Por Andrés Randazzo - La actividad económica rebotó en agosto, para cortar una
racha de cuatro meses con caídas en la comparación interanual. Y también creció
en términos desestacionalizados, frente a julio. De esta manera, la economía parece dejar atrás el impacto directo de la sequía y,
de cara a los últimos meses del año, el consumo privado podría ayudar a sostener la recuperación.
Tal
como informó el INDEC, el estimador mensual de la actividad económica (EMAE)
registró en agosto un incremento de 0,3% en la comparación interanual, para
rebotar luego de cuatro meses en fila. En tanto, en la medición
desestacionalizada, mejoró 1,3% frente a julio, para sumar su segunda alza
consecutiva. De todas formas, en los primeros ocho meses del
año, el indicador acumula una contracción de 1,6% frente al mismo período de
2022.
“Con
relación a igual mes de 2022, once sectores de actividad que
conforman el EMAE registraron subas en agosto, entre los que se
destacan Explotación de minas y canteras (5,1%) e Intermediación financiera
(4,2%)”, explicó el INDEC, que destacó que el primer sector fue el de
mayor incidencia positiva en la variación interanual, seguido por “Comercio mayorista, minorista y reparaciones ( 1,3%)”.
“Por
su parte, cuatro sectores de actividad registraron caídas en la comparación
interanual, entre los que se destacan Industria manufacturera (3,5%) y
Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (2,8%). Entre ambos restan 0,7
puntos porcentuales a la variación interanual del EMAE”, resaltó el organismo.
El sector de Agricultura evidenció en agosto una considerable desaceleración en
su caída: en julio, la contracción interanual había sido del 14%.
Perspectivas para el segundo semestre
Al
analizar lo que puede esperarse en próximos meses, desde distintas consultoras
analizaron que mientras que en el primer semestre el desempeño
de la economía estuvo condicionado por el impacto de la sequía, en la
segunda mitad del año la actividad estará signada por la aceleración en
la inflación.
De
todas formas, tal como analizaron desde Ecolatina, la suba de precios y el
deterioro del poder adquisitivo tiene un impacto heterogéneo, con mayor
incidencia en el sector no registrado. En ese marco, las medidas anunciadas por el Gobierno “podrían ayudar a evitar
una caída brusca en el consumo privado”.
“Parece verse que la actividad ha tocado un piso temporario.
Está claro que las medidas anticíclicas, de compensación, contribuyen a elevar
en el margen el piso. Y también el efecto macro, de la caída de la demanda de
pesos, el aumento de la circulación del dinero, en un contexto en el cual la
incertidumbre juega un rol muy importante, las familias buscan cubrirse en
bienes, buscan consumir. Y el ahorro pierde lugar. Eso contribuye a
ponerle un piso a la caída de los niveles de consumo”, señaló a Ámbito Sergio
Chouza, director de la consultora Sarandí.
Y
agregó: “Por otro lado, no fue un año de gran pérdida del poder adquisitivo
para el segmento de trabajadores que cuentan con ajuste por paritarias, a pesar
de la elevada inflación. Así que las medidas compensatorias sobre los
ingresos, el efecto del aumento de circulación de dinero por repudio a los
pesos y el hecho de que la erosión del poder adquisitivo de los salarios
indexados fue muy baja, esos factores son preponderantes”.
Por
su parte, desde la consultora LCG señalaron que “el adelantamiento del consumo
como mecanismo de cobertura ante saltos en los precios y/o tipo de cambio ha
funcionado como amortiguador de la actividad”. “No obstante, no
esperamos que este condimento permanezca aún presente de cara al último
bimestre del año, como resultado de su agotamiento”, agregaron.
“Desde
el lado de la oferta, la disponibilidad de divisas para importaciones
continuará condicionando la actividad de la industria y el comercio”,
sostuvieron desde LCG, y concluyeron: “En resumen, esperamos que hacia final
del año la economía exhiba un mayor deterioro, redundando en una caída en torno
al 1,7% anual promedio para 2023 (-3,5% punta a punta)”.
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