Pablo Moyano dio la nota en la movilización de la CGT con su
amenaza contra el ministro Luis Caputo (Foto Télam)
Por Ricardo Carpena - Fue el paro general de
la CGT más rápido desde el regreso de la democracia, en 1983. ¿Fue
también el que diluyó más rápidamente el eventual rédito político
para sus promotores? La máxima dirigencia cegetista siente que dio una fuerte
señal de advertencia a Javier Milei con la masiva
movilización del miércoles pasado ante el Congreso, aunque esa protesta, pese a
la contundencia que mostró en la calle, no provocó cambio alguno en
la relación (o no relación) del Gobierno con el sindicalismo.
Sin embargo, entre los sindicalistas hay un contenido clima
de euforia. Creen que el ambiente político adverso al oficialismo que
lograron con su concentración callejera fue determinante para que la
Casa Rosada decidiera dar marcha atrás con el paquete fiscal con el
fin de aprobar la ley ómnibus en el Congreso. Es más: en el grupo de WhatsApp
de la cúpula de la CGT hay quienes se jactan de haberlo echado a Guillermo
Ferraro del Ministerio de Infraestructura por el éxito de la medida de
fuerza.
Ese aire triunfalista tiene componentes erróneos. El acierto
o no de un paro general hay que medirlo en función de lo que se
consigue a partir de esa acción, que siempre es el último recurso cuando
se agotó la negociación. El despido de Ferraro y el retroceso de Milei para
facilitar la sanción de la ley ómnibus responden a otros motivos. En
todo caso, el telón de fondo que los emparenta con el paro de la CGT es
la dificultad del Presidente para aceptar el diálogo con otros sectores
y buscar consensos, pero el sindicalismo se equivoca si cree que Milei cedió
debido a la protesta del miércoles.
El paro de la CGT tuvo menos acatamiento que la movilización
ante el Congreso
Como quedó en evidencia, la Casa Rosada flexibilizó su
postura para que se pueda aprobar la ley ómnibus y no hay indicios hasta
ahora de que cambie la reforma laboral contenida en el DNU 70, que quedó
frenada por la Justicia. Sin embargo, Marcelo Aquino, abogado laboralista que
asesora a empresas, precisó qué artículos quedaron vigentes o no a
partir del laberinto jurídico en el que quedó el DNU y dio una clave sobre por
qué a Milei no le interesa hoy buscar una tregua con la CGT: las medidas que
más le interesaban de la reforma laboral quedaron a salvo de la
impugnación judicial.
“La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo había dictado
una medida de no innovar respecto a la aplicación de todas las disposiciones
del Título IV (reforma laboral) hasta tanto se dicte sentencia -dijo Aquino-.
Pero la Justicia en primera instancia dictó sentencia la semana pasada
rechazando en su mayoría la pretensión de la CGT, por lo que sólo fueron
declarados inválidos (hasta tanto el Congreso expresamente los
valide) los artículos que afectan de modo directo los
intereses de los sindicatos:
-El artículo 73, que exige la conformidad expresa de cada
trabajador para que se le retenga la cuota solidaria establecida por el
convenio colectivo de trabajo;
-El artículo 79, que permite negociar colectivamente
regímenes de jornadas de trabajo compensando horas, etc.;
-El artículo 86, que pretende hacer caer la vigencia de las
cláusulas obligacionales en los convenios colectivos (no tienen
ultraactividad),
--Los artículos 87 y 88, que reglamentan la forma de hacer
asambleas por parte de los sindicatos y califica de abuso de derecho aquellas
acciones contrarias al debido ejercicio de la huelga;
-El artículo 97, que regula los servicios esenciales.
“Vamos a seguir la lucha hasta que tengamos el éxito y que
esto caiga”, dijo Héctor Daer en el acto de la CGT (Foto Adrián Escandar)
-Por el contrario, según interpretó el abogado a partir del
fallo, los restantes artículos de la reforma laboral
son válidos mientras el Congreso no rechace el DNU, es decir, se
encuentran vigentes:
-Derogación de multas por registro irregular (Ley Nacional
de Empleo 25.323);
--Eliminación de multas por falta de entrega de los
certificados de trabajo;
Período de prueba de 8 meses;
-Indemnización por antigüedad tomando en cuenta para
remuneraciones variables el promedio y no computando el Sueldo Anual
Complementario como base, como tampoco premios otorgados semestral o
anualmente;
-Indemnización especial por despido discriminatorio;
-Actualización de créditos laborales: IPC y 3% de interés
anual;
-Reversibilidad para cada una de las partes en el Régimen de
Teletrabajo.
Es decir, por ahora quedaron en pie las dos propuestas que
el Presidente consideraba los pilares de la reforma laboral: la
derogación de las multas por registro irregular y los cambios en las
indemnizaciones (como la habilitación de un sistema como el Fondo de Cese
Laboral de la UOCRA).
La CGT debatirá la estrategia que seguirá luego del paro con
movilización que realizó la semana pasada (Foto Télam/DPA)
También es cierto que la CGT se anota como un triunfo los
cambios en la ley ómnibus porque implican la eliminación del Impuesto a
las Ganancias, uno de sus clásicos reclamos que llevó adelante Sergio
Massa y que, si se aprobaba, hubiera implicado que 800 mil trabajadores
volvieran a pagarlo.
