Por
Pablo Wende - Si, como todas las evidencias sugieren, Cristina
Kirchner es quien maneja los tiempos de la negociación con el FMI,
entonces es esperable una reacción rápida para encaminar lo antes posible el
acuerdo. La vicepresidenta está en general dispuesta a casi todo y sin
medir consecuencias, salvo cuando se dispara el dólar. Así lo demostró en
octubre de 2020: la divisa tocó los $ 190 y se apuró en poner paños fríos a
través de una carta, dejando el terreno liberado a Martín Guzmán para
encarar un fuerte ajuste fiscal. Ahora el tipo de cambio retomó una muy
peligrosa dinámica, que está -una vez más- cerca de descontrolarse. El
comportamiento del dólar actuó como un límite, al menos hasta ahora, para las
aventuras con fuerte tinte ideológico del kirchnerismo.
Las
idas y vueltas de Guzmán para encaminar las negociaciones resultan
extremadamente delicadas. Luego de una emisión de más de $ 550.000 millones en
diciembre, con reservas líquidas casi nulas y una brecha cambiaria que volvió a
niveles de 110%, lo que menos precisa la Argentina es agregarle un
componente de altísima incertidumbre por la falta de un acuerdo con el FMI.
Pero es lo que está sucediendo.
En
los próximos días se sabrá realmente hasta dónde está dispuesto el Gobierno a
tensar la cuerda con el FMI, en un escenario de altísimo riesgo. La
situación es hoy objetivamente peor que la de octubre de 2020 porque el Banco
Central está al borde de quedarse sin reservas líquidas para defender el tipo
de cambio oficial. Las pocas que quedan serían para pagar los vencimientos
con el propio Fondo por USD 1.100 millones en la próxima semana, más algunas esporádicas
intervenciones en el mercado “único y libre” de cambios. Si el Gobierno
decidiera ahorrarse esos dólares por la falta de un acuerdo, entonces la
Argentina caería automáticamente en default con el organismo, provocando una
estampida feroz de los inversores mucho antes de lo imaginado. Lo sucedido en
las últimas jornadas resultó una suerte de “muestra gratis” sobre la reacción
que podría tener el mercado en caso de un incumplimiento.
Si
no hay urgentes señales por parte del Gobierno, el horizonte más probable es el
siguiente: en primer lugar, un fuerte aumento adicional de los distintos
dólares financieros (el libre y el “contado con liquidación” rozaron los $ 220
el viernes). Y al mismo tiempo un endurecimiento aún mayor del cepo cambiario,
reduciendo al mínimo la compra para importaciones y para el pago de deuda del
sector privado.
Más
aumento de la brecha o reducción del volumen de importaciones provocarán una
recaída de la economía en recesión y un fortísimo salto inflacionario, muy por
arriba del 3,8% de diciembre.
En
parte el daño está hecho. La suba del dólar y la brecha cambiaria no es
gratuita y pasará factura en el corto plazo. Además, en estas últimas semanas
quedó más que claro que no hay vocación alguna por parte del Gobierno de
diseñar un programa económico serio y que recupere niveles de confianza
aceptables.
Fernández
y Fernández, en la convocatoria celebratoria del 10 de diciembre (Franco
Fafasuli)
¿Cuál
será en esta ocasión el umbral que asuste a Cristina en relación al precio del
dólar y la brecha cambiaria? Todo indica que podría estar bastante cerca, si
las cosas se ponen todavía más difíciles la semana que viene. Y nada indica que
el mercado cambiario se tranquilizará de la noche a la mañana.
Lo
que no queda claro, sin embargo, es hasta qué punto la vicepresidenta se hace
cargo de los problemas que enfrenta el Gobierno, o más bien lo mira desde
afuera y busca despegarse. Cristina Kirchner ya hace tiempo le viene
marcando públicamente a Alberto Fernández sus errores, además de criticar con
dureza la deuda millonaria que dejó Mauricio Macri con el FMI. No sería raro
que busque tomar distancia una vez más de un eventual estallido económico y
cambiario. Ya lo hizo hace pocos meses, cuando en una carta pública tras
la dura derrota del Gobierno en las PASO salió a disparar contra Guzmán y otros
miembros del gobierno, haciéndolos responsables del resultado.
Para
colmo, a la elevada inquietud local se agrega un contexto internacional mucho
más complicado. Los mercados financieros sufrieron fuertes bajas desde el
arranque del año y hay una búsqueda de activos más seguros. Los bonos
argentinos tuvieron un doble impacto: la falta de rumbo del gobierno y la suba
de tasas en EEUU, que deja atrás el clima de “dinero gratis” que dominó a
Wall Street en los últimos años.
Termómetro
El
riesgo país superó los 1.900 puntos básicos y todo indica que quedó en un punto
de “no retorno”. Aún en el caso de que finalmente se avance con el Fondo
difícilmente los bonos tengan una recuperación significativa.
Pocos
creyeron la excusa del propio ministro de Economía cuando explicó que hay
diferencias por el sendero fiscal a encarar. Sin financiamiento externo, con
pocas opciones para obtener crédito local y con el único recurso de la emisión
monetaria, es lo más lógico que el FMI pida un camino creíble hacia el
equilibrio de las cuentas públicas. Es lo que también el Gobierno debería
buscar aun sin programa formal con el organismo. Pero Guzmán sigue argumentando
que precisa “más tiempo” para llegar a un entendimiento, a pesar que hace ya
más de dos años que viene llevando adelante las conversaciones.
El
canciller Cafiero con el secretario de Estados norteamericano, Anthony Blinken.
Una gestión política
Los
aspectos geopolíticos tampoco aportan tranquilidad. La visita a Washington del
canciller Santiago Cafiero y el discreto respaldo del secretario de
Estado norteamericano, Anthony Blinken. El funcionario estadounidense
sugiere al Gobierno que alcance un acuerdo con el FMI “para retomar la senda de
crecimiento”. Es decir que incluso el gobierno estadounidense considera que el
aumento del 10% del PBI que mostró la Argentina el año pasado fue un rebote
antes que el retorno a un camino de crecimiento.
No
será sencillo, además, justificar el viaje del Presidente a entrevistarse con
Vladimir Putin en un momento de máximo tensión entre Rusia y Ucrania. Será
una fuerte señal negativa para EEUU , teniendo en cuenta que Joseph
Biden advirtió sobre posibles represalias en caso de una invasión rusa.
Se
viene otra semana fuerte. En primer lugar, el Gobierno tendrá que definir si
paga un nuevo vencimiento de USD 730 millones al FMI con los últimos Derechos
Especiales de Giro (DEG), pese a no estar cerrado el acuerdo. Pero sobre todo
habrá que seguir de cerca la evolución del dólar y si el riesgo de una nueva
estampida acelera o no la búsqueda de un entendimiento con el Fondo.
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