Domingo 19 - Por Mariano Spezzapria - El Gobierno trasladará el
debate económico para marzo tras la derrota que sufrió en el Congreso por el
rechazo del presupuesto 2022, en medio de un enfrentamiento con la oposición y
de tensiones internas. Según pudo saber la nacion, el Poder Ejecutivo enviará
al Parlamento después del verano un nuevo presupuesto y también el “plan
plurianual”, que contendría, a esa altura, el acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI).
El
oficialismo acordó una “hoja de ruta” que incluye la presentación de ambas
iniciativas en marzo apenas terminó la sesión de la Cámara baja el último
viernes, en diálogos entre Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Sergio Massa y
Martín Guzmán. Todo en un clima de suspicacias por el tono del discurso de
Máximo Kirchner, que dinamitó el pase a comisión del presupuesto 2022. Guzmán
quedó afectado por la caída del proyecto, ya que le había manifestado al propio
Kirchner que necesitaba tenerlo aprobado para esta semana.
Tras
la derrota que sufrió en el Congreso por el rechazo al presupuesto 2022, que no
solo lo enfrentó con la oposición, sino que además le generó dudas internas
respecto de la intencionalidad del kirchnerismo, el Gobierno trasladará el
debate económico para marzo próximo. Después del verano, enviará al Parlamento
un nuevo presupuesto y también el plan plurianual que, esperan en el
oficialismo, contendrá a esa altura el acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI).
Así
lo pudo saber la nacion de fuentes ejecutivas y legislativas de la coalición
gobernante, que afirmaron que luego del cimbronazo por la caída de la “ley de
leyes” para 2022, el Gobierno armó una “hoja de ruta” que incluye la
continuidad de las negociaciones con el FMI y una nueva ronda de conversaciones
para reflotar el presupuesto del año próximo. El presidente Alberto Fernández y
los titulares de Diputados, Sergio Massa, y del Senado, Cristina Kirchner,
acordaron avanzar en esa dirección.
La
reacción de los principales referentes del Frente de Todos comenzó a gestarse
no bien terminó la sesión de la Cámara baja el viernes por la mañana, en medio
de un clima de suspicacias por el tono del discurso de Máximo Kirchner que
dinamitó el pase a comisión del presupuesto 2022, lo que hubiera impedido el
rechazo posterior en la votación. En ese momento, hubo llamadas telefónicas
cruzadas entre Fernández, Massa y Cristina Kirchner. Los contactos también
alcanzaron al ministro de Economía, Martín Guzmán.
“No
hay que dar por cerrada la discusión del presupuesto; no es una batalla
perdida”, coincidieron todos los interlocutores, de acuerdo con las fuentes
consultadas. Al mediodía del viernