Domingo 2 - Por Pablo Wende - La buena noticia para el Gobierno
es que si el año próximo la economía se estancara de punta a punta, igual
la actividad terminaría casi 3% arriba. El “arrastre estadístico” volverá a
jugar a favor por la aceleración del segundo semestre de 2021, que deja un piso
de comparación más favorable en los primeros meses de 2022. La mayoría de los
pronósticos (que tal vez se vuelvan a equivocar), consideran que el año será
mucho más difícil sostener la recuperación alcanzada en 2021.
La
mejora de la economía, no obstante, no termina de derramar en la gente. La
elevada inflación impide que se produzca una recuperación de los salarios
reales, que en promedio han caído 20%. Y la fuerte caída del desempleo,
que pasó de 11,7% a 8,2% en un año se dio sobre todo en base a trabajos
informales y cuentapropismo. Los empleados formales están aún casi 130.000 por
debajo de 2019, sin contar los que se deberían haber generado por el
crecimiento vegetativo de la población.
Este
año hubo una mezcla de razones que impulsaron la mejora. Excelentes precios
internacionales de las materias primas que exporta la Argentina (la suba de la
soja aportó USD 10.000 millones adicionales), sectores que se recuperaron
fuertemente luego del bajón de la pandemia, planes de incentivo al consumo como
el Ahora 12 y el Previaje, además de recaudación adicional obtenida por
impuestos extraordinarios como el aporte solidario.
Sin
embargo, es una reactivación que se da en medio de fuertes desequilibrios.
La caída del nivel de reservas a pesar de haber sido un año de abundancia de
dólares (por balanza comercial y distribución de DEG del FMI), el atraso del
tipo de cambio oficial, el aumento de la brecha cambiaria otra vez a niveles de
100% y el congelamiento de las tarifas, que siguen aumentando peligrosamente
los subsidios.
El tema del verano
La
negociación con el FMI será el gran tema del verano, aunque los grandes
inversores bajaron fuertemente sus expectativas sobre el resultado
final. Informes como el de Goldman Sachs de la última semana o el de la
calificadora Moody´s son pesimistas a la hora de evaluar qué impacto tendría el
cierre del acuerdo.
Los
escenarios que se abren en relación al acercamiento al FMI son tres:
1-Que
no se firme ningún acuerdo: Esta posibilidad luce cada vez más lejana,
sobre todo luego del último pago de USD 1.900 millones del jueves último. No
tendría sentido alguno seguir pagándole religiosamente al Fondo si no hay
intención de llegar a un acuerdo. Además, las voces que se escuchan en contra
de esta posibilidad, como la del director del Banco Nación, Claudio Lozano,
son totalmente marginales dentro del Gobierno. Por otra parte, las advertencias
en relación a las consecuencias de un default con el FMI suenan cada vez más
fuertes y creíbles.
2-Que
se llegue a un acuerdo “light”: Es una de las posibilidades, ante las
internas políticas que enfrenta el propio Gobierno y también la necesidad de
negociar con la oposición. La duda que persiste por estas horas es hasta dónde
estará dispuesto a aflojar el staff del FMI para llegar a un acuerdo antes de
marzo. Este escenario no termina de cerrar en Wall Street. Los inversores son
partidarios de un arreglo que ayude a encauzar a la economía argentina y no se
limite a patear vencimientos.
3-Que
se firmen condiciones más duras, pero muy difíciles de cumplir: Este escenario
tampoco termina de conformar a nadie. Implicaría una reducción mucho más
drástica del rojo fiscal, ordenar rápido el frente fiscal y cambiario, además
de avanzar con algunas reformas estructurales, por ejemplo en el frente
laboral. Ése sería el contenido de un programa clásico de “facilidades
extendidas” a diez años como el que se está negociando. Sería lo lógico,
además, teniendo en cuenta que habría cinco años de gracia para empezar a
devolver el capital. Sin embargo, casi nadie cree que el Gobierno estará dispuesto
a cumplir con estas exigencias. Sobre todo teniendo en cuenta que 2023 es un
año electoral; habrá mucho más incentivos en hacer lo posible por ganar las
elecciones que en cumplirle al Fondo.
Indicadores de cautela
Guzmán,
ante la Comisión de Presupuesto. El ministro es criticado por no haber
negociado en simultáneo con los bonistas y el FMI en 2020. Tampoco está claro
por qué motivo no aceleró un acuerdo este año
El
riesgo país que continúa arriba de los 1.700 puntos, el tipo de cambio
superando los $ 200 y acciones que no consiguen salir del pozo no hacen más que
reflejar la extrema cautela de los mercados. Nadie espera que el acuerdo
con el Fondo represente un antes y un después para la economía argentina ni
para el Gobierno.
Desde
que ganó las PASO en 2019, generando un fuerte derrumbe de las
cotizaciones, Alberto Fernández nunca consiguió revertir la
desconfianza de los mercados por la vuelta del kirchnerismo. Ni siquiera el
repunte más fuerte que el esperado del 2021 logró mejorar la visión de los
mercados.
En
el ojo de todas las miradas está Martín Guzmán, duramente criticado por no
haber negociado en forma simultánea con los bonistas y el FMI en
2020. Tampoco está claro por qué motivo no aceleró un acuerdo este año, lo
que hubiera ahorrado el pago de casi USD 4.000 millones al propio Fondo entre
septiembre y diciembre. A la hora de encontrar excusas siempre aparecen las
internas políticas en Frente de Todos.
Las
encuestas entre hombres de negocios locales son, sin embargo, un poco menos
pesimistas respecto a lo que se viene el año próximo. En varios estudios
que miden la expectativa empresarial, se percibe una mejor perspectiva a partir
de la recuperación del 2021.
Las
últimas novedades de cara a fin de año llegaron para los hombres de negocios con
sabor mixto. La decisión del Gobierno de reducir gradualmente la doble
indemnización a lo largo del primer semestre de 2022 va en el camino
correcto. Es parte de una de las medidas más reclamadas por las cámaras
empresariales, que sugerían normalizar el mercado laboral.
Los
cambios en Bienes Personales, sin embargo, implican un aumento de la presión
impositiva y cargar las tintas sobre los impuestos patrimoniales, que se
encuentran en retirada en todo el mundo. Ahora la alícuota más alta para
patrimonios en la Argentina subirá de 1,25% a 1,75%. En su
momento, Mauricio Macri había prometido reducir la alícuota de este
gravamen a 0,25%, aunque nunca cumplió.
Pero
la medida más sorprendente involucra al mercado aéreo. El regreso de un
piso tarifario para los vuelos de cabotaje procura barrer con la competencia de
Aerolíneas Argentinas, en un sector que atravesó dos años durísimos de
pandemia y en el que aparecían algunos jugadores dispuestos a seguir
compitiendo en base a bajos costos y eficiencia.
Se
trata de todo un símbolo de los problemas de larga data que arrastra la
economía argentina y que no terminan de desaparecer: empresas públicas
ineficientes y deficitarias, proteccionismo a compañías locales poco
competitivas y sindicatos arcaicos que buscan trabar a toda costa la
modernización de la economía.
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