Los
granos, la harina y el aceite se van por la misma senda: 46% queda en impuestos
para el Estado (EFE)
Por
Sergio Serrichio - Aunque sigue siendo el principal rubro exportador de la
Argentina, en la última década el complejo sojero perdió espacio a nivel
mundial y el país dejó de recibir decenas de miles de millones de dólares.
Incluso
el perfil de los compradores cambió. En el primer semestre de 2021, según un
informe del Indec, los principales compradores de soja argentina fueron la
India y Vietnam, que en valor compraron más del triple que China, antes cliente
número uno, y ganaron importancia compradores como Bangladesh.
El
perfil de los clientes y la canasta de productos hizo que se fuera achicando la
posibilidad de venta de harina y aceite, productos para los cuales la Argentina
desarrolló, en torno de los puertos de Rosario, el principal centro de
procesamiento mundial de soja, que hoy funciona a entre 50 y 60% de su
capacidad, dijo Luis Zubizarreta, presidente de la Asociación de la Cadena
de la Soja Argentina (Acsoja)
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¿Hay un auge y declinación de la soja?, le preguntó Infobae.
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“Sí lo hay, lamentablemente. Esta última campaña es el área de siembra más baja
de últimos 15 años. Llegamos a tener una producción récord de 60 millones de toneladas
(2014/15) y desde ahí tuvimos estancamiento y declinación. Podríamos
producir 70 millones de toneladas, pero estamos en 44/45 millones. Y no es que
el mundo demande menos, sino que demanda más. Brasil, EEUU, Paraguay crecen, en
algunos casos fuertemente”, respondió el también titular de la Cámara de
Biocombustibles (Carbio).
De
hecho, un informe del Centro de la Industria Aceitera Argentina (Ciara) y la
Cámara de Exportadores de Cereales (CEC) precisó que en los últimos 10
años la producción de soja en la Argentina cayó 12%, de 50 a 44 millones de
toneladas, mientras en Brasil aumentó 91%, de 75 a 144 millones y
en EEUU 31%, de 91 a 119 millones de toneladas.
Más
preocupante aún es el estancamiento en el volumen de procesamiento local,
esto es, la industrialización del producto primario, para producir harina (la
Argentina sigue siendo el primer exportador mundial) y aceite. Hace diez años
se procesaban unas 36 millones de toneladas, casi igual que ahora. En igual
período, EEUU aumentó 32% y Brasil 28% su volumen de procesamiento.
Además,
dice el informe, los países compradores, liderados por China, también
incrementaron su capacidad, en unas 17 millones de toneladas: quieren comprar
menor aceite y harina, y más poroto, de menor valor, para procesarlo localmente.
Lo cual implica menos empleo y menos dólares para la Argentina.
El
monumental complejo de procesamiento creado a fuerza de inversión en torno de
los puertos cercanos a Rosario hoy funciona a 50% o a lo sumo 60% de su
capacidad, dijo Zubizarreta.
El
menor volumen de procesamiento implicó a su vez que se perdieran unos 700.000
viajes de camión, se impidiera la creación de unos 80.000 empleos formales de
calidad y se dejaran de exportar unos USD 10.000 millones anuales, durante
varios años, calculó Gustavo Idígoras, presidente de Ciara-CEC, ante una
reciente consulta de Infobae.
Los dos primeros complejos
exportadores de la Argentina: soja y maíz. Pero la soja se estancó en los
últimos años, mientras el maíz sigue avanzando
De
hecho, Zubizarreta recordó a Infobae que según algunos cálculos la pérdida de
exportación en las campañas de la última década alcanzaba para pagar la deuda
argentina con el Fondo Monetario Internacional.
¿Cómo
un país en crisis, con casi 50% de pobreza y que necesita dólares se da el lujo
de retroceder en la cadena exportadora más importante? dijo Zubizarreta que se
planteó en el último seminario de Acsoja, al que concurrió el entonces recién
asumido titular de Agricultura, Julián Domínguez. “El ministro estuvo de
acuerdo con el planteo y se comprometió a trabajar para revertir la situación
con una salida superadora”, dijo Zubizarreta a Infobae.
Para
la cadena sojera, la razón de la pérdida de posición internacional y
estancamiento y declinación local es muy clara. “Se ensañaron con una carga
fiscal sobre la cadena tan extraordinariamente, que más que duplica el promedio
del país y ahoga el incentivo a producir. Le pusieron piedras en la mochila a
nuestros mejores corredores. En nuestro sector es válida la curva de Laffer: se
podría recaudar más, por mayor producción, si gravaran menos la producción y la
exportación: hay que pensar en bajar gradualmente las retenciones”, dijo
Zubizarreta.
