Por Francisco
Jueguen - Fue para calmar el nerviosismo. Este reina entre los empresarios por
la dramática imposibilidad para acceder al dólar para importar y producir. Bajo
el radar, la reunión se hizo ayer en la Aduana que dirige Guillermo Michel, el
hombre más importante en el esquema de poder de Sergio Massa. Lo acompañaba
Germán Cervantes, el encargado del teléfono rojo de las importaciones en la
Secretaría de Comercio. A las 13, recibieron a tres hombres de la cúpula de la
Unión Industrial Argentina (UIA). Fueron Miguel Ángel Rodríguez (vicepresidente
de la entidad fabril y dueño de Sinteplast); Eduardo Nougués (secretario de la
UIA y directivo de Ledesma) y Diego Coatz, director ejecutivo y economista jefe
de la cámara industrial.
Según supo la
nacion, se habló del apagón que sufre gran parte del comercio exterior, donde
las SIRA [permisos de importación] que se aprueban no se pagan; de un sistema
informático en AFIP y en los bancos que prácticamente clausuró la operatoria;
de deuda intraempresas, con proveedores o bancos del exterior que llegó al
límite y promete cortarse en breve; y de una situación productiva –contaron–
que está en la frontera de una crisis para varias plantas industriales (ya casi
sin stock de seguridad o con partes finitas para fabricar). Los industriales
alertaron que, si la situación se extiende, podrían comenzar a notarse
faltantes el mes que viene.
“Cada día se
complica más; la actual situación no se puede prolongar”, advirtió uno de los
participantes. “Hace un mes que no se garpan las SIRA. Sólo las esenciales o
para alguna pyme”, afirmó. Les pidió a los funcionarios que ofrezcan señales
urgentes para que no se corte el crédito en el exterior. “La situación es muy
jodida. Todo muy estresado”, afirmó otro de los presentes.
Los funcionarios
afirmaron que, ante la escasez de divisas en la Argentina –las reservas netas
del Banco Central (BCRA) serían negativas en US$11.000 millones–, se están
“priorizando” sectores. Los mencionados en la reunión fueron: insumos médicos y
laboratorios, combustibles y agroquímicos/fertilizantes. También habría algo
para alimentos (frescos e insumos para producción) y partes para el sector
automotor, mencionaron en el Gobierno, donde, según los industriales,
admitieron que la situación es compleja y esperan poder comenzar a resolverla
recién después del balotaje presidencial del 19 de noviembre próximo. Los
hombres de Massa replicaron que se habría pagado algún barco de gasoil en estas
horas, para dar cuenta de la “normalización” de la provisión de combustible.
También mencionaron la liberación a otras firmas puntuales.
“Si querés traer un
barco de China, tenés que hacer el pedido dos meses antes. Hay 45 días de viaje
y 15 para que te preparen el embarque. Podrías pagar más adelante. El tema es
que con la deuda que ya tenemos [con los proveedores] ya no te despachan mercadería
si antes no pagás uno o dos de los embarques anteriores que debés”, contó un
importante industrial.
Según los cálculos
de la UIA, la deuda comercial de las empresas se disparó unos US$25.000
millones en los últimos meses y ya casi alcanza los US$55.000 millones. El
flujo normal es de unos US$30.000 millones. Esto implica que Massa logró
sostener la actividad gracias a la deuda de las empresas con sus casas
matrices, sus proveedores y con bancos internacionales. Esta última, que debe
estar garantizada, ya prácticamente no existe. El swap con China, con el que el
ministro prometía comenzar a normalizar por lo menos el flujo para las pymes no
se estaría usando aún. Algunos creen que esos yuanes solo se liberarán en la
previa electoral, si el mercado cambiario no se recalienta antes del balotaje.
