Por Jorge Herrera - Tras confirmarse el dato
de la inflación de diciembre pasado los analistas empezaron a
recalcular el nivel del tipo de cambio real
(TCR) y como señalaron por ejemplo desde GRA Consultora el índice en su versión
multilateral, o sea, respecto de las monedas de los principales socios comerciales
apenas queda a un 1,8% por encima del nivel con el que se salió del cepo en
2015 y casi un 25% por debajo del nivel con el que lo recibió el actual
Gobierno. Que la tasa mensual de inflación le viene
ganando en los últimos largos meses al ajuste del tipo de cambio nominal no
sorprende a nadie.
Es
más, el nivel del TCR constituye uno de los temas claves de la negociación con
el FMI. Sin embargo, a la hora de calcular o dimensionar cuán retrasado o no
está de los diferentes parámetros de seudo equilibrio surgen las
discrepancias. De ahí que resulte
interesante la visión del influyente Institute of International Finance (IIF)
que luego de estimar la evolución de los TCR de los principales mercados
emergentes para este año han detectado amplias desalineaciones entre los
diferentes países.
El
veredicto del trabajo rubricado por los economistas Robin Brooks, Jonathan
Fortun y Jack Pingle da cuenta que, a modo de resumen, encontraron grandes
subvaluaciones en los casos de Brasil, China, Turquía y de muchas monedas
emergentes de Asia, y de la vereda de enfrente sobrevaluaciones sustanciales
para Argentina, Colombia, Egipto, India, México y Sudáfrica. Ya a simple vista
vemos que Argentina está en problemas, ya que no solo su moneda está apreciada
sino que la de su principal socio del Mercosur está depreciada por demás.
¿Cuánto? Ya veremos.
Metodología
Lo
que hace el IIF desde principios de 2018 cuando señalaron por primera vez
sobrevaluaciones sustanciales para la lira turca y el peso argentino, es
calcular “valores razonables” de divisas emergentes. Para ello utilizan el
enfoque basado en la cuenta corriente.
Ajustan
esa cuenta corriente por los efectos rezagados de movimientos anteriores del
tipo de cambio y hacen un ajuste cíclico, en base a la evaluación de las
brechas de producción local y externa. El último paso es especialmente
importante en la coyuntura actual, dado que las cuentas corrientes se movieron
bruscamente durante el covid, en gran parte debido a caídas temporales en la
demanda interna, que controlan al “cerrar” las brechas de producción.
El
modelo filtra estos cambios cíclicos en las cuentas corrientes y es la cuenta
corriente subyacente restante, ajustada por los movimientos del tipo de cambio
y los factores cíclicos, la que luego comparan con una norma de equilibrio para
el saldo ahorro-inversión.
Los
economistas del IIF destacan que si bien la característica definitoria de
muchas monedas emergentes es que durante la última década han caído
drásticamente en términos efectivos reales (sobre una base ponderada por el
comercio y teniendo en cuenta la inflación), y bajo el modelo tradicional
basado en la PPA indicaría invariablemente grandes subvaluaciones dadas estas
caídas, ese no es necesariamente el caso del modelo del IIF, precisamente,
porque el insumo principal del modelo es la cuenta corriente.
Para
el caso argentino el saldo de equilibrio u objetivo de la cuenta corriente para
este año lo calculan en 3% del PIB y determinan que hay sobrevaluación del tipo
de cambio real de casi 23%, o sea, es el tipo de cambio real efectivo necesario
para llevar la cuenta corriente al nivel adecuado.
Por
ejemplo, para el caso de Brasil, el saldo de la cuenta corriente sería negativo
en 2% del PIB y el real está subvaluado en casi un 21%. Es decir, el peso debería depreciarse más de 20 puntos
por encima de la inflación mientras que el real tendría que apreciarse en una
magnitud casi similar. “Encontramos grandes infravaloraciones para Brasil,
China, Turquía y muchas monedas emergentes de Asia, mientras que hay
sobrevaluaciones sustanciales para Argentina, Colombia, Egipto, India, México y
Sudáfrica”, sentencia el IIF.
Por
ejemplo, entre las mayores desalineaciones cambiarias en la región además de la
argentina se destacan Colombia con más de un 12% y México y Ecuador con casi un
11%. De modo que a los ojos de estos analistas, que bien conocen a los técnicos
del FMI y sus metodologías de evaluación, la competitividad del peso está en
jaque. Así arranca el 2022 en materia cambiaria y en medio de un acuerdo
pendiente con el FMI.
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