La
parte del león (fiscal)
Un
trabajo de Acsoja y la Fundación para el Desarrollo Agropecuario Argentino (FADA)
estimó que en el primer semestre del año, en que el precio promedio de las
exportaciones de soja argentina (como poroto, aceite y harina) fue de USD 566
la tonelada, de los cuales 260 fueron para el fisco argentino. Sin más mérito
que su poder tributario, el Estado se queda con la parte del león: el 46% (de
esa parte, 69% son impuestos no coparticipables, solo para el Gobierno
nacional), más que el 40% (USD 226 por tonelada) de los productores, al tipo de
cambio oficial y ya rebanado por las retenciones, y muchísimo más que el
7% que le queda la industria, el 5% que se va en fletes y el 2% al sector
comercial.
Muchos
expertos destacan también que el aumento del área y la producción de maíz,
trigo, cebada y otros cultivos implica mayor rotación y cuidado del suelo, notó
Infobae al titular de Acsoja.
“El
avance de otros cultivos es positivo, pero puede darse sin que retroceda la
soja. Argentina tenía una tendencia a una producción no sustentable desde lo
agronómico. Pero eso ha sucedido también en los países donde aumentó la
producción de soja. Se puede aumentar la producción, achicando la participación
relativa de la soja respecto de otros cultivos como el maíz y el
trigo. Vía precios, el mundo manda una señal para producir y la Argentina
deteriora esa señal con impuestos. El mundo demanda soja y nosotros sofocamos
los sectores productivos”, respondió Zubizarreta.
Amenazas
Además,
desarrollos externos echan sombras sobre el futuro.
Apuntando
a la “sustentabilidad”, EEUU está impulsando la construcción de megaplantas de
biodiesel para sustituir el uso de combustibles fósiles mediante mayor
producción de aceite de soja para elaboración de biodiesel.
Así,
por ejemplo, Chevron y Bunge de EEUU anunciaron una inversión conjunta de
USD 600 millones y se fomaron otras parejas de gigantes,
como Phillips y Shell y Marathon Petroleum y Archer Daniels Middland, que
anunciaron joint ventures e inversiones multimillonarias para producir
biodiesel. Según Ciara-CEC, por cada tonelada de aceite de soja para biodiesel,
EEUU producirá también cuatro toneladas de harina de soja, cuyo principal
destino será la exportación.
“Les
va a sobrar la harina. La Argentina todavía es el principal exportador mundial
de harina de soja y es un mercado que nosotros estamos cerrando con la reducción
del corte a la mitad; lo que está haciendo que nosotros vendamos nuestro aceite
a la India y Bangladesh, y también tengamos nuestras plantas de biodiesel con
capacidad ociosa”, dijo Zubizarreta.
La
Argentina es todavía el primer exportador mundial de harina de soja, pero el
avance de un conglomerado de megaplantas aceiteras en EEUU es una amenaza a su
futuro, por cada tonelada de aceite de soja para biodiesel, quedan 4 toneladas
de harina, que competirá con las expo argentinas
Soja, Maíz, Trigo
Según
datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, en 2001/02, la Argentina produjo 15,3
millones de toneladas de trigo, 14,7 millones de toneladas de maíz y 30
millones de toneladas de soja. Diez años después, en la campaña 2011/12, había
retrocedido a 15,1 millones en la producción de trigo, aumentado a 21,1
millones de toneladas de maíz ( 43,5%) y a 40,9 millones de toneladas de soja
( 36,3 por ciento).
En
los diez últimos años la producción de trigo se recuperó, al punto de estimarse
una producción de más de 22 millones de toneladas para la campaña 2021/22 (un
aumento cercano al 50% respecto de hace diez años) y el maíz siguió su
ciclo ascendente: 52 millones en la última campaña y 57 millones que se estiman
en el ciclo 2021/22 (un envión adicional en torno del 150 por ciento).
Por
el contrario, la soja cerró en 45 millones la última campaña, un tercio
menos que las 60 millones de toneladas de 2014/2015 y muy lejos de su
potencial de 70 millones de toneladas, aunque con aumentos de productividad por
hectárea y precios que en mayo de 2020 superaron los USD 600 por toneladas,
marcando un muy buen promedio para 2021, y en los últimos días volvieron a
superar los 500 dólares.
El
mundo empuja la soja argentina, pero el Gobierno le carga la mochila de
piedras.
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