, sus pasivos en dólares
(compuestos hasta entonces básicamente por las Lediv, también heredadas)
saltaron de US$3738 millones a US$6088 millones ( US$2350 millones o 62,8%).
Se va cumpliendo, de este modo, una de las premisas de
Javier Milei al asumir como presidente: terminar con el problema de los pasivos
remunerados.
En general, el Presidente se refería a la llamada “bomba” de
Leliq y pases, los instrumentos con que el Banco Central regula la cantidad de
pesos que circulan en la economía, aunque hasta ahora más bien cambió unos
pasivos remunerados en pesos por otros en dólares en cantidad aún difícil de
precisar, dado que la serie 1 del Bopreal puede ser liquidada en pesos en el
caso de que algunas de las empresas que lo compraron decidan usarlo para pagar
impuestos.
El trabajo de la licuadora
Desde ese punto de vista, el mayor trabajo lo hizo la
“licuadora” que puso en marcha el equipo económico del Banco Central, con
devaluación del tipo de cambio oficial, baja en la tasa de interés y
aceleración de precios que se combinaron con la decisión de eliminar las Leliq,
que derivaron en una caída de los pasivos en términos reales, más allá de su
expansión nominal. Al 7 de diciembre, todos los pasivos (pases, Leliq) del
Banco Central sumaban $23,4 billones y hoy se ubican en $32,2 billones.
“Lo que empezamos a ver es que el Bopreal funciona como
instrumento de absorción monetaria. Si bien eso supone cambiar un pasivo en
pesos por otro en dólares, puede ser menos de lo imaginado si usan el Bopreal
como medio de pago y es además a pagar en largo plazo, lo que sirve para la
estrategia oficial de acelerar en esta etapa la destrucción de pesos”, explica
el economista de IDEA y socio de la consultora Invecq Santiago Bulat.
En todo caso, la luz amarilla a futuro es que, aunque
desarma sus pasivos en pesos, el Banco Central asume una deuda en moneda
extranjera, y al momento del vencimiento deberá contar con las reservas para
poder pagarlas.
“Siempre planteamos que los pasivos no eran un problema y
era algo manejable si reducís el déficit, porque así dejás de emitir y se
termina la necesidad de esterilizar pesos. Y eso terminó pasando. No fueron
algo explosivo, y si se mira la evolución en diciembre y enero, cayeron
fuertemente [en términos reales]”, sintetiza el economista Alejandro Giacoia,
de la consultora Econviews.
Según sus estimaciones, a precios de hoy, los pasivos del
Banco Central en septiembre de 2023 (eran centralmente Leliq) habrían superado
los $40 billones.
Detrás de esta caída aparecen varios factores. Pocos días
después de asumir, el Gobierno decidió terminar con las Leliq (fueron
eliminándose paulatinamente en cada vencimiento) y utilizar únicamente los
pases (instrumentos a un día) como herramienta de esterilización. En ese
camino, también decidió recortar del 126% al 100% anual la tasa de interés de
referencia, que pierde frente a la inflación y se ubica bien negativa en
términos reales.
“La expectativa era que la tasa sería negativa, pero no que
fuera tan negativa. Ese movimiento también ayudó a que el stock del pasivo se
licue en términos reales, y eso hace que hoy no parezcan un gran problema”,
añade Giacoia. En ese camino, las Leliq cayeron desde $4,9 billones el 7 de
diciembre (en rigor, ya venían cayendo) hasta su desaparición (aún queda un
monto marginal), mientras que los pases crecieron de $16,5 billones a $28,3
billones, en parte por la migración de un instrumento a otro.
La reducción de los pasivos del Banco Central obedece a
diferentes cuestiones. Según Gabriel Caamaño, economista de Consultora Ledesma,
hubo una estrategia del Gobierno para generar incentivos en ese sentido. “La
liquidez está fluyendo del Banco Central al Tesoro. Salió de Leliq a pases, y
ahora sale de pases y empieza a ir a instrumentos de deuda”, dice el analista,
en referencia a las licitaciones de bonos en pesos a cargo de Finanzas, que
buscan generar un ingreso para financiar gasto y, a su vez, reducir el balance
del Banco Central.
“Con esos pesos, el Tesoro usa una parte para comprarle
títulos que el Banco Central tiene en su poder, con lo cual los pasivos
remunerados están en parte migrando y en parte se están licuando, porque hoy
pagan una tasa de interés muy por debajo de la inflación. Es una mezcla de
licuación y migración”, insiste Caamaño.
De todas maneras, el analista advierte por un deterioro en
el balance del ente monetario: “Lo que se desarman en el pasivo son pases, que
pagan tasa de interés real negativa, y se cancelan en el activo títulos
públicos indexados, que tienen tasa nula o positiva, entonces el resultado está
empeorando. Claramente el plan no es mejorar el resultado cuasifiscal, sino
licuar el balance del Banco Central”.
A su vez, el economista advierte por otra de las
consecuencias negativas de la baja de tasas de interés, que impacta en peores
datos de inflación. “En medio del proceso de desarme de pasivos remunerados en
el Banco Central, esa baja de tasas está provocando una generación endógena de
dinero. Esos pesos que antes estaban en pasivos, que eran plazos fijos, se
desarman, y se vuelven transaccionales, circulan más rápido. Y eso hace que la
inflación se sostenga en niveles elevados por más tiempo de lo que hubiera sido
si no bajaba la tasa”, dice Caamaño.
Otro factor que sumó a la caída de los pasivos en pesos del
BCRA fue la emisión del Bopreal, el bono para importadores con deudas impagas,
con un padrón creado ad hoc que documentó un total de US$42.600 millones. En
ese esquema, la entidad monetaria entregó este instrumento a los suscriptores,
que para recibirlo entregaron pesos y desarmaron, en consecuencia, plazos fijos
u otras inversiones que, finalmente terminaban en pases del Banco Central.
“Es algo que ayudó a esterilizar, y cuanto mejor le vaya al
Bopreal, el Banco Central va a poder absorber más pesos con el instrumento”,
explica Giacoia. La semana pasada, el BCRA completó la colocación de la Serie 1
y llegó a los US$5000 millones estipulados. A cambio, había absorbido más de $4
billones.
Al mismo tiempo, existen factores que generan emisión por
parte del ente monetario. El principal se vincula con la dinámica de compra de
reservas. Solo en enero, el BCRA sumó US$3273 millones, que tienen como
contracara una emisión de pesos que luego son retirados a través de sus
pasivos, pero le generan un activo (los dólares) como respaldo. LA NACION |