Al decidir un paro de medio día con movilización, la CGT
priorizó lograr una postal callejera multitudinaria antes que una
paralización total de actividades. En ese sentido, cumplió su objetivo, aunque
quedó envuelta en un océano de interrogantes para lo que viene. Como
central obrera, podría haber concentrado su rechazo en la reforma laboral y en
algunos capítulos de la ley ómnibus que afectan a los trabajadores, pero en el
acto ante el Congreso eligió el camino de la oposición total a Milei,
en una decisión extrema que la dejará atada a la estrategia de los
sectores más duros del PJ, como el kirchnerismo; la izquierda y los movimientos
piqueteros intransigentes. ¿Cómo aceptará ahora una eventual negociación con el
Presidente sin sentirse presionada por los sectores radicalizados?
Los discursos de los cotitulares de la CGT ante el Congreso,
en ese sentido, fueron reveladores. Héctor Daer (Sanidad) mezcló la
defensa de los derechos de los trabajadores con una insólita crítica al
proyecto oficial para transformar los clubes del fútbol en sociedades
anónimas. Y exigió “equilibrio para poder gobernar” al Presidente cuando
su colega Pablo Moyano (Camioneros), que habló antes que él, perdió
todo equilibrio al amenazar con tirar al Riachuelo al ministro Luis
Caputo.
El acto de la CGT, desde el reflejo en los anteojos de Hugo
Moyano (Foto Adrián Escandar)
El hijo mayor de Hugo Moyano ya fue bautizado por algunos
pares maliciosos como “El metabólico” por
su furcio: explicó que su amenaza a Caputo fue “una frase
metabólica” (por metafórica). Y en el sector dialoguista de la CGT hubo
muchas quejas ante su inquietante bravuconada: creen que fue una
provocación innecesaria que puede romper los puentes del posible
diálogo con el Gobierno y que dejó al sindicalismo, de mala imagen en la
sociedad, nuevamente asociado con la intolerancia.
¿El dirigente camionero amenazó a Caputo de
manera espontánea o con el objetivo de dinamitar cualquier
posible negociación de la CGT con Milei? Es la duda que tienen
algunos sindicalistas. Después de todo, el dirigente camionero estaba alineado
hasta hace poco con Máximo Kirchner.
Tras el paro con movilización, la cúpula cegetista deberá
definir la estrategia que desplegará ante el Gobierno, pero
está condicionada por una fuerte división interna. Los
dialoguistas quieren dar señales de abrir una instancia de diálogo,
aprovechando que Milei ya dio marcha atrás con la ley ómnibus, pero los duros,
aliados al kirchnerismo, a las dos CTA y a los piqueteros combativos, prefieren
profundizar el plan de lucha: ya se habla de un paro general de 24 horas
para marzo.
El Gobierno, por ahora, juega a explotar el
desprestigio del sindicalismo en la mayor parte de la sociedad, mientras
minimiza la protesta de la CGT y da pistas de represalias en un área
sensible para los gremios como las obras sociales: por eso fuentes oficiales
vincularon el despido del titular de la Superintendencia de Servicios de
Salud, Enrique Rodríguez Chiantore, con el paro general.
En realidad, Rodríguez Chiantore es un experto en
temas de salud con más de 30 años de experiencia que responde políticamente
a Patricia Bullrich, por lo que su caída no perjudica a la CGT. Sí,
en cambio, parece tener el sentido de advertencia su reemplazo
por Gabriel Oriolo, ex directivo de OSDE: los gremialistas temen
que haya un avance de las prepagas en el organismo que administra los
fondos de las obras sociales y que, además, tendrá un papel clave en
la desregulación y la incorporación de la medicina prepaga al sistema sindical
de salud que fija el DNU 70.
Una señal similar había dado el Gobierno en el manejo de las
relaciones laborales: designó a Omar Yasín como secretario de
Trabajo, pero le prohibió seguir los contactos iniciados con los gremialistas
cuando la CGT declaró el paro y le quitó margen de acción en forma proporcional
a la influencia en el área de Federico Sturzenegger, un influyente
ministro sin cartera que endureció la reforma laboral y a quien le atribuyen
ser el ideólogo de la postura irreductible de Milei ante el poder
sindical.
Curiosamente, lo único que por el momento
quedó exceptuado de la dureza ante el sindicalismo es la actitud
oficial en las paritarias: cada gremio está negociando con los
empresarios sus aumentos hasta en forma mensual y sin topes para
tratar de compensar los ingresos ante la inflación, algo inédito porque hasta
Cristina Kirchner ponía un techo a las tratativas salariales.
Imposible que la CGT lo reconozca, sobre todo desde que se metió en esa espiral
de enfrentamiento que, a diferencia de Milei, no muestra indicios de
marcha atrás. Por algo Daer también hizo su propia amenaza el
miércoles pasado ante el Congreso: “Vamos a seguir la lucha hasta que
tengamos el éxito y que esto caiga”. INFOBAE |