Por Román Lejtman -
Cuando es mediodía en Buenos Aires y tarde en París, Javier Milei y Emmanuel
Macron chatean en confianza para compartir opiniones sobre economía, el tablero
internacional y el fútbol. La comunicación entre ambos mandatarios fluye y la
visita relámpago de Diana Mondino a Paris tiene como finalidad fortalecer
ese vínculo personal y geopolítico entre Milei y Macron que inició después
de la derrota de Sergio Massa en el balotaje.
La canciller llegó
cuando ya oscurecía en Paris y se trasladó a un hotel importante cerca del Sena
para iniciar un programa de treinta y seis horas, que incluye un cónclave
con su colega Catherine Colonna, sucesivas reuniones con empresarios locales
que invierten en la Argentina y encuentros diplomáticos para avanzar en el
proceso de incorporación a la OCDE.
En el mapa europeo
que Milei despliega para su agenda global, Francia puede ser
clave ante los desafíos que debe enfrentar con el Fondo Monetario
Internacional (FMI), la posible reformar del acuerdo entre el Mercosur y la
Unión Europea y Junto a Alemania, Francia integra el tándem que mueve la
economía europea, y todavía el presidente argentino no avanzó en profundizar
los vínculos con el canciller de Alemania, Olaf Scholz. En Berlín existe otra
lógica diplomática, Scholz prefiere las relaciones vis a vis y sólo
usa lo necesario su sistema encriptado de chat.
Macron, en
cambio, aplica una regla de juego distinta: recibió como una amigo
personal a Mauricio Macri cuando ocupaba Balcarce 50, hizo lo mismo con Alberto
Fernández como jefe de Estado y ahora ratifica su modus operandi con Milei.
Milei entendió
rápido el Código Macron para las relaciones exteriores y tiene trato casi
cotidiano con el Presidente de Francia. En este contexto, el presidente
instruyó a Mondino para que ejecute un viaje corto a Paris con el objetivo de
poner en marcha un proyecto ambicioso y estructural: establecer una
relación estratégica entre la Casa Rosada y el Palacio Eliseo.
Mondino tiene
escasa experiencia diplomática, y en París se apoyará en Ian Sielecki, que
será representante en Francia cuando su pliego como embajador político sea
aprobado en la Cámara Alta. Sielecki tiene llegada a Macron y su staff -de
hecho le entregó una camiseta de Boca Juniors autografiada por Milei- y conoce
todas las tertulias adonde se analiza la agenda internacional y se comentan
todos los chismes del Palacio Eliseo.
Sielecki tendrá una
faena compleja: en París hay desconfianza sobre el programa de gobierno de
Milei, y ese temor se profundizó cuando el presidente argentino apareció junto
a Jair Bolsonaro y Viktor Orbán en su ceremonia de asunción. Bolsonaro y Orbán
reniegan del Cambio Climático -una bandera irrenunciable de Francia- y jamás
cuestionaron la guerra ilegal que Rusia libra contra Ucrania.
Milei diseñó una
estrategia diplomática que ubica a Macron en un casillero clave de su
estrategia internacional, como en su momento lo hicieron Macri y Alberto
Fernández. El presidente de Francia sonríe en las escalinatas del Palacio
Eliseo y luego se muestra inflexible en las negociaciones para
mejorar el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea.
Si no hay cambio de
agenda, Mondino se encontrará con la canciller Catherine Colonna para
profundizar la relaciones bilaterales y hallar puntos de contacto entre la
posición de la Argentina y de Francia sobre las reformas que se están planteando
al acuerdo Mercosur-UE.
Macron, como
siempre, es inflexible en capítulos del tratado que puedan afectar su base
electoral, y la canciller Colonna no se moverá un centímetro del guión
oficial. Mondino viajó con expectativas de encontrar un atajo que
permita firmar una side letter del acuerdo Mercosur-UE antes
que inicie febrero de 2024.
Se trata de una
posibilidad remota: Francia, Irlanda y Polonia no quieren competir con los
productos agropecuarios que producen Argentina y sus socios del foro
regional. INFOBAE |