Por Joaquín Morales
Solá - Seguramente, Sergio Massa recibió la información sin saber de dónde
provenía porque, de haberlo sabido, habría sido un acto demasiado temerario aun
para un intrépido como él. En el debate del domingo, el ministro de Economía
ventiló una información personal de Javier Milei que había sido publicada el
año pasado por el sitio Realpolitik, que es uno de los supuestos medios
periodísticos en los que trabajaba el espía Ariel Zanchetta y por los que
cobraba publicidad oficial de parte del dirigente de La Cámpora Fabián “Conu”
Rodríguez, exfuncionario de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires y
actual subdirector de la AFIP. Esa vieja información refería a una sociedad
offshore propiedad de los padres y de la hermana de Milei, que tendría un
departamento en Miami.
Vale la pena
detenerse en el uso de ese dato tan privado del candidato de la oposición por
parte de Massa, dato que ni siquiera involucra personalmente a Milei, para
advertir que el ministro de Economía es un alumno fiel de Néstor y Cristina
Kirchner.
Ese poderoso
matrimonio político construyó parte de su largo poder con la asistencia
permanente de los servicios de inteligencia, hayan sido estatales o
paraestatales. Néstor Kirchner solía recibir a los empresarios díscolos
notificándolos indirectamente de que contaba con información personal sobre sus
vidas. Cristina Kirchner atesoraba en su casa de El Calafate, cuando ya era
expresidenta, carpetas de los servicios de inteligencia con información sobre
poderosos empresarios (sobre el presidente de Repsol, Antonio Brufau, entre
otros) y de importantes dirigentes políticos de su época, como es el caso de
Francisco de Narváez. Extrañamente, De Narváez, que volvió a los negocios y se
olvidó de la política activa, es ahora uno de los más pródigos financistas de
la campaña de Massa. Es mejor suponer que Massa no sabía con exactitud de dónde
venía esa información; de otro modo, sería un beneficiario directo, con
capacidad de liderazgo, del sistema de espionaje ilegal que acaba de describir
el fiscal Gerardo Pollicita en su largo informe sobre las andanzas del espía
trucho Zanchetta.
El sistema del que
se benefició Massa, y que Milei desaprovechó en el debate, está en la órbita
del servicio de inteligencia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA),
conducido por otro dirigente de La Cámpora: José Glinski. Glinski es
actualmente diputado nacional electo por Chubut según los resultados de las
elecciones del 22 de octubre pasado; es decir, ya cuenta con fueros
parlamentarios que lo protegerán en los próximos cuatro años. No pocos
funcionarios judiciales estiman que la policía aeroportuaria es uno de los
grandes centros de espionaje ilegal del kirchnerismo. De hecho, fue una
fotografía difundida extraoficialmente por esa policía la que dio origen a una
causa judicial contra jueces federales que viajaron a Lago Escondido, en el sur
del país, a quienes fotografiaron cuando llegaban al aeropuerto de Bariloche.
Era claramente una foto extraída de las cámaras de seguridad de los
aeropuertos. Los engranajes del lawfare funcionaron con la precisión de los
orfebres en ese caso, pero no en contra de Cristina Kirchner, sino a favor de
ella. No bien esa foto se conoció públicamente, tomó intervención la fiscal
federal subrogante de Bariloche, María Etchepare, a pesar de que era a todas
luces una operación ilegal de algún servicio de inteligencia.
La foto estuvo
acompañada por la filtración de una pinchadura ilegal del teléfono del entonces
ministro de Justicia y Seguridad porteño Marcelo D’Alessandro y de sus diálogos
con jueces federales. Es cierto que en esa fiscalía de Bariloche trabaja como prosecretario
Gustavo Révora, un primo hermano del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de
Pedro. La Cámpora quería (¿quiere?) ascender a Révora a juez federal de
Bariloche, cargo que se encuentra vacante desde 2019.
A pesar de las
claras apariencias de que se trataba de una operación política del espionaje
ilegal, también tomó inmediata intervención –“intrusiva”, según la calificó uno
de los magistrados puestos en la picota– la jueza federal subrogante de
Bariloche, Silvana Domínguez. Esta jueza habilitó la feria de enero pasado para
investigar esa foto manipulada por la policía aeroportuaria, pero se jubiló
poco después, el primer día de febrero. Misión cumplida. Se sabe, a todo esto,
que el fiscal de la Cámara Nacional de Casación Javier De Luca, muy cercano al
kirchnerismo y a Justicia Legítima, alentó a la fiscal federal de Bariloche
para que fuera “hasta las últimas consecuencias” con el caso de los jueces en
Lago Escondido. Tales peripecias rodean las últimas horas de la campaña
electoral que el domingo elegirá al próximo presidente del país. Un clima
humedecido por las operaciones políticas, en las que, otra vez, prevalecen los
servicios de inteligencia es fácilmente palpable en el ocaso de una etapa
política.
El último debate
presidencial dejó a no pocos argentinos abatidos por la decepción y la
frustración. Muchos suponen que la opción entre Massa y Milei es la peor de las
opciones posibles que había antes de la segunda vuelta. De todos modos, no se
puede ignorar que esos dos candidatos, un pícaro y un inexperto, sumaron juntos
casi el 67 por ciento de los votos. Existe, por lo tanto, una mayoría social
que no se detiene en la calidad intelectual y política de sus gobernantes. La
decadencia no es solo económica; también cubre a la política y a la sociedad.
