Por Claudio
Zlotnik - De un lado de la mesa se sentaron dos ministros
-Martín Guzmán y Matías Kulfas-, el presidente del Banco
Central, Miguel Pesce, y el secretario de Comercio Interior,
Roberto Feletti. Del otro lado, representantes de la poderosa industria de
la alimentación. También ejecutivos de compañías
de higiene y limpieza. Los dos rubros más sensibles a la hora de
hablar de consumo masivo, y con los cuales el Gobierno viene negociando la
extensión del programa de Precios Cuidados, que vence este viernes.
Semejante despliegue,
obviamente, trascendió el tema de la canasta de Precios Cuidados, que Roberto
Feletti terminará de negociar entre hoy y mañana.
Con
el almuerzo servido en el Palacio de Hacienda, el Gobierno -a través de los
funcionarios con más peso político dentro del gabinete económico- buscó dar
señales a algunas de las empresas más poderosas del país. Y también
un mensaje hacia el Fondo Monetario, en plenas negociaciones.
A
las compañías, el mensaje fue muy claro: el Gobierno pretende mejorar las
expectativas de esos ejecutivos, ya desde el inicio del año.
Del
sector empresarios estaban Laura Barnator (Unilever); Gabriela Bardin
(P&G); Gonzalo Fagioli (Quilmes); Abelardo Gudiño (Coca Cola); Adrián
Kaufman Brea (Grupo Arcor); Maximiliano Lapidus (La Serenísima); y Agustín
Llanos (Molinos Río de La Plata).
En
el equipo económico están convencidos de que una buena parte de la suba de los
precios se vincula con las pobres expectativas de los empresarios.
Por eso la convocatoria fue liderada por Guzmán y por Pesce.
La
idea que quedó planteada es que los precios de los alimentos y de los otros
productos que componen la mayor parte de los gastos de las familias no pueden
ir por arriba de los salarios. Que debe haber una convergencia entre ambas
variables.
El
ministro de Economía habló de sus proyecciones para este año, pero nada dijo
del momento en que se firmará el acuerdo con el Fondo Monetario. Una de las
preguntas que llevaban los empresarios.
Guzmán
dijo, eso sí, que hay avances en las negociaciones con el FMI. Pero, otra
vez, no hubo detalles ni fecha
posible de ese acuerdo necesario por la avalancha de vencimientos de la deuda
que se vienen en los próximos 80 días.
El
encuentro en Economía se organizó para "alinear"
las expectativas con los empresarios. El Gobierno cree que una
parte de los ajustes de precios se vinculan con esa cuestión. La inflación
"inercial" por la cual los formadores de precios ajustan mirando el
pasado sin tomar en cuenta que la dinámica puede mejorar.
En
off the record, funcionarios clave del equipo admiten que, sin acuerdo con el
FMI, es "muy difícil" modificar la sensación de los
ejecutivos.
"Pero
para eso organizamos estas reuniones; para que no se dejen llevar por los
diarios o por sus propias convicciones negativas", comenta uno de los
funcionarios clave del gabinete económico.
Ahora
mismo, toda la mira está puesta en la continuidad del programa de Precios
Cuidados, que vence el próximo viernes.
Esas
negociaciones están avanzadas en un 50% y no se sabe si se llegará a un acuerdo
antes de ese momento.
Otro
funcionario del gabinete, en diálogo con iProfesional, admitió que los
empresarios quieren saber varias cosas que resultan determinantes para sus
respectivos negocios, en el corto plazo.
Una
de las dudas es si el Banco Central tendrá dólares suficientes para habilitar
importaciones o si, por el contrario, habrá bloqueos en la entrada de insumos.
Las empresas tienen que decidir a esta altura cuál es el volumen esperado de
producción para este año.
Cada
vez que le preguntan sobre la cuestión, Pesce responde que las
restricciones se irán flexibilizando en la medida que haya disponibilidad de
divisas. Algo que, a esta altura, depende de que en las próximas semanas se
firme el demorado acuerdo con el FMI.
El
principal problema que tiene ahora el Gobierno en el frente interno es
la falta de credibilidad entre las empresas más grandes, que
además del tema precios son además responsables de la contratación de mano de
obra. Ninguna decisión favorable se destrabará hasta tanto haya previsibilidad
cambiaria y financiera.
Guzmán
trabaja en esa negociación con el Fondo y también con la premisa de que para
este 2022 que acaba de arrancar se caracteriza por una cuestión central y
objetiva: que los salarios le ganen a la inflación.
Lograrlo
-que los ingresos corran unos puntos por delante de los precios- no luce nada
sencillo. Al menos para la mayoría de los trabajadores.
Sin
embargo, parece necesario para pasar del rebote al crecimiento económico. En
2021, el rebote estuvo sostenido por el sector externo y por las inversiones de
las empresas que volvieron a trabajar. Pero detrás quedó el consumo. Ahí se
explica en buena parte la derrota electoral del oficialismo en septiembre y
noviembre últimos.
El año pasado sólo pudieron
ganar los sueldos de los trabajadores registrados, la "crema" del
mercado laboral. Los informales ("en negro") quedaron 13 puntos por
debajo de la inflación (51% de inflación contra 38% los dalarios), de acuerdo a
los últimos registros oficiales.
Guzmán
está convencido de que el acuerdo con el Fondo será ordenador de las
expectativas. Se lo transmitió a CFK desde un principio; pero la estrategia
política de la vicepresidenta doblegó esa visión.
Todavía
hay muchas variables críticas de la economía en el aire, que requieren de ese
ordenamiento para empezar a marcar el rumbo hacia un escenario sostenible y
estable, que permita aquel objetivo de salarios pujantes sin que eso lleve a un
desmadre en el corto alcance.
El
final del 2021 dio una muestra de lo que puede suceder si no se alinean las
expectativas. El año terminó con una fuerte suba en los precios de los
alimentos y en una presión adicional sobre el tipo de cambio.
Los
precios de los alimentos no dan tregua: la aceleración inflacionaria se siente
a pesar de los acuerdos y de algunas restricciones, como la prohibición de
exportar carnes. A lo largo del año pasado, el costo de la "mesa
familiar" se encareció por encima del resto. Y diciembre no fue la
excepción.
Más
bien todo lo contrario: las distintas consultoras dan cuenta de
una inflación de alimentos que el mes pasado -por efecto de
las fiestas de fin de año- estuvo cerca del récord del año.
Eco
Go, una consultora que semanalmente coteja la evolución de los precios
"online", midió que los alimentos y bebidas subieron 4,3% el mes
pasado contra 3,5% de la inflación mensual.
Ahí
está -acaso- uno de los mayores desafíos para Guzmán y para todo el Gobierno:
que, por fin, la economía se "tranquilice" tras el acuerdo con el FMI
y la inflación de la comida vaya paulatinamente desacelerándose. ¿Lo logrará? .
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