Por
Jaime Rosemberg - En medio de la crucial negociación entre el gobierno de
Alberto Fernández y el FMI en torno del acuerdo que necesita el país para
escapar de una nueva cesación de pagos, Estados Unidos sumará en la segunda
quincena de enero un nuevo actor en la relación bilateral.
Aún
sin confirmación oficial, se espera para las próximas horas la llegada al país
de Marc R. Stanley, designado embajador en la Argentina por el presidente Joe
Biden, y confirmado por el Senado de ese país el pasado 18 de diciembre.
Stanley,
que juró su cargo ante la jueza Karen Scholer de Texas cuatro días después, ya
dejó trascender que su gestión será “activa” y que su intención es “recorrer el
país y las 23 provincias” en su misión diplomática, en un momento clave del
vínculo con la Argentina, y luego de un año sin embajador designado luego de la
partida de Edward Prado, en enero pasado. También, por lo que se desprende de
su alocución en el Senado, está muy atento a las condiciones y al “plan
macroeconómico” que la Argentina aún no ha presentado para obtener el aval del
FMI.
“Hoy
recibí la visita del nuevo embajador de los EE.UU. en la Argentina, Marc
Stanley. Muy positivo encuentro. Trabajaremos coordinados para potenciar la
agenda bilateral de la relación entre los presidentes Fernández y Biden”,
escribió el pasado 30 de diciembre el embajador argentino en Washington, Jorge
Argüello.
En
esa ocasión también adjuntó en las redes sociales una foto de su encuentro con
Stanley, quien en la defensa de su nominación, a fines de octubre, efectuó
duras críticas (generales, por cierto) a la política económica del país.
Argüello es, hoy por hoy, el principal delegado del Gobierno en su relación con
Estados Unidos, un vínculo atravesado por los acuerdos y también por algunas
sonoras diferencias en el pasado reciente, en temas como la llegada de vacunas,
la relación con regímenes como Venezuela o Nicaragua, o la relación con China.
“La
Argentina es un hermoso autobús turístico al que las ruedas no le están
funcionando”, dijo entonces Stanley ante una consulta sobre la economía del
país, y agregó: “La deuda del FMI es enorme. Sin embargo, el problema es que es
responsabilidad de los líderes argentinos elaborar un plan macro para
devolverla, y aún no lo han hecho. Dicen que ya pronto viene uno”, dijo
Stanley.
Dos
meses después, y según informó la nacion, la falta de un plan “creíble” sigue
en el debe de la gestión del Frente de Todos, al menos para Washington.
En
aquella presentación, Stanley también dejó críticas puntuales a la política
exterior argentina, sobre todo en el vínculo con Venezuela, Cuba y Nicaragua en
lo relacionado con los derechos humanos en esos países.
“La
Argentina aún no se ha unido a Estados Unidos y otros países para presionar por
reformas significativas en países como Venezuela y Cuba. Si se confirma, planeo
involucrarme con el liderazgo argentino en todos los niveles para buscar formas
de lograr nuestro objetivo común de un hemisferio que honre nuestros más altos
ideales”, dijo Stanley ante los senadores, antes de recibir su respaldo.
Graduado
en la Universidad George Washington y la Facultad de Derecho de Texas, Stanley
es un abogado civil exitoso, que está casado y tiene tres hijos, que combinó
sus tareas profesionales con un intenso activismo en la comunidad judía
norteamericana, por la que recibió numerosos premios y distinciones.
“A
lo largo de mi vida, el servicio público, la búsqueda de la justicia, el deseo
de devolver y reparar el mundo, lo que en el judaísmo llamamos Tikún Olam,
siempre han sido una parte central de mi identidad: como joven pasante y
miembro del personal del Capitolio. Lo ha sido como abogado, como voluntario,
como activista en todo, desde la lucha para rescatar a los judíos soviéticos
hasta la causa de un Estado de Israel más seguro y roles de liderazgo en
organizaciones sin fines de lucro locales y nacionales y en el gobierno estatal
y federal”, dijo Stanley en aquella presentación al Senado. Llegará, lo sabe, a
un país con una comunidad judía numerosa, que sufrió los atentados terroristas
en la embajada de Israel y la AMIA, aún impunes.ß
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