A la Argentina se le
dificulta consolidar el crecimiento por la falta de acceso a los mercados
Por
Juan Gasalla - El nuevo año que todavía no brinda suficientes señales para
alterar las expectativas pesimistas que pesan sobre la economía en general
y las valuaciones financieras en particular.
El
termómetro del mercado aún mide una alta incertidumbre sobre un arreglo de
la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En los últimos días,
el Gobierno dio un importante indicio sobre su voluntad de acuerdo con el
organismo, a partir de los pagos de intereses de los bonos realizados
en el último tiempo y las declaraciones de funcionarios que advirtieron sobre
los riesgos de no acordar.
El
Tesoro abonó entre el viernes y el lunes el segundo cupón de los bonos
reestructurados en septiembre de 2020, por un monto total de 693 millones de
dólares. Pero los desafíos para el corto plazo son muchos, con próximos
pagos de deuda al FMI en febrero, mes que concentrará obligaciones por USD
1.100 millones, mientras que en marzo vencerán otros 2.900 millones de dólares.
Los bonos
en dólares acumulan una caída de 7,5% en promedio desde que empezó enero.
Esta caída, que iguala las cotizaciones con el piso de marzo de 2021 y apenas
alcanza un peldaño por encima del mínimo de diciembre del año pasado, refleja
la sensación de que la Argentina atravesará el primer trimestre del año
con un fuerte drenaje de divisas por su deuda, sin reservas líquidas y, probablemente
sin acuerdo inmediato con el FMI.
Más
allá de esta visión, hay cinco luces de alerta relacionadas con la
economía real detrás del desplome del precio de los bonos públicos.
1)
Lenta reducción del déficit fiscal. El rojo fiscal es la “madre de los
desequilibrios”, que llevó a la Argentina a otra década perdida en cuanto a
crecimiento económico, entre 2012 y 2021. El sendero de lenta reducción
del déficit público planteado por el gobierno argentino al FMI abona la
teoría de que podrían repetirse muchos de los errores de política
económica que lastraron a la economía doméstica a un derrotero de
estancamiento, endeudamiento, inflación, alto desempleo y pobreza del 40 por
ciento.
Paula
Gándara, Head Portfolio de Adcap Asset Manager, detalló que “el ministro Guzmán
admitió diferencias en el sendero fiscal con el FMI. Argentina propuso
reducir el déficit primario un 0,55% anual para alcanzar el equilibrio
fiscal en 2027. Sin embargo, adujo que el sendero propuesto por el Fondo
comprometería el impulso de la actividad económica”.
Para Roberto
Geretto, economista del fondo Fundcorp, “la intención de lograr un equilibrio
fiscal recién en 2027 es una mala señal por los bonos en dólares y
genera dudas con respecto a poder lograr un acuerdo con el FMI antes de marzo”.
2)
Alta inflación. Un déficit que tardará en reducirse viene de la mano del
recurso de financiarlo con emisión monetaria, lo que
significa elevada inflación por varios años.
“Con
respecto a la asistencia del BCRA al Tesoro, la disminución de ésta se daría en
forma gradual desde el 3,7% actual del PIB al 1,4% para 2022 y 2023, pero
señaló que estará sujeto al financiamiento neto real que se reciba del mercado
local”, recordó Paula Gándara.
3)
Estancamiento económico. El presente argentino deja en evidencia la
dificultad de afrontar los vencimientos de la deuda soberana y obtener nuevo
financiamiento para darle impulso a la actividad económica, ante la
imposibilidad de acceder a los fondos provistos por los mercados voluntarios de
deuda.
El riesgo
país -efecto colateral de los deprimidos precios de los bonos-, por encima
de los 1.800 puntos básicos, implica que la eventual emisión de nueva deuda
exigiría tasas inviables e impagables de 20% anual en dólares. O dicho de
otra forma, los precios de los bonos tienen que subir lo suficiente para que
retorne el financiamiento a tasas razonables, tanto para el sector público como
el privado.
“Ante
la falta de consensos y respaldos suficientes -tanto internos como externos- se
reducen las probabilidades de alcanzar un entendimiento para corregir los
desequilibrios económicos, y así contribuir a mejorar la confianza de los
agentes económicos, lo cual es crucial para cortar el circulo vicioso y
que el acuerdo actúe como un verdadero driver”, consideró el
economista Gustavo Ber.
4)
Escasez de dólares. Si bien el Banco Central consiguió un importante saldo
a favor por sus compras de divisas en el mercado mayorista (más de USD 5.000
millones en 2021), las reservas no crecen, debido a que gran parte de los
dólares se destinan a pagar una deuda que no puede ser refinanciada.
Aunque
Economía dejó entrever que existiría consenso con el organismo con respecto al
ritmo de acumulación de reservas internacionales, de 3.000 a 4.000 millones de
dólares por año con el objetivo de alcanzar USD 70.000 millones en 2030, queda
la impresión de que los dólares de las exportaciones no alcanzan para cubrir a
la vez la necesidad de importaciones y los pagos de deuda.
Gustavo
Ber refirió que “a poco más de 60 días hasta el 22-M (22 de marzo), los inversores esperan ansiosamente
novedades sobre las negociaciones con el organismo a fin de poder alcanzar
contrarreloj al menos un acuerdo light que permita postergar los abultados
vencimientos”.
5)
La posibilidad del default no se despeja. Las dificultades para acordar
con el FMI, hoy el principal acreedor del Estado argentino y al cual se le
deben unos USD 45.000 millones, tienen su correlato en los castigados precios
de los bonos.
Esto
se debe a que al organismo multilateral siempre se le pagó en tiempo y forma,
incluso durante la crisis de 2002, como a un acreedor privilegiado, mientras
que los diversos incumplimientos siempre perjudicaron a los acreedores
privados. Como es lógico, si hay dudas sobre los pagos al FMI, éstas se
magnifican en lo que concierne a los bonistas.
“Seguimos
pensando que un programa con el FMI es posible. Los desacuerdos en torno
al déficit fiscal no implicarían un quiebre en las negociaciones. El mismo
presidente (Alberto) Fernandez hizo hincapié en las dificultades que traería no
acordar con la institución. Asimismo, en diciembre el Gobierno le pagó al
FMI cerca de USD 1.900 millones y eso es un indicio
fuertísimo de que el Ejecutivo cree que un poco más temprano o un poco más
tarde habrá acuerdo”, evaluó Paula Gándara.
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