Por Salvador
Vitelli - La deuda de importadores ha llegado a
niveles récord, impulsado
principalmente por la normativa emitida por el Banco Central en junio
de 2022, haciendo que gran parte de las importaciones deban financiarse vía
casas matrices y otras entidades del exterior, mientras que la autoridad
cambiaria no abastece de divisas el mercado doméstico.
El problema no
radica solo en las empresas que han contraído esta deuda con el exterior con la
promesa que el Banco Central daría acceso a las divisas, sino que
deriva en múltiples consecuencias, tales
como la presión cambiaria, costos de coberturas, distorsión de precios, y que
al fin y al cabo termina pagando el consumidor final.
Sin dólares para importar: deuda en niveles récord
Contemplando la
deuda que incluye no solo bienes sino también servicios, asciende a la
suma de u$s54.000 millones, un récord absoluto. Esto es un 85% más que el
promedio de deuda comercial hasta el cuarto trimestre de 2021. Es decir, hay un
"exceso" de u$s25.000 millones con respecto a períodos anteriores.
El gráfico del
stock es elocuente en ello, que muestra claramente el brutal ascenso que tuvo
esta deuda a partir de 2022 con la normativa del Banco
Central. ¿Qué sucede? Las empresas locales están realizando importaciones,
pero las mismas NO se están pagando, es decir, se financia de manera comercial con el proveedor, casa matriz u otra entidad.
Nos "fían" importaciones.
Todo ello con la
promesa de un Banco Central que daría acceso a las divisas, que por el momento
evidentemente no lo está haciendo, pues crece de manera incesante esta
deuda, generando mayor incertidumbre sobre el devenir cambiario y que
además si bien no es deuda del Banco Central, genera presión sobre el
dólar oficial, ya que es un monto que duplica las reservas brutas que
pide con1nuamente saldarse.
La dinámica electoral no ayuda, pues termina de apretar aún
más el cepo, ya con el 100% de las exportaciones liquidándose a un tipo de
cambio implícito por encima de $500 mientras que las importaciones
lo hacen a $350. Por ende, los incen6vos a importar todo lo que se pueda a
dólares baratos asciende cada vez más.
Algunos datos
adicionales: el 60% de la deuda total (tanto de bienes como servicios) se debe
a exportadores y otras fuentes privadas, mientras que un 36% se debe a
fuentes oficiales tales como gobiernos y organismos internacionales, en su
gran mayoría con vencimientos entre cero y tres meses o bien ya
exigibles y con intereses impagos.
Es decir, es deuda de corto plazo. Y si analizamos los
sectores que han tomado este tipo de deuda, la industria manufacturera
representaba el 47% del stock total, seguido por comercio y automotores con un 22% de participación. Entre ambos
aglutinan el 70% de la deuda total.
La deuda que pagamos todos
Los datos más
recientes indican que este empréstito sigue creciendo, el Banco
Central no libera divisas y las coberturas se vuelven más costosas, haciendo
que se traslade al consumidor final dichos costos. Es decir, la
privación de divisas la termina pagando el ciudadano de a pie cuando adquiere
tales bienes o servicios.
Analizando la
evolución de los precios importados, ya denotan un fuerte acople con los
dólares financieros, diferenciándose del dólar oficial. ¿Pero cómo? Muchos
productos por cuestiones de precio de reposición terminan cotizando a valores
de los financieros, y otros no necesariamente aplican dicha metodología,
pero los costos de cubrir el descalce cambiario (que cada vez son
mayores a medida que la expectativa devaluatoria va in crescendo) se
traslada sobre el precio final. IPROFESIONAL |