Domingo 16 - Por Jaime Rosemberg - La negociación por la deuda
con el FMI se encuentra empantanada. Lo reconocieron el presidente Alberto
Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán. Y el tiempo apremia al
Gobierno, que debe resolver el tema antes de fin de marzo.
En
este contexto, las expectativas de destrabar las conversaciones están puestas
en el viaje que esta semana realizará el canciller Santiago
Cafiero
a Washington para reunirse el martes con el secretario de Estado, Antony
Blinken.
En
la Casa Rosada consideran que es clave la gestión del ministro para lograr un
nítido aval político de Estados Unidos y un comunicado conjunto que deje en
claro un respaldo de la administración de Joe Biden a la postura argentina.
Mientras
intentan insuflar optimismo a sus interlocutores ocasionales, desde el
Ministerio de Economía y la Casa Rosada comparan las negociaciones en marcha
con el FMI con el “chicken game”, el típico juego de las viejas películas
norteamericanas en las que dos conductores aceleran desde lados opuestos, y
donde el último en pegar el volantazo antes del choque es el que gana.
“Esperemos
que uno de los dos frene antes del precipicio”, grafica el funcionario, dando
cuenta de los riesgos de la actual situación de virtual estancamiento en las
discusiones entre el gobierno de Alberto Fernández y el FMI, con el 21 de marzo
(día del vencimiento de un pago por poco más de US$2800 millones) como fecha
límite para alcanzar un entendimiento que aleje al país del fantasma del
default.
En
ese contexto de reuniones técnicas diarias que hasta ahora no dieron resultados
visibles, de incertidumbre y de nervios apenas contenidos, el canciller
Santiago Cafiero llegará a Washington el martes. Su reunión allí con el
poderoso secretario de Estado, Antony Blinken, será clave para reforzar el
apoyo del “ala política” del gobierno demócrata norteamericano, que el Gobierno
considera crucial, para torcer la resistencia del board del Fondo Monetario y
de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. Es una apuesta decisiva para
intentar rescatar las negociaciones del estancamiento en el que se encuentra
hoy. El objetivo del Gobierno es que ese aval le permita un acuerdo más
flexible y a la vez “presentable” para el kirchnerismo de paladar negro. Las
nuevas declaraciones de Fernández, el lunes, en contra de las “imposiciones”
del FMI, metieron ruido en un vínculo que ya parecía tensionado.
Mientras
puntualizan que el encuentro con Blinken estaba planeado con anterioridad –la
idea original, luego frustrada, era cruzarse por primera vez el 4 de este mes
en la Cumbre del Tratado de no Proliferación Nuclear–, desde el Gobierno tratan
de diluir expectativas para evitar frustraciones. Por eso dicen que no esperan
un dramático “vuelco” o definiciones luego de ese y los demás encuentros que
sostendrá Cafiero, en los que estará acompañado por el embajador en Washington,
Jorge Argü ello, otro de los negociadores sigilosos desde la capital
norteamericana.
“La
mejor hipótesis de la reunión es la de un muy buen comunicado conjunto, que no
es algo menor, pero no más que eso”, dicen, con prudencia, cerca de uno de los
negociadores argentinos. La idea es reforzar ante EE.UU (tiene el 16,5 por
ciento de los aportes mundiales al FMI) el argumento “político” sobre el
“origen de la deuda”, el préstamo de US$44.000 millones “dado por la presión de
la administración (de Donald) Trump a (Mauricio) Macri” que la administración
demócrata debería revertir.
“¿Por
qué Estados Unidos no debería ayudarnos? Alberto no es un loquito, ni un
irracional, ni mete presos a periodistas”, razonan desde el oficialismo. ¿Y la
cercanía del Gobierno con Nicaragua, Venezuela y Cuba, por caso? “Somos los
mejores amigos de sus enemigos. En todo caso, deberían seducirnos”, continúa el
funcionario, que incluye en la misma lógica el próximo viaje de Fernández a China,
a principios del mes próximo.
Cerca
de Fernández está la intención de desmentir una virtual parálisis en las
negociaciones que habrían llevado a armar la cumbre de cancilleres. “No viene
fácil pero se sigue avanzando. Paso a paso, más allá de los fuegos de artificio
y las críticas. No se retrocedió. Se aminoró la marcha a veces pero siempre
para adelante”, afirmó un miembro de la mesa chica del Presidente. Y amplió:
“Lo que aminoró la marcha es precisamente lo político, pero avanza. No a los
tiempos que quisiéramos pero se avanza”, graficó el leal al Presidente, que el
miércoles conversó largo y tendido con su ministro de Economía en la Casa
Rosada. “Se está moviendo. Paso a paso”, graficó otra pieza fundamental en el
tira y afloja con múltiples actores que se desarrolla por estos días. Sin
embargo, tanto Guzmán como Alberto Fernández dieron a entender en público que
las tratativas estaban estancadas por la postura estricta de Estados Unidos.
En
su conferencia de prensa del jueves, la portavoz Gabriela Cerruti hizo mención
al trío negociador (Guzmán, Argüello, Cafiero), y repitió que “el acuerdo con
el FMI no es solo económico ”, además de que“el Gobierno no está dispuesto aun
acuerdo que implique un ajuste, o que implique que el FMI le marque la política
económica a la Argentina. Al mismo tiempo sentimos que las negociaciones están
avanzando, no hay tiempo, pero la Argentina ya presentó su propuesta, estamos
esperando y está en manos del FMI dar una respuesta lo más rápido posible”,
destacó.
¿Qué
es, en verdad, lo que se está discutiendo? ¿Hay entonces una propuesta concreta
al FMI? Cerca del ministro de Economía hay hermetismo, pero dan pistas
vinculadas a la exposición de Guzmán, hace diez días en el Museo de la Casa
Rosada. Esto es: hay discrepancia con el “sendero fiscal”, o el lapso hasta
llegar al equilibrio en las cuentas. La Argentina pretende que sea en 2027 y el
FMI insiste por ahora en pedir que sea antes, digamos 2024 o 2025. “El gobierno
argentino considera que buscar el equilibrio antes pone en riesgo la
recuperación económica lograda y la que se espera lograr en los próximos
períodos”, reiteran cerca del ministro de Economía, sin hablar de devaluación,
ajuste de tarifas y otras eventuales exigencias de los acreedores para dar el
visto bueno.
Mientras
sostienen que “estamos obligados a hablar con el FMI”, voceros oficiales
apuntan a “reuniones técnicas diarias que no trascienden” y desmienten de
manera tajante que el Gobierno no quiera acordar. Cerca de Guzmán sostienen que
aún hay tiempo para un acuerdo. Y advierten que tampoco en marzo, si el acuerdo
no llega, la Argentina caerá en default, dado que están previstos unos meses de
gracia luego del vencimiento de marzo, al que le seguirá casi de inmediato otro
pago previsto al Club de París. “Por supuesto no queremos llegar a ese punto”,
se ataja un funcionario.
“Si
decimos que vamos bien, el FMI nos exige más. Si apuntamos a lo que falta, nos
pega la oposición. Lo mejor es la discreción”, afirma un alto funcionario
albertista que escuchó una frase similar de boca de Guzmán en los últimos días.
La
reunión de Cafiero con Antony Blinken es una apuesta decisiva para intentar
rescatar las negociaciones del estancamiento en el que se encuentran hoy.
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