Por irginia
Porcella - Rescatar, canjear o no hacer nada, las tres alternativas que se le
plantean al próximo ministro de Economía, Luis Caputo, y al presidente del
Banco Central que lo acompañe en la aventura de desarmar la “bola de Leliq”. Se
descuenta que el afortunado será Santiago Bausili aunque aún no llega la
confirmación oficial.
Si bien gran parte
de la biblioteca de economistas está convencida de que el problema central es
fiscal y que las Leliq son una mera consecuencia que se resolvería “sola” en la
medida que las señales de nuevo gobierno reconstruyan la confianza del mercado,
la idea de “no hacer nada” está descartado en los planes de Caputo. La idea de
dejar que el stock de pasivos remunerados se vaya reduciendo por sí mismo, con
tasa real negativa y una administración fiscal que no haga lo crecer, no sólo
podría demorar el trámite de eliminar las restricciones cambiarias y unificar
el tipo de cambio, algo que de todos modos el propio Milei admitió no será
inminente.
Además, creen,
dejar que se licúen presenta riesgos. En principio, la deuda del Banco Central
acortó notoriamente sus plazos ya que el stock de Leliq a 30 días se convirtió
en una “montaña de Pases” a 1 día. En menos de tres semanas, las letras de
liquidez migraron rápidamente y redujeron el monto total a $7,5 billones
mientras que los Pases ahora ascienden a poco más del doble, unos $15.3
billones. Esa mutación, dada por la preferencia de liquidez de los bancos, no
cambia demasiado la foto de los pasivos remunerados del Banco Central pero suma
potencial inestabilidad.
De ahí que Caputo y
equipo tienen en mente “hacer algo”. Los propios colaboradores del futuro
ministro admitieron el trazo grueso de ese plan, que consiste esencialmente en
canjear la deuda del BCRA por deuda del Tesoro. Ese plan, considerado la mejor
opción disponible ante la falta de financiamiento externo para eventualmente
pagar la deuda con emisión y que apuntaría a extender los plazos de esa deuda,
desactivando riegos en el corto plazo, tampoco está exento de puntos débiles.
El principal de
ellos es que la medida es potencialmente expansiva: si la liquidez de los
bancos se reorienta de los pasivos del BCRA al Tesoro, entonces resultará clave
qué hace el Tesoro con esos pesos. Es decir, si los usa para financiar gastos o
si, por el contrario, los deposita en el Banco Central o los destina a cancelar
adelantos transitorios.
Sin embargo, ese no
es el único ni tampoco el principal problema que los analistas identifican en
el plan Caputo. El escollo central está, en definitiva, en la contracara de las
Leliq, es decir, en los plazos fijos. Mejor dicho, en la reacción de los ahorristas
ante posibles turbulencias en el mercado cambiario. Un salto del dólar informal
o financiero, por ejemplo, podría alentar a los ahorristas a retirar sus
depósitos. Pero esos fondos estarían invertidos en títulos de deuda de mucho
más largo plazo, por lo cual en el mercado consideran inevitable que el Banco
Central habilite una ventanilla de asistencia para que las entidades puedan
responder por esos depósitos. En ese escenario, el problema original persiste.
“Una opción es que
se proponga un canje de estos pasivos del BCRA por un bono más largo del Tesoro
o del mismo Banco Central. A priori esta opción no es mala siempre y cuando se
extiendan los plazos”, sostuvo el último informe de Econviews, en el que de todos
modos se advirtió que “un punto que debe tenerse en cuenta es que las Leliqs o
los Pases están respaldando depósitos por lo que si se canjean por un bono muy
largo habrá que pensar en darle a los bancos una ventanilla de liquidez por si
esos depósitos no se renuevan”. Es decir, el descalce de plazos emerge como el
talón de Aquiles de la propuesta de Caputo para los bancos, por lo que desde la
consultora fundada por el secretario de Finanzas, Miguel Kiguel, aportaron una
alternativa: la diversificación de soluciones. “Posiblemente lo mejor sería
canjear solo un porcentaje, de manera de no afectar al sistema”, opinaron. INFOBAE |