Por
Martín Kanenguiser - El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial
discuten en conjunto y en duros términos con el Gobierno en torno del futuro de
los programas sociales y de la política energética oficial.
Así
informaron a Infobae fuentes de ambos organismos, al recordar que el acuerdo a 10 años con el FMI no solo demandará acuerdos en
términos de las metas fiscales, monetarias y cambiarias. “El
equipo está trabajando en el área de política social y de energía”, se
destacó desde Washington.
El
interés específico del Banco Mundial es que el Gobierno exhiba una mayor
eficiencia en la implementación de los programas sociales, sin duplicación de
beneficiarios ni de gastos administrativos.
Cabe
recordar que el banco que dirige David Malpass aporta unos USD
300 millones al programa de Asignación Universal por Hijo (AUH). Un ejemplo en
este sentido es la posibilidad de revisar si hay superposición entre
determinadas iniciativas, como la AUH y la tarjeta Alimentar, que comparten
buena parte del padrón de beneficiarios.
En
cuanto a la política energética, el foco está puesto en los altos
subsidios a las tarifas de los servicios públicos, que el propio
ministro Martín Guzmán calificó de inequitativos, por el escaso valor
que se paga en zonas acomodadas del área metropolitana.
El
Banco Mundial aporta unos USD 300 millones al programa de Asignación Universal
por Hijo -AUH- (Reuters)
La
postura del Banco Mundial en la negociación entre la Argentina y el FMI es
clave por dos motivos: por el expertise de la entidad en
programas sociales para combatir la pobreza y porque sin un acuerdo con el
Fondo (o si el país entra en atrasos después de marzo), se demorarían algunos
créditos tanto del Banco Mundial como del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID).
Un
marine para la Argentina
Los
préstamos que pueden frenarse son aquellos de libre disponibilidad, al Tesoro
Nacional y no los ligados a proyectos específicos.
Esta
interdependencia entre el FMI, el Banco Mundial y el BID nació en 1988, a raíz
de una gestión que hizo la Argentina durante el gobierno de Raúl Alfonsín, para
que el banco le prestara al país aún cuando no había acuerdo con el Fondo.
Con
la complicidad del gobierno republicano de Ronald Reagan -en
particular de un ex marine, Edwin Yeo, que oficiaba como nexo entre la
Casa Blanca y el FMI- surgieron recursos para financiar el “Plan Primavera” sin
el aval del Fondo Monetario, mientras en Buenos Aires varios sectores del
oficialismo promovían una moratoria de la deuda externa.
Yeo,
figura clave en la política económica norteamericana desde mediados de los 70 y
a quien en Buenos Aires llamaban “El Gordito”, eludió la intransigencia del
director gerente del Fondo, Michelle Camdessus, para que se produjera este
salvataje, aunque a un alto costo ya que, desde entonces, se estableció
una regla no escrita: si no hay un acuerdo o un apoyo explícito del FMI, el
Banco Mundial y el BID no le prestan a un país.
El gobierno de Ronald
Reagan ayudó al de Alfonsín
El
gobierno de Mauricio Macri sufrió este inconveniente después de perder las PASO en agosto de 2019,
porque el Fondo puso en suspenso el programa -y el correspondiente desembolso-
hasta que se concretara un cambio político y el Banco Mundial dio un paso
similar al no concederle al país un crédito de USD 500 millones que ya habían
sido aprobados en el directorio de la entidad.
Ahora,
tanto el BID como el Banco Mundial tienen créditos previstos para la Argentina,
pero el ritmo de los desembolsos dependerá de que el país no entre en atrasos
con el FMI, o que al menos se registre una nueva revisión por el artículo IV
por parte del staff del Fondo, a la cual el Gobierno por ahora se resiste.
“El Banco Mundial no puede dar créditos de
apoyo presupuestario si el país no tiene en marcha el programa. En los
casos de países que no tienen programa, lo q se necesita es un artículo IV que
diga que la situación macro está bien”, explicó una calificada fuente desde
Estados Unidos.
En
este sentido, el BID elaboró un documento que prevé dos escenarios de
desembolsos: uno si hay acuerdo con el FMI y otro si ocurre lo contrario; en el
primer caso, el promedio de desembolsos anuales entre 2021 y 2023 es de USD
1.846 millones y en el segundo de USD 1.479 millones. Ya en 2021, la estimación
marca que habrían llegado USD 1.438 millones en lugar de USD 1.938 millones que
podrían haberse girado si el acuerdo estaba sellado.
¿Podría ocurrir que el
Banco Mundial y el BID dejaran de asistir parcialmente al país si no hay
avances con el FMI? La respuesta corta es sí (EFE)
El
BID aprobó para el país un total de USD 11.796 millones, una suma muy
significativa en un contexto de falta de dólares, que se deberían enfocar en la
reducción de la pobreza, la recuperación económica y el desarrollo productivo
digital, la estabilidad macroeconómica y la eficacia de las políticas públicas.
Por
su parte, la Argentina tiene con el Banco Mundial una cartera activa de 23
proyectos de inversión por un total de USD 7.380 millones y dos donaciones
por un monto de USD 10 millones de dólares. Los préstamos se enfocan al apoyo a
programas de salud, medio ambiente, educación, infraestructura, mercado laboral
y protección social.
Para
este año, tiene previsto desembolsar al menos USD 1.200 millones, aunque
el monto podría ser mayor si surgen proyectos de emergencia, como ocurrió en
2021 con el apoyo a la compra de vacunas para el Covid-19.
¿Podría
ocurrir que el Banco Mundial y el BID dejaran de asistir parcialmente al país
si no hay avances con el FMI? La respuesta corta es sí: un ex funcionario
con buena memoria recordó que, en 2002, cuando la pobreza rozaba el 60% de la
población y la recesión el 11%, Argentina efectuó pagos netos a ambos
organismos por unos USD 4.000 millones; es decir que, en plena debacle
socioeconómica e institucional, pagó más de lo que recibió, demostrando que, en
términos de las finanzas internacionales, los sentimientos suelen quedar a un
lado.
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