Alberto
Fernández define si el Gobierno seguirá pagando vencimientos al FMI mientras
negocia un nuevo acuerdo
Por
Mariano Boettner - La cuenta regresiva antes de un nuevo vencimiento de deuda
con el Fondo Monetario Internacional comenzará a recorrer su tramo final
esta semana. En estos cinco días hasta el viernes el Gobierno deberá decidir si
acelera las conversaciones con el FMI lo suficiente para alcanzar un acuerdo
técnico o bien tomar una decisión sobre las obligaciones de pago de los
próximos días: pagarlos y afectar así las reservas del Banco Central o no
pagar y agregar aún más ruido en un mercado financiero con presiones
crecientes.
La
hoja de ruta de la negociación con el FMI comenzará a coincidir en las próximas
semanas con un calendario de exigencias de devolución del préstamo Stand By
cada vez más marcado. El 28 de enero es la primera parada en del año,
cuando el Gobierno debería repagar al organismo internacional unos 717 millones
de dólares, según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso. La
semana siguiente, el 1° de febrero, el pago debería ser de otros 368
millones en concepto de intereses.
En
total, serían unos 1.085 millones de dólares, una suma alta considerando
las reservas internacionales del Banco Central. Según algunas
estimaciones privadas, el colchón de divisas neto de la autoridad
monetaria ronda entre los 1.500 y 2.000 millones de dólares, por lo que el
impacto en su poder de fuego en el mercado cambiario se vería notablemente
disminuido.
En
caso de que el Gobierno decidiera pagarle al FMI mientras sigue negociando, la
totalidad de los Derechos Especiales de Giro (DEG), que el Fondo envió a la
Argentina en agosto como parte de su plan de asistencia a países miembro en
contexto de pandemia, habrían completado su retorno a las arcas del
organismo, en apenas cinco meses.
Ya
antes de la llegada de ese refuerzo que el Fondo hizo a sus socios, en el Banco
Central se agarraban la cabeza cada vez que se aproximaba un vencimiento de
deuda. La entidad tiene a su cargo la intervención en el mercado cambiario y la
administración de divisas para realizar importaciones.
Se
demora la resolución de un acuerdo con el FMI y el Gobierno afronta nuevos
vencimientos que presionan a las reservas del BCRA.
Aún
no es seguro que el Gobierno decida pagar sin más los próximos vencimiento ante
el Fondo. Mientras, sigue en conversaciones técnicas con el organismo. tal
como hizo a lo largo de 2021, año en que desembolsó más de USD 3.700 millones
al organismo, que a su vez le envió, a fines de agosto pasado, USD 4.355
millones que el gobierno usó para afrontar los vencimientos.
El
saldo a favor se está agotando, las reservas del Banco Central son escasas, la
distancia hasta la fecha de pago es corta y persisten las diferencias entre el
equipo económico y el staff del FMI sobre qué tan rápido el Estado
argentino convergería hacia un escenario de equilibrio fiscal.
Esa
es, a esta altura de la negociación, la diferencia principal entre las partes.
No es una diferencia menor, porque la pendiente del sendero hacia el déficit
cero determinará, cada año, cuánto financiamiento necesitará el Tesoro, y en
particular cuánto debería ser cubierto por el Banco Central a través de emisión
monetaria.
“La
diferencia que tenemos con el FMI es la velocidad de consolidación fiscal y las
combinaciones entre gastos e ingresos. No queremos penalizar la demanda cuando
la economía se está recuperando”, dijo Martín Guzmán en una
entrevista con el diario francés Le Figaro. A grandes rasgos, el
ministro de Economía plantea alcanzar el equilibrio fiscal en 2027 y el organismo
quiere que sea un par de años antes.
A
partir del acuerdo o desacuerdo sobre el nivel de déficit y el tiempo necesario
para recortarlo se ramifican las demás variables de un eventual programa a 10
años. Entre ellas, la cantidad de pesos a emitir cada año por el BCRA, las
previsiones de inflación, cuánto podría recolectar el Tesoro en licitaciones de
deuda, cómo apuntalar la recaudación tributaria, la cantidad de reservas
internacionales, el nivel de gasto público en sectores como subsidios, entre otras
cuestiones.
La
decisión de efectuar o no el pago al Fondo Monetario está en análisis por parte
del presidente Alberto Fernández, que sopesa pros y contras. Abonar
casi 1.100 millones al FMI en medio de un clima áspero con el organismo y
reducir ostensiblemente las reservas del Central o no pagar y que el mercado
lea esa señal como un alejamiento de las chances de acuerdo. Un mensaje de
este tipo provocaría, estiman algunos analistas, un escenario de presiones
cambiarias aún mayores.
Cuántos
son los vencimientos de deuda con el FMI que el Gobierno busca reestructurar.
(Fuente: Oficina de Presupuesto del Congreso)
El
incumplimiento ante el Fondo no es igual, en términos técnicos, a un default.
Hay una instancia previa que la jerga legal del Fondo llama arrears,
traducible como atrasos. Habría, de esa forma, una ventana de tiempo de
180 días desde el hecho de impago hasta que el directorio del FMI pueda
discutir si el país ingreso en situación de default propiamente dicho. Más allá
del tecnicismo, la señal sería leida de forma negativa por inversores.
“Las
expectativas continuarán siendo negativas. Los mercados financieros ya
descuentan la falta de acuerdo y la escasa posibilidad de Argentina de acumular
reservas, es decir, trabajan sobre la hipótesis de un nuevo default. La
expectativa de déficit fiscal financiado con inflación o deuda deriva en más
inflación y un incremento del endeudamiento en pesos del Gobierno y del Banco
Central e incrementa el riesgo de reestructuraciones en pesos con la
consiguiente reducción de la demanda de pesos y de la demanda de títulos de la
deuda pública. La caída de la demanda de dinero se traducirá en una mayor
brecha cambiaria. Todo esto terminaría afectando la inflación, actividad
económica, salarios y empleo”, consideró el economista de Quantum Juan
Sommer.
“La Argentina está comenzando el 2022 sin
instrumentos genuinos de política económica. La coincidencia entre los
vencimientos de deuda y la falta de esas herramientas es la que debería impedir
que el gobierno persista en dilatar decisiones y se aboque a replantear
objetivos e instrumentos de política económica. La cuenta regresiva ya ha
comenzado, aunque todavía no se perciba suficiente urgencia del lado de la
administración nacional”, cuestionó por su lado un informe de Fundación
Mediterránea.
Desde
el Ministerio de Economía en las últimas horas pensaban en el acuerdo
como un esquema de tenaza en que el acercamiento técnico con el staff y la
presión geopolítica en el directorio deberán apretar al mismo tiempo para poder
llegar a un programa financiero nuevo, y aseguraron que se trabaja en el “día a
día”. Aún no existe una respuesta en concreto sobre si el Gobierno pagará el
viernes y lunes próximo al FMI, tal como dejó explícito la
portavoz Gabriela Cerruti.
El
horizonte será incluso más exigente hacia adelante. Más allá del vencimiento
conjunto de casi 1.100 millones de dólares entre viernes y lunes, entre fines
de febrero y marzo tendrá lugar una obligación de pago aún mayor: no
solo caerán otros USD 2.800 millones de deuda hacia el FMI -que ya lucirá
imposible de pagar- sino que además deberá girar otros USD 200 millones al Club
de París a fines de febrero. Luego, quedarán otros USD 1.900 millones a
refinanciar. El acuerdo sobre ese monto dependerá, como muchas otras cuestiones
en la hoja de ruta económica, del resultado de la negociación técnica con el
FMI todavía sin resolver.
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