Por Martín
Redrado - En las últimas décadas, la Argentina ha oscilado pendularmente entre
dos modelos de desarrollo, situación que se dio con gobiernos de distintos
colores partidarios y en contextos internacionales bien diferentes, pero
siempre, con resultados que han sido desalentadores:
Modelo
1: En ciertos períodos, nuestro
país decidió insertarse en el mundo aceptando los precios de productos
que rigen en él, abriendo sus mercados financieros y alentando el libre
movimiento de capitales y la integración a los mercados internacionales. En aquellas
oportunidades, el crecimiento se asoció a una expansión de los
sectores en los que la Argentina cuenta con ventajas comparadas, tales como la
agricultura.
Este
tipo de modelo fracasó sucesivamente en medio de recesiones, junto a
niveles de desempleo y pobreza cada vez más profundos.
Modelo
2: En otras etapas, optó por
divorciar los precios de productos domésticos de los internacionales,
sobrevaluar el peso de manera artificial, junto con retenciones a las
exportaciones, en tanto que el sistema financiero se aisló de los
mercados globales.
En
esos períodos se favoreció la expansión de las actividades
mercado-internistas por sobre el agro y los servicios globales. Este tipo de
enfoque "hizo agua" en medio de una creciente inflación.
Dos
modelos, ninguno sirvió
En
las dos clases de modelos, los problemas estructurales se acentuaron con
políticas fiscales permisivas e irresponsables.
En
el caso del modelo de inserción al mundo, el país se financió emitiendo
deuda, con niveles crecientes de tasas de interés que agudizaron las
recesiones. Mientras que, en el otro modelo, la financiación se hizo
con emisión monetaria que obligó a incrementar de manera sostenida el
tipo de cambio nominal, generando saltos inflacionarios.
En
cualquier caso, los desbalances de cuenta corriente tuvieron un lugar
preponderante en ambos modelos. Por
tanto, ambos sintetizan dificultades estructurales complejas que solo
pueden ir enfrentándose de manera sistemática y realista a través de políticas
públicas y acuerdos empresariales y sindicales consistentes.
"En
el caso del modelo de inserción al mundo, el país se financió emitiendo
deuda, con niveles crecientes de tasas de interés que agudizaron las
recesiones"
Es
hora de hablar de soluciones a través del impulso de las principales variables
de la economía: deben expandirse el consumo, las exportaciones y la
inversión, todo en conjunto y en forma sincrónica.
A
fin de lograr estos objetivos múltiples, será necesario trabajar en
herramientas no convencionales:
Una modernización
tributaria que simplifique y reduzca la presión impositiva sobre las
familias y las empresas, una reingeniería y
La desburocratización
del sector público con la incorporación de inteligencia artificial para
cambiar los procesos de gestión,
Junto
a una revolución exportadora que proyecte nuestra producción hacia el
mundo.
Las
claves del crecimiento
En particular, debe
generarse una verdadera cultura de proyección hacia otros países que nos
permita generar dólares genuinos. Será necesario encarar una política muy
práctica, país por país, producto por producto, mercado por mercado.
Asimismo,
este programa debe trabajar en acciones y políticas para atraer
inversiones generando incentivos fiscales y crediticios que permitan
iniciar un proceso de innovación liderado por la investigación y el desarrollo
de nuevos productos.
La economía argentina puede
volver a crecer de manera sustentable y consistente a tasas estables, sin
sobresaltos. Lograr un incremento sostenido de nuestra producción por encima
del 3% anual permitiría aumentar el ingreso por habitante en alrededor del 2%
al año.
"En
las dos clases de modelos, los problemas estructurales se acentuaron con
políticas fiscales permisivas e irresponsables"
Como
consecuencia de ello, la meta de crecimiento sostenido para la economía que
incorpora el presente programa se encuentra en estos niveles. En base a esa
meta, y en función de un modelo de tres brechas (ahorro/inversión, externa y
fiscal), proyectamos que para alcanzar un sendero de crecimiento sostenido se
requiere que la inversión crezca cuatro puntos porcentuales por encima del
promedio observado en lo que va de esta década, las exportaciones en 17% de la
producción y la inversión pública dos puntos porcentuales más que el promedio
de 2011-2018. Lograr este desempeño requiere contar con un esquema productivo
acorde.
Se
trata de generar un sistema en el que los sectores agrícolas, industriales, energéticos
y de servicios sean cada vez más complejos, creativos, y operen manera
competitiva e integrada al mundo.
El
modelo exportador propuesto
En materia de inserción
internacional, nos caracterizamos por bajos niveles de importaciones y
exportaciones comparados con la producción total, ubicándonos entre las
economías más cerradas del mundo. Si bien a lo largo de las últimas
décadas el negocio exportador comenzó a presentarse como una actividad
estratégica de un creciente número de empresas, la performance observada por
las ventas de nuestro país al mundo registra escaso dinamismo, aun en
comparación con otras economías de América Latina.
Desde
el punto de vista de la política exportadora, es necesario ejecutar tres
medidas prioritarias:
La revisión
del arancel externo (ajustando la protección que efectivamente recae sobre
un producto para desarrollar más y mejores bienes)
El
mejoramiento de los instrumentos financieros para el sector (mediante
una Agencia de Seguro de Crédito a la Exportación, orientada a las necesidades
de las empresas exportadoras de bienes y servicios)
La rebaja
de costos y la simplificación normativa para reducir costos operativos.
En
forma complementaria a estas medidas, se propone, entre otras acciones, la
focalización de las negociaciones internacionales y las acciones de promoción
comercial: con América Latina (para abrir mercados en manufacturas y
alimentos); con Asia y África para alimentos (enfatizando normas técnicas y
sanitarias, registros, estándares); la creación de un fondo para el desarrollo
de mercados y difusión de marcas y diseño; el impulso al desarrollo de cadenas
de valor exportadoras en base a recursos naturales, servicios basados en el
conocimiento y productos industriales.
(*) Extracto del libro
"Argentina Primero", de Martín Redrado
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