La situación es
crítica. Desde hace un mes, más allá del cepo formal que rige sobre el comercio
exterior, comenzó un apagón informal del sistema que afecta a todos los
sectores casi por igual. La situación se agrava por un problema autoinducido:
el cepo cambiario genera una brecha (cada vez más grande) que impulsa
expectativas de devaluación. Estas últimas están además alimentadas por los
anuncios de dolarización de Javier Milei y por la devaluación post-PASO que
pactaron Massa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para poder liberar DEG
(la moneda del Fondo) antes de las elecciones del 22 de octubre pasado. Estas
expectativas crecen con las perspectivas de atraso cambiario –los privados ven
un dólar oficial a $600 en diciembre– y aceleran los pedidos de importación.
Todos piden SIRA para acceder al mercado cambiario a $350, el dólar fijo de
hoy. Allí se mezcla todo: las empresas que necesitan producir, aquellas que
desean resguardarse antes lo que viene, y los que –gracias a la brecha creada
por el Gobierno– tienen una startup que accede al dólar oficial y vende en los
paralelos. Los “especuladores” son, en definitiva, monstruos oficiales.
El 24 de octubre
pasado, por caso, el BCRA publicó la comunicación A 7866 que exigía: “Al
momento de dar acceso al mercado de cambios, la entidad deberá contar con una
convalidación de la operación en el sistema informático ‘Cuenta Corriente Única
de Comercio Exterior’ implementado por la AFIP, generada en el mismo día o en
el día hábil previo”. Básicamente, las SIRA habilitadas no podrían quedar
flotando en suspenso en el tiempo sino que deberán activarse casi al momento.
¿Por qué? “Se timbean en pesos y cuando sale la autorización no tienen
liquidez”, contaron en la entidad monetaria.
Sin embargo, en el
sector le dan poca trascendencia a las trabas operativas oficiales. Los
problemas, recalcan, son el nuevo “menú nefasto de freno de pagos”
completamente informal. Enumeran: “Inconsistencia 46, inconsistencia 47,
inconsistencia 49, para los pagos que se hacían desde el ingreso a zona franca,
desaparición de la fecha de pago un día antes de que esta llegue a su
aplicación y corrimiento de fecha para más adelante, o sea, reperfilamiento de
la SIRA. A eso se suma que tenés la inconsistencia de la Cuenta Corriente Única
de Comercio Exterior (Ccuce) o la caída de los swift de pagos al exterior”,
contó un operador.
“Después del día de
la elección, al lunes siguiente, se pararon prácticamente a cero todos los
pagos internacionales. La cadena de pagos internacionales está hoy cortada. En
un 95%. Dejaron de salir pagos de cualquier cosa, incluyendo los bienes de
salud. Por eso se armó todo este despelote (sic) la semana pasada”, agregó el
especialista.
“Todo esto es
porque no hay con qué pagar. Es tal el problema económico que ya prácticamente
no quedan reservas, así que han parado todos los pagos violentamente. Y es una
incertidumbre lo que vaya a pasar el día después de las elecciones. Pero si te
paran todos los pagos y encima sacan una comunicación del Banco Central en la
que te permiten abrir una cuenta de capitalización dollar link para todos los
pesos de importaciones que no se han podido pagar hasta la fecha de pago, yo me
imagino el día después de las elecciones puede ser catastrófico”, alertó.
Massa ratificó en
la última entrevista televisiva que dio en LN que no habrá una devaluación
brusca el martes posterior al balotaje (el lunes es feriado). Sí, como había
anticipado semanas atrás el viceministro Gabriel Rubinstein, mencionó que
volverá el crawling peg (micro de valuaciones diarias) al 3% mensual. En el
mercado dudan por la devaluación post-PASO y por la fuerte suba de la inflación
que hizo perder toda la competitividad.
“Esa devaluación
que pidió el FMI no sirvió. Ya se vio”, contaron cerca de Massa a la nacion,
ratificando los dichos del ministro. Aseguraron que antes de cualquier
movimiento cambiario debe haber un plan integral, un equipo y, sobretodo, un
nuevo presidenteque pueda generar confianza al mercado. Es lo mismo que Michel
y Cervantes les dijeron a los industriales. Para soluciones, hay que esperar a
que se vaya Alberto Fernández.
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