Por Román Lejtman -
En su primera semana en Balcarce 50, Javier Milei logró el apoyo de la
Casa Blanca para negociar las nuevas metas del programa
acordado por Argentina con el board del Fondo Monetario Internacional (FMI),
que en los últimos ocho años escuchó con fingido estoicismo las promesas de
estricto cumplimiento que juraron Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Jake Sullivan,
consejero de Seguridad Nacional de Joseph Biden, recibió a Milei en el Ala
Oeste de la Casa Blanca, adonde explicitó el respaldo de la administración
demócrata. “El éxito de ustedes, es nuestro éxito”, sentenció Sullivan,
conocido en Washington por sus largos silencios.
No será la primera
vez que Sullivan deba maniobrar ante Janet Yellen, secretaria del Tesoro, y una
pieza clave de Estados Unidos en el directorio del FMI. Yellen está harta de
los incumplimientos sistemáticos de la Argentina y siempre resiste las
sugerencias geopolíticas de la Casa Blanca, que en su momento apoyó al gobierno
de Alberto Fernández y la candidatura presidencial de Sergio Massa, cuando la
economía ya naufragaba.
Hacia fines de
julio de 2023, con las metas incumplidas de déficit fiscal, emisión monetaria y
monto de reservas del Banco Central, Yellen se apalancó en Japón, Canadá y
Alemania y le bajó el pulgar a la administración kirchnerista. Con esta
decisión, Argentina se asomaba al default (Arrears).
Massa previó la
zancadilla de la secretaria del Tesoro y pudo pagar los vencimientos del
FMI con una alicuota del swap chino. Pero desde ese momento, el crédito de
Facilidades Extendidas descarriló y ahora le toca al tándem
Milei-Luis Caputo poner on track el acuerdo con el Fondo,
satisfacer las exigencias del board y recibir el desembolso que estaba previsto
para noviembre de 2023.
El presidente
argentino Javier MIlei y el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos,
Jake Sullivan
Milei y Caputo
tienen una ventaja táctica para negociar el Staff Level Agreement (SLA),
paso previo a la aprobación del directorio del Fondo, que Estados Unidos controla con
sus aliados del G7. Esa ventaja es fácil de explicar: el ajuste del Gobierno es
cinco veces más que lo exigido por el FMI para actualizar las metas del programa
argentino que ahora tiene la consistencia del papel mojado.
La ley de
Sostenibilidad de la Deuda Pública, empujada por Martín Guzmán desde el Palacio
de Hacienda, sostiene que los acuerdos futuros con el FMI deberán ser
aprobados por el Poder Legislativo. Se trata de una norma que obliga al
Gobierno y no regula las decisiones políticas del FMI, que es un organismo
multilateral de crédito con sus propias normas administrativas.
Esto implica que la
administración Milei no tiene mucho margen para cambiar el programa que
Massa cerró con Kristalina Georgieva. Se necesita una mayoría simple en el
recinto que La Libertad Avanza no tiene y que será muy difícil de construir con
sus aliados de Juntos por el Cambio.
Entonces, el
presidente optaría por mantener el Programa con el FMI -se trata de un
crédito de Facilidades Extendidas- y proponer una reforma a las metas de
déficit fiscal, emisión monetaria y reservas del Banco Central, que están en
sintonía con los ejes centrales de su programa económico.
“Vamos a estar
cumplidos”, pronosticó Milei cuando le preguntaron si era optimista
respecto a la negociación con el FMI. Y remató: “Nuestro plan va a satisfacer
las metas que propone el Fondo, y ahí ya tenemos el acuerdo”.
Luis Caputo y
Nicolás Posse durante su reunión en Washington con Gita Gopinath, subdirectora
gerente del FMI
Argentina pagará
antes del 21 de diciembre un vencimiento de casi 1.000 millones de dólares, que
es financiado a través de un crédito concedido por la CAF. Con esa cancelación,
los directores del FMI dan por terminado el año con Argentina y a partir
del 22 de diciembre abandonan DC para pasar las fiestas en sus países.
El receso invernal
en Estados Unidos postergará las negociaciones hasta mediados de enero de 2024,
y es probable que Caputo viaje a Davos junto al presidente Milei y después
vuele a Washington para encontrarse con Gita Gopinath, vice directora
ejecutiva del FMI.
Gopinath asume que
Argentina tiene el respaldo de la Casa Blanca y también recuerda que sus
colegas del staff cayeron fulminados por los incumplimientos sistemáticos de
Mauricio Macri y Alberto Fernández. La vicedirectora ejecutiva está muy cerca
de la secretaria Yellen y ha tomada distancia de Sullivan, el consejero de
Biden más poderoso en Washington.
El FMI está
cuestionado por su inexpresivo rol ante la actual crisis económica y
financiera. Y esa crítica global será utilizado por el ministro
Caputo para aplacar la ofensiva técnica de la vicedirectora Gopinath, que
responde a las órdenes directas de Yanet Yellen, secretaría del Tesoro de
Estados Unidos.
La ecuación
política-económica diseñada por Milei y Caputo tiene su lógica interna:
Argentina debe demostrar que puede cumplir con las futuras metas del FMI, y a
su vez, preservar como aliado al consejero Sullivan. Si estos hechos se
conjugan en los próximos meses, el Presidente y su ministro de Economía habrán
dado un paso político importante rumbo al cierre de las negociaciones con el
Fondo.
En caso
contrario, Milei alistará el swap de China para cancelar los vencimientos
del FMI y Caputo regresará a la CAF. Será una prueba definitiva para
demostrar a la comunidad global que la agenda del Fondo ya no
conecta con los complejos acontecimientos que suceden en el tablero
internacional. INFOBAE |