Por Laura Serra y
Gustavo Ybarra - El megadecreto anunciado anteayer por el presidente Javier
Milei empieza a chocar con fuertes resistencias en el Congreso, donde podría
ser rechazado, pero cosecha también un enfático respaldo de sectores
empresarios que destacan el rumbo acertado de un ambicioso paquete que apunta a
una fuerte desregulación de la actividad económica. En ese sentido se
pronunciaron ayer las principales compañías del país, agrupadas en la AEA, la
UIA y la CAC.
La mayoría de las
bancadas del Congreso, salvo el macrismo, se resisten a avalarlo y amenazan con
generarle una derrota legislativa al nuevo gobierno. El cuestionamiento hacia
el decreto no es tanto por su contenido, sino por las formas. De hecho, los bloques
opositores que se muestran más colaborativos con el oficialismo creen que la
mayoría de los artículos “son razonables y necesarios”. El problema, a su
juicio, es que el Ejecutivo pretende imponer, a través de un DNU, un nuevo
paradigma económico con la derogación y modificación de más de 300 normas.
El megadecreto de
necesidad y urgencia (DNU) de desregulación de la economía que dictó el
presidente Javier Milei generó tal cimbronazo en el Congreso que todas las
fuerzas opositoras, salvo un sector del Frente Pro, se resisten a avalarlo,
pudiendo convertirse en la primera gran derrota legislativa del gobierno
libertario. Sería un escenario inédito e histórico, ya que hasta el momento
ningún DNU fue declarado inválido por ambas cámaras, única forma que tiene el
Poder Legislativo de impugnar este tipo de decisiones.
El cuestionamiento
hacia el decreto no es tanto por su contenido, sino por las formas. De hecho,
los bloques opositores que se muestran más colaborativos con el Gobierno creen
que la mayoría de los artículos que contiene el decreto son razonables y necesarios.
El problema, a su juicio, es que el Poder Ejecutivo pretende imponer, a tiro de
DNU, un nuevo paradigma económico con la derogación y modificación de más de
300 normas, todo esto sin abrirle el juego al Congreso. Las voces, al unísono,
advirtieron que el Presidente, con esta medida, avasalla facultades propias del
Poder Legislativo. Puestos en esta encrucijada, los bloques de la UCR, Cambio
Federal y distintos bloques provinciales –que se habían comprometido en
garantizar la gobernabilidad de la nueva gestión– exploran alternativas para
evitar el rechazo liso y llano del decreto, que es la postura que agita el
kirchnerismo. Proponen, en concreto, que el Poder Ejecutivo replique el
contenido total o parcial del DNU en distintos proyectos de ley para que se
debatan en el Congreso. Esgrimen como antecedente el megadecreto que en febrero
de 2018 dictó el expresidente Mauricio Macri que, curiosamente, también
apuntaba a “desburocratizar” el Estado: esas medidas introducían unas 140
modificaciones en leyes o decretos y derogaban otras 19. Ante la resistencia
que encontró en el Congreso, que al igual que ahora se sintió avasallado en sus
facultades, el gobierno de Cambiemos tradujo aquel decreto en tres proyectos de
ley. Estas iniciativas terminaron por aprobarse en junio de ese año.
El gran
interrogante es si Javier Milei está dispuesto a negociar y ceder. Los primeros
tanteos ya comenzaron. Por la tarde, los diputados Miguel Pichetto, Emilio
Monzó, Nicolás Massot y Margarita Stolbizer se reunieron con el presidente de
la Cámara de Diputados, Martín Menem. El mensaje fue claro: ellos están
dispuestos a colaborar con el Gobierno y garantizar la gobernabilidad, pero
esta actitud –la de ningunear al Congreso con DNU– no ayuda. La mejor salida es
avanzar por las vías legislativas habituales, recomendaron, y citaron el
antecedente de 2018.
“La judicialización
de las medidas quedaría mucho más acotada y habrá mayor seguridad jurídica;
esto último un decreto no lo garantiza”, insistieron. En el radicalismo,
mientras tanto, el debate está en plena ebullición. La mesa nacional del
radicalismo, que conduce el senador Martín Lousteau, expresó críticas al
decreto. “Ninguna crisis se resuelve avasallando la institucionalidad
democrática”, planteó la cúpula de la UCR. “Frente a la presentación del
mega-DNU, que, con 366 artículos, deroga y modifica un sinnúmero de leyes y
decretos, la Unión Cívica Radical insta al Presidente a convocar a sesiones
extraordinarias con el fin de poder analizar en detalle las distintas
propuestas en el ámbito que corresponde, el Parlamento”, expresó el partido en
un comunicado.
Esta fuerza, con 34
diputados y 13 senadores, será clave a la hora de definir la suerte del decreto
de Milei. Sin embargo, las posiciones sobre cómo encarar esta cuestión están
divididas. Los gobernadores radicales Alfredo Cornejo (Mendoza) y Gustavo Valdés
(Corrientes), quienes hasta ahora guardaron silencio público, son proclives a
proponer una instancia de negociación con el Gobierno. Lousteau y Gerardo
Morales son más intransigentes.
También Horacio
Rodríguez Larreta, exjefe de gobierno porteño y referente de un sector de
legisladores de Pro en ambas cámaras, cuestionó la decisión del Gobierno de
imponer estas reformas por decreto, justamente por su endeblez jurídica. En la
misma sintonía se expresó el jefe de bloque de la Coalición Cívica, Juan López,
quien advirtió que esta metodología de legislar por decreto podría terminar
siendo contraproducente para los fines que se propone el presidente Milei.
El sector que hizo
punta con el rechazo absoluto al decreto fue el kirchnerismo. El jefe de los
senadores del Frente de Todos, José Mayans (Formosa), sumó más presión y
reclamó la constitución de la comisión bicameral que controla la
constitucionalidad de los decreto s de necesidad y urgencia. En el mismo
sentido se expresó su par de la Cámara de Diputados, Germán Martínez. Entre las
fuerzas provinciales, los rionegrinos que responden al gobernador Alberto
Weretilneck anticiparon su rechazo. “En principio estamos en contra, sobre todo
porque no hay urgencia ni necesidad”, dijo el gobernador, en diálogo con LA
NACION. También en el bloque de senadores peronistas díscolos de Unidad Federal
hay rechazo.
La suma del
kirchnerismo con otros sectores de la oposición, como los bloques que
integraron Juntos por el Cambio, alcanza ría para reunir la mayoría necesaria
para rechazar el DNU en ambas cámaras. Hasta ahora, solo el Senado ha rechazado
un decreto de necesidad y urgencia dictado durante el gobierno de Mauricio
Macri. Lo hizo en 2020, durante la presidencia de Alberto Fernández y por
impulso de Cristina Kirchner, vicepresidenta y titular de la Cámara alta en ese
momento.
El mecanismo para
tratar los decretos de necesidad y urgencia el Congreso, que por vía separada
también pueden ser objetados y rechazados por el Poder Judicial, establece que
el Poder Ejecutivo debe remitirlos en un plazo de diez días a la Comisión Bicameral
de Trámite Legislativo, que está integrada por 16 miembros (ocho diputados e
igual cantidad de senadores) y es la que tiene la facultad de realizar el
control de constitucionalidad de la medida. Este cuerpo tiene, a su vez, otros
diez días para expedirse. De no hacerlo en ese plazo, el DNU queda habilitado
para su tratamiento en ambas cámaras sin necesidad de un dictamen que lo
habilite. Para declararlo inválido se requiere su repudio tanto en Diputados
como en el Senado.
“Es una herramienta
muy difícil de acompañar, no tanto por el fondo, sino por las formas. Durante
el gobierno de Mauricio Macri se dictó un decreto similar para
‘desburocratizar’ el Estado, pero luego el gobierno lo replicó en tres
proyectos de ley que se discutieron luego en el Congreso”, sostuvo el diputado
Nicolás Massot, postulado por el bloque Cambio Federal para integrar la
Comisión Bicameral de Trámite Legislativo.
En un tono similar
se expresó su compañero de bancada Miguel Pichetto. “Las cuestiones de formas y
fondo del DNU podrían ser cuestionadas fuertemente ante la Justicia”,
sentenció.
El bloque de
diputados de la UCR, que encabeza el cordobés Rodrigo De Loredo, se reunirá
mañana para discutir sobre el asunto. Con 34 legisladores, esta bancada será
clave en el derrotero parlamentario que tendrá el megadecreto. A priori, sus
legisladores no cuestionan el fondo de la cuestión, esto es, el contenido del
decreto, sino más bien la forma: el avasallamiento del Congreso por medio de un
decreto presidencial. En el mismo sentido se expresó la bancada Cambia Federal.
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