Por Francisco
Olivera - El estado de ánimo es de cierta resignación. Todos los empresarios
saben que a la Argentina no le sobran alternativas y que el camino del ajuste
debería ser inexorable: esa parece hasta ahora, probablemente, la única
coincidencia nítida que el establishment económico tiene con el anuncio de Luis
Caputo.
Pero las objeciones
empiezan, como siempre, al adentrarse en cada sector. No son lo mismo los
productores agropecuarios, que celebraron el discurso, que los contratistas de
la obra pública, que desde hace dos semanas golpean puertas y caminan despachos
sin ninguna otra respuesta.
La necesidad de
bajar el gasto es tal vez la mayor sintonía de esta crisis con la de 2002. No
demasiado más. Porque, por lo pronto, hay todavía en el decálogo de Caputo
mucho de incierto. Varias de esas dudas podrían empezar a despejarse en la
reunión que mañana Caputo tendrá con representantes de los bancos.
“Todo lo que sea
austeridad, orden del gasto, baja de la publicidad oficial, comparto –dijo
Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina–. El dólar a
$800 no era inimaginable. Pero hay que medir el impacto en retenciones y los
derechos de exportación”.
Los industriales
vienen hablando todos los días con funcionarios. Hasta ahora, la canciller
Diana Mondino y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, han sido los más
dispuestos.
Pero el verdadero
rumbo empezará a develarse con lo que consideran, pese a la motosierra, un
programa gradual que seguramente será aplicado en etapas. “¿Cuánto se ahorró
con lo de hoy? ¿Y los jubilados?”, se preguntaba hace unas horas un empresario
del sector de los servicios públicos. Algunas respuestas llegaron más tarde: la
movilidad jubilatoria se modificará o se buscará cambiar en el Congreso.
Para algunas pymes
será además muy gravitante el modo en que el Gobierno resuelva las
autorizaciones para importar. Caputo dijo que quien quiera podrá hacerlo, pero
¿qué pasará con la deuda acumulada?
Representantes de
la UIA intentarán contactarse con Pablo Lavigne, secretario de Comercio (aún no
oficializado), en busca de precisiones. “La prioridad debería ser el flujo de
US$6000 o 7000 millones mensuales, pero no lo acumulado. Si alguien pretende cobrar
la deuda, yo veo mala fe”, resumió Martín Rappallini, presidente de la Unión
Industrial de la Provincia de Buenos Aires.
Y el dólar a que
deberán importar también perturba a algunos comercios. Julio Vázquez, líder de
la Cámara Argentina de Perfumerías, no quedó conforme con los anuncios. “No me
gustan para nada. Un dólar a 800 más 20% de impuesto PAIS da 960 aproximadamente.
O sea, se espera un 50% adicional de aumentos de precios. Lo que más me
preocupa es la mercadería de los negocios: hay cientos de empresas que no
venden y si venden es al contado”, dijo. Sus cálculos no estaban lejos de los
detalles que luego se conocieron: el tributo será de 17,5% y el dólar
importador quedará en $940.
La voz más crítica
seguirán a teniéndola los contratistas de obra pública, que intentaron
acercarse últimamente al Gobierno para saber qué tan en serio iba la promesa de
terminar para siempre con la financiación estatal para los proyectos.
Hay, dicen, 37.000
kilómetros de rutas asfaltadas en todo el país, pero apenas 1000 son atractivos
para un inversor privado: los que unen la Capital Federal con Córdoba y Mar del
Plata. ¿Y los 36.000 kilómetros restantes? Algo de eso hablaron con Guillermo
Ferraro, ministro de Infraestructura, que no tuvo demasiado para decirles al
respecto porque, aclaró, todo estará otra vez en manos de Caputo. Decidieron
entonces invitar ayer a la Cámara Argentina de la Construcción a Luis Giovine,
secretario de Obras Públicas, solo para transmitirle el compendio de
inquietudes que tiene el sector, que son muchas.
“Nadie discute lo
de eliminar el déficit y tampoco se exige que haya rápido obras nuevas con un
gobierno nuevo y en ajuste. Pero no quedó claro qué va a pasar con los
proyectos en curso”, dijo Gustavo Weiss, presidente de la cámara, que
probablemente intente en las próximas horas contactarse con Gerardo Martínez,
líder de la Uocra, para congeniar una estrategia en común.
La mejor
descripción de tantos intereses encontrados vuelve a ser el Grupo de los Seis,
compuesto por los principales sectores de la economía, donde las palabras de
Caputo provocaron euforia, desconcierto y desazón según la actividad. Una
pintura de la Argentina: mejor que el ajuste, siempre ineludible, le toque a
otro. |