La
relación entre los dirigentes rurales y el Gobierno está quizás en su punto de
máxima tensión. Las entidades que conforman la Mesa de Enlace -Coninagro,
Federación Agraria, CRA y Sociedad Rural- vienen reclamando desde hace larga
data por la presión fiscal que recae sobre el sector y las medidas de tipo
“intervencionistas” ejecutadas en los mercados de granos y carnes. En este
contexto, continúa además la polémica en torno a la “legitimidad” de las retenciones a las
exportaciones y es por ello que el ruralismo ahora le pide directamente al
Congreso que debata el tema.
Concretamente,
el campo considera que el Poder Ejecutivo Nacional perdió las facultades para
cobrar este tipo de impuestos tras el rechazo del Presupuesto Nacional y en un
comunicado emitido durante el fin de semana detallaron: “El 31 de diciembre
pasado venció el plazo fijado en la Ley de Emergencia Pública que delegaba en
el Presidente de la Nación reglamentar las alícuotas de los derechos de
exportación. La no sanción de la Ley de Presupuesto 2022, que incluía una
prórroga por 2 años de esa facultad, convierte también en nulo el Decreto 851/21
del 15 de diciembre pasado que al fijaba las alícuotas del impuesto para este
año”.
En
consecuencia, desde el ruralismo exhortaron a “las autoridades nacionales y a
las fuerzas políticas a asumir las obligaciones a su cargo y resolver en forma
urgente esta situación”. De esta manera, el sector agropecuario pidió que este
tema sea tratado durante las sesiones extraordinarias.
“En
momentos como este, donde la sequía y los incendios están generando pérdidas en
varias provincias, este tipo de impuestos de imposición rígida ponen en jaque a
muchos productores que aún no saben si van a salvar los costos”, alertaron los
representantes del agro.
Este
duro comunicado se suma además a las movilizaciones organizadas la semana
pasada por productores autoconvocados que están presionando a las entidades
rurales para que se plieguen a una medida de fuerza contra la actual política
agropecuaria implementada por el Gobierno.
Los
autoconvocados son actualmente la facción más dura del campo y si bien hasta el
momento la Mesa de Enlace se mostraba con voluntad al diálogo con el Gobierno,
en los últimos meses esa relación parece haberse deteriorado. Es que el año
inició también con otra fuerte reacción por parte de las entidades del campo,
la Sociedad Rural, Federación Agraria y CRA renunciaron directamente al Consejo
Agroindustrial Argentino (CAA) la coalición que nació con un claro objetivo
dialoguista para lograr además la sanción de una ley que promueva el negocio
agroexportador en la Argentina y que cuenta además con el apoyo del Gobierno.
Lo
cierto es que tres de las entidades del campo hoy se consideran en la “vereda
de enfrente” del CAA por su continuidad de diálogo con el Gobierno, algo que en
la práctica parece estar roto para estos gremialistas. Mientras tanto, para sumar
todavía más presión en el sector, CRA no solo renunció al CAA sino también a la
denominada Mesa de las Carnes, un ámbito de discusión que plantea el Gobierno
periódicamente con todos los actores del sector de ganados y carnes.
“Desde
Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), tal cual lo hemos manifestado
reiteradamente, insiste una vez más en que no habrá Plan Ganadero posible en
las condiciones en que la actividad ganadera nacional debe hoy desarrollarse.
Intervenciones, cupos, prohibiciones, no conforman el marco adecuado para la
búsqueda de consensos mínimos necesarios para asegurar el crecimiento de la
actividad. Siguiendo lo dictado por el Consejo Superior Directivo de la
institución, creemos que no están dadas las condiciones para trabajar y encontrar
consensos”,
explicó la entidad en un comunicado.
De
esta manera CRA se baja directamente de la convocatoria del Ministerio de
Agricultura a una reunión pautada para el próximo miércoles. El gran
interrogante que ahora surge en el campo es si luego de estos renunciamientos y
el pedido concreto al Congreso para que debate sobre las retenciones, cuál será
el próximo paso de la dirigencia rural en un marco de prácticamente nulo
diálogo con el Gobierno.
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