Por
Javier Blanco - Aunque el Banco Central (BCRA) viene acelerando desde hace poco
más de un mes el ritmo de devaluación del peso, la moneda local no deja de
perder competitividad: alcanzó el último miércoles el más elevado nivel de
intercambio real en tres años y casi ocho meses, es decir, desde que se
desencadenó, entre abril y mayo de 2018, la crisis cambiaria que haría
naufragar a la administración Macri.
Los
datos oficiales son reveladores al respecto.
El
índice de tipo de cambio real multilateral (Itcrm), la medida más amplia de
competitividad cambiaria que elabora el propio BCRA respetando una ponderación
que tiene en cuenta las monedas con que más comercia la Argentina, tocó ese día
los 101,8 puntos, el nivel que mostraba a comienzos de mayo de 2018, es decir,
10 días después de iniciado el proceso de devaluación del peso provocado por
una abrupta fuga de capitales que se dinamizó desde el 25 de abril, cuando la
entidad oficial acompañó el desarme de una millonaria posición que fondos de
inversión externos habían asumido en sus Lebac.
La
caída en la competitividad de la moneda se dio aun cuando la entidad hoy
comandada por Miguel Pesce convalidó, solo en lo que va del mes, una
devaluación del tipo de cambio oficial del 1,42% (había cerrado el mes anterior
a $100,96 y clausuró la última rueda de la semana anterior a $102,30),
porcentaje que supera el ajuste de 1,243% permitido en noviembre y que ya se
posiciona como el mayor en siete meses para el dólar comercial (no avanzaba
tanto desde abril). La administración Fernández viene profundizando la
estrategia de usar el tipo de cambio como ancla antiinflacionaria desde los
meses previos a la elección de medio término, intento que resultó fallido, como
está a la vista.
La
novedad surgió en una semana en la que el BCRA debilitó fuerte su tenencia
propia de reservas al cursarse el pago de casi US$1900 millones al FMI, hecho
que no le impidió manejar el valor del tipo de cambio oficial mayorista, al que
dejó subir apenas 32 centavos en la semana, pese a su frágil posición y a las señales
de alerta sobre lo cambiario que emiten los índices que la propia entidad
produce.
Vale
recordar que, según un promedio de las estimaciones de mercado, la posición de
reservas netas queda en torno a los US$3500 millones, nivel que apenas
garantiza unas 23 jornadas de importaciones al nivel de las que se venían
realizando hasta agosto.
De
ese total, algo menos de US$200 millones serían reservas líquidas, aún
considerando las recompras por US$13 millones que acumuló en la semana.
“El
dólar mayorista cerró a $102,10 y $102,30 por unidad, para compra y venta
respectivamente, apenas 32 centavos arriba del viernes anterior, con lo que
registró la corrección semanal más baja de las últimas cinco semanas”, reseñó
el analista y operador Gustavo Quintana.
El
economista Nery Persichini, de GMA Capital, había apuntado ya días atrás que
2021 “se encamina a ser el año de mayor atraso cambiario desde 1997”, cuando se
inicia la serie renovada de índice de tipo de cambio real del BCRA. “El peso
contra el dólar, en términos reales y considerando inflaciones y monedas de
socios comerciales, se apreció 18,6% hasta el 20 de diciembre”, hizo notar.
Su
colega Santiago Bulat, de Invecq Consulting, recuerda que un tipo de cambio
pisado “alienta la presión sobre las importaciones y limita las exportaciones,
y genera un mecanismo sobre las expectativas de una próxima devaluación,
generando aún más incentivos para la demanda”.
No
hizo más que recordar un círculo vicioso sobre el que, años atrás, advertía el
hoy ministro de Economía, Martín Guzmán, aludiendo al atraso cambiario que
estaba generando la administración Macri en 2017 y 2018, un nivel al que está
ayudando a volver a pasos acelerados, ahora que decidió olvidarse de lo que
pregonaba en sus exposiciones académicas sobre la Argentina.
La
frágil posición en la que vuelve a estar el BCRA y los problemas que le genera
a la economía un tipo de cambio ficticiamente atrasado hacen que se incrementen
los pronósticos sobre un ajuste o salto devaluatorio. Fue lo que advirtió mediante
un informe enviado a sus inversores el banco de inversión Goldman Sachs, por
caso, tras advertir sobre los “vientos de frente” que enfrentará Argentina en
2022 y 2023, tras repasar “la acumulación de desequilibrios macro y
financieros” de la economía local.
Hay
que recordar que aunque el BCRA detuvo ya hace dos semanas la pérdida de
reservas por intervenciones en el mercado de contado, lapso en que recompró
unos US$20 millones, aun así se encamina a cerrar el peor diciembre de los
últimos seis años, ya que arrastra aún un saldo vendedor negativo de US$345
millones desde que arrancó el mes.
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