Por Carolina Paparatto - El ministro de Economía,
Luis Caputo, anunció el martes pasado un paquete de medidas en el marco
de la primera parte del plan de estabilización, que
incluyó una fuerte devaluación. Caputo anticipó un dólar oficial a $800, efectuando
una suba del 118% respecto al cierre del Gobierno previo. A pesar de
su magnitud, el salto cambiario estuvo acorde a las expectativas de los
inversores reflejadas en las últimas semanas en los mercados de futuros. En ese
marco, el tipo de cambio real multilateral (TCRM), índice
que compara el peso argentino con una canasta de monedas de los principales
socios comerciales del país, alcanzó su nivel más alto desde 2002, cuando el
país salía de la convertibilidad.
Hacia adelante,
analistas consultados por Ámbito señalan que la medida tendrá un impacto positivo en el ingreso de
dólares, aunque advierten por el traslado a precios de la misma
que profundizará la escalada inflacionaria (como ya se vio
en estos días) y puede diluir el efecto devaluatorio en
el índice de competitividad en el mediano plazo.
Tras el salto, el
tipo de cambio real multilateral tocó los 176,6 puntos, máximos
desde septiembre de 2002. Es decir, en términos reales, el dólar oficial está
en el pico más alto desde la salida de la convertibilidad 21 años atrás. Así,
el indicador subió 95,4 puntos desde los 81,2 puntos que estaba el día
previo a la devaluación.
En el último año,
el dólar oficial acumuló un atraso del 16% respecto a la
inflación y, en toda la gestión de Alberto Fernández, el atraso
acumulado fue del 69%. Así, a lo largo de 2023, ante la fuerte
aceleración inflacionaria, el TCRM fluctuó por debajo de los 100 puntos en gran
parte del año. Luego de la devaluación posterior a las PASO, el índice subió a
los 116 puntos, sin embargo, el fuerte traslado a precios de la devaluación
erosionó el efecto tan solo un mes y medio después. El índice cayó
progresivamente hasta cerrar en 81,2 puntos,
mínimos desde 2015, el día previo al anuncio de las medidas por
parte de Caputo.
Andrés Reschini, analista en F2 Soluciones Financieras,
destacó: “La suba del TCRM favorece el
ingreso por exportaciones y desincentiva las importaciones por lo que va a
contribuir fuertemente a mejorar la balanza comercial y por lo tanto la
acumulación de reservas. Pero tendremos en los próximos meses una aceleración inflacionaria que puede socavar parte de
esta competitividad cambiaria por lo que será importante que este salto en el
nivel general de precios se contenga todo lo posible a través del ancla
fiscal”.
El último salto
cambiario del 22% de mediados de agosto, el día
siguiente a las PASO, tuvo un fuerte traslado a
precios que agudizó la inflación, llevándola al terreno de los dos
dígitos en los últimos meses, y diluyó el efecto devaluatorio en
el índice de competitividad al poco tiempo. En esta ocasión, con un crawling peg del 2% mensual anunciado por el Banco Central para los meses venideros contra un IPC estimado
por privados cercano a al menos el 20%, el efecto
podría diluirse nuevamente en el corto plazo.
“Probablemente, el
tipo de cambio se aprecie ya que con una inflación del 20% piso
mensual para los próximos 3/4 meses, está devaluación
quede atrás, a menos que haya otra en el próximo tiempo. El traslado a precios
va a quitar una parte de la competitividad recuperada pero no toda porque los
salarios en dólares seguirán abajo en términos de comercio
internacional, favoreciendo relativamente la posición exportadora”,
consideró el economista Federico Glustein. AMBITO
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