Domingo 16 - Por Pablo Wende - Argentina volvió a transformarse
en noticia en el arranque del año. Artículos en diarios de gran influencia en
el mundo de los negocios como el Financial Times e informes de bancos de
inversión como JP Morgan, Goldman Sachs y Morgan Stanley se ocuparon del país,
y no por los mejores motivos. Existe una gran curiosidad sobre los
próximos pasos que quiere dar el Gobierno con el FMI, ante la falta de señales
de Martín Guzmán.
El
país volvió a transformarse en una suerte de “conejillo de indias” para la
comunidad internacional. ¿Hay vida luego de un default con el Fondo? Es la
pregunta que hoy circula por todos lados, luego de que el propio ministro
dejara en claro que por ahora no hay mayores avances para llegar a un acuerdo.
La
evaluación que hoy se hace respecto a un posible incumplimiento con el FMI es
que el Gobierno no tiene hoy espaldas para arriesgarse a semejante
aventura. El Banco Central prácticamente no tiene reservas líquidas y las netas
se las gastará en el primer trimestre. Pero además el campo podría finalizar
USD 5.000 millones abajo respecto a la cosecha del año pasado, por efecto de la
sequía.
Algunas
estimaciones del mercado agropecuario ya hablan de un fenómeno parecido a la
campaña 2017-2018 que terminó con la crisis cambiaria que selló la suerte del
gobierno de Mauricio Macri.
En
los últimos días abundaron las señales de Wall Street, desde el precio de los
bonos argentinos, ya a niveles de default, hasta las advertencias de los bancos
de inversión y medios como Financial Times REUTERS/Mike Segar/File Photo/File
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Un
informe del banco de inversión Morgan Stanley consideró que creció la
probabilidad de un atraso en el pago con el FMI el 22 de marzo, ante las
dificultades para llegar a tiempo a un acuerdo. Y a la vez advirtió que son muy
altas las chances de un entendimiento en algún momento del segundo trimestre.
No porque el Gobierno vaya a entrar en razones, sino porque no le queda otro
remedio. Y el Financial Times advirtió que la Argentina se puede convertir en
un “paria internacional” en caso de incumplir con el Fondo, expresión que hace
no mucho tiempo había utilizado el propio Guzmán. Desde Goldman Sachs, por otra
parte, advirtieron que un acuerdo demasiado “light” podría ser todavía más
nocivo.
Las
próximas visitas de Alberto Fernández a Rusia, con encuentro ya programado con
Vladimir Putin, y a China a principios de febrero, desde ya que no ayudan desde
el punto de vista político. Si bien las discusiones por ahora son
estrictamente técnicas entre el staff del organismo y el
equipo económico, el directorio está dominado por EEUU, que tiene la última
palabra. La presencia diplomática en el acto de asunción de Daniel
Ortega en Nicaragua es otro de los gestos que marcan una postura cada vez
más distante para la diplomacia norteamericana.
Alberto
Fernández debe optar entre “Guatemala” y “Guatepeor”. El escenario “base”
de este año para la economía es de bajo nivel de crecimiento tras el rebote del
año pasado, inflación arriba del 50% y pobreza que continuará alta, superando
cómodamente el 40%. Si a esto se le suma la falta de un acuerdo con el
FMI, las posibilidades de que la situación se vaya de control crecen
dramáticamente.
El
mecanismo de derrame de la falta de entendimiento con el Fondo pasa por un
fuerte salto del tipo de cambio y de la brecha, ante una dolarización del
público y de las empresas. El “contado con liquidación”, que se viene
moviendo en niveles apenas por encima de los $ 200 podría tener un salto
sustancial y lo mismo podría ocurrir con el dólar oficial. Es decir, el Gobierno
podría verse obligado a aceptar una devaluación “por las malas”, en vez de
hacerlo en forma controlada. El impacto sobre la inflación sería inmediato y
podría superar niveles del 70%.
Los
bonos argentinos fueron los que más sintieron el impacto de este clima de
incertidumbre. El riesgo país ya roza los 1.900 puntos básicos y los precios de
los bonos perforaron en algunas series los USD 30, la peor cotización desde que
se reestructuró la deuda en septiembre de 2020.
Esto
es solo un anuncio de lo que podría suceder si realmente se confirmara la
intención de no acordar. La caída de los bonos refleja no sólo el
desinterés de los inversores, sino también la intención de correr el menor
riesgo posible y buscar refugio, aun vendiendo a precios de remate.
A
estos valores, los inversores ya descuentan que la Argentina tarde o temprano
deberá renegociar nuevamente la deuda con los tenedores privados. Esto
incluiría alargamiento de plazos, pero sobre todo una sustancial quita de
capital, algo que en la renegociación de Guzmán estuvo ausente.
A
pesar de los elogios públicos de su mentor, el economista y premio Nobel Joseph
Stiglitz, la figura del ministro está totalmente devaluada entre los
inversores. Su principal impulso en los más de dos años que lleva de
gestión fue patear para adelante los problemas, hasta que se hace imposible
sostenerlo. En el caso del FMI, todo indica que se trata no sólo de su propia
costumbre de postergar definiciones, sino que además la interna dentro del
kirchnerismo es feroz en relación a la necesidad de cerrar o no un acuerdo.
Desde
la pura lógica, es difícil entender por qué se sigue dando vuelta con el
FMI, cuando tendría que haberse acordado en paralelo con la reestructuración de
deuda con los bonistas, en septiembre de 2020. Claramente pesan cuestiones
ideológicas que no se terminan de blanquear.
Guzmán,
en un encuentro virtual con Sergio Massa y Máximo Kirchner. En la coalición de
gobiernos hay conflictos ideológicos sin resolver
Aunque
nadie pone las manos en el fuego, las apuestas en el mercado se inclinan hacia
el lado de al final habrá cuerdo, aunque podría pasarse de largo el “día D”, el
22 de marzo cuando vencen USD 2.800 millones con el Fondo. Y no hay de dónde
sacar plata para cubrir semejante suma.
En
el primer bimestre además vencen otros USD 1.100 millones por pago de intereses
con el propio organismo. Este mismo mes se estarían utilizando los últimos
Derechos Especiales de Giro que quedan después del desembolso que hizo el FMI
el año pasado, como parte del proceso de recapitalización.
En
resumidas, el Gobierno habrá destinado casi USD 5.000 millones en los últimos
seis meses para saldar deudas con el Fondo. No entra en la cabeza de nadie
haber realizado semejante desembolso en un país casi sin reservas si el
objetivo es no llegar a un acuerdo.
El
tránsito de los próximos 60 días promete ser aún más turbulento en la medida
que continúe la incertidumbre y se siga dando vueltas con el FMI. Pero el
riesgo es muy grande. El mercado de bonos ya avisó y el peligro de que se
desate una crisis cambiaria continúa más que latente. Jugar con fuego es, en
definitiva, uno de los sellos distintivos del kirchnerismo.
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