La otrora exitosa coalición Juntos por el Cambio deberá hacer una sincera y
profunda reflexión sobre los errores que cometió para que las cosas resultaran
así; es decir, para que esa alianza no pudiera ingresar siquiera a la segunda
vuelta.
En 2021, en las
elecciones legislativas de mitad de mandato, Juntos por el Cambio le ganó
ampliamente al oficialismo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Los
dirigentes cambiemitas (y buena parte de la sociedad) supusieron entonces que
la presidencia que se dirimiría en 2023 estaba ya ganada. En lugar de debatir
para elegir la mejor fórmula presidencial, descerrajaron a partir de aquella
victoria una guerra civil entre sus dirigentes que duró hasta las vísperas de
las elecciones primarias de agosto pasado. Luego, fue demasiado tarde para
todo.
El caso Milei es
especialmente ilustrativo de los errores que cometió Juntos por el Cambio. Como
se vio en el debate del domingo último, y en las increíbles condiciones de ese
debate que aceptó, La Libertad Avanza es un partido de amateurs. Hay en el partido
libertario dirigentes con larga trayectoria política (Guillermo Francos, sobre
todo), pero son muy pocos y no pueden atender en todas las ventanillas. “Dos
amateurs con dos teléfonos celulares nos dejaron fuera de juego”, aceptó con
notable franqueza un empinado dirigente de Juntos por el Cambio, en alusión a
Javier Milei y a su hermana Karina.
La guerra civil no
ha concluido. El fin de semana pasado, el expresidente Mauricio Macri y el
saliente presidente del radicalismo, Gerardo Morales, protagonizaron un cruce
en las redes sociales inexplicable para dirigentes que forman parte de una
misma coalición política. La pelea pública la comenzó Macri sugiriendo que
Morales terminará votando el próximo domingo por Massa junto con Milagro Sala,
la dirigente piquetera que es archienemiga del gobernador de Jujuy y que este
metió presa. Morales le contestó a Macri en peores términos aún. ¿Espoleaban
ambos la ruptura definitiva de Juntos por el Cambio? Es probable. Patricia
Bullrich medió señalando que será la sociedad, más que nada la que votó a
Juntos por el Cambio en la primera vuelta, la que resolverá quién tiene razón.
Esto es: si Milei se convirtiera en el próximo presidente, habrá ganado la
línea política de Macri y de ella misma. Una clara mayoría de Juntos por el
Cambio, infiere Bullrich, se habrá inclinado en ese caso hacia la línea más
liberal de la coalición opositora. Si ganara Massa, en cambio, se habrá
impuesto el paradigma político de un sector del radicalismo liderado por
Gerardo Morales y de un sector de Pro que reconoce como referente a Horacio
Rodríguez Larreta. Esa línea es más cuidadosa para conservar las cosas tal como
las conocemos.
Elisa Carrió
prefirió explayarse sobre la teoría del “amo y esclavo” después de observar el
debate entre Massa y Milei. Colige, en efecto, que Massa castigó sin pausa y
sin piedad a Milei. Sin embargo, algunos analistas de opinión pública
concluyen, ya mirando los números posteriores al debate, que esa imagen de
Massa, como un político frío e implacable frente a un inexperto con pocos
recursos, terminó por beneficiar al candidato libertario. “Una mayoría social
se inclinará siempre por la víctima y no por el victimario. Massa hizo uso y
abuso de su poder y de su experiencia”, dedujeron.
La última polémica
del larguísimo proceso electoral se cifró en la posibilidad o no de un fraude.
El debate se extendió de tal manera que hasta intervino la Cámara Nacional
Electoral, que garantizó públicamente la transparencia de los comicios. El
problema es que muchos de los que defienden la pulcritud de las elecciones
señalan, al mismo tiempo, la necesidad de que existan fiscales en todos los
cuartos oscuros del país. ¿La necesidad de fiscales para que no haya trampas no
es, acaso, una definición del fraude probable?
El propio Milei
dijo hace poco: “Si no puedo poner fiscales en todas las mesas no podré ser
presidente”. Bullrich aseguró, a su vez, que su fuerza política está trabajando
para poner uno o dos fiscales por mesa, para proteger la transparencia
electoral, y que nunca habló con nadie de La Libertad Avanza sobre futuros
cargos en un eventual gobierno del candidato libertario. Es mejor así. La
política argentina se reformará profundamente a partir del próximo lunes. Tal
vez los argentinos estén viviendo los últimos días de una era que concluye
definitivamente. Los mejores o los peores días. Quién lo sabe. ●
El matrimonio
Kirchner construyó parte de su largo poder con la asistencia de los servicios
de inteligencia, estatales o paraestatales
El Massa frío e
implacable frente a un inexperto con pocos recursos podría terminar
beneficiando a Milei
Tras ganar en 2021,
en vez de elegir la mejor fórmula presidencial, JxC descerrajó una guerra civil
entre sus dirigentes que duró hasta las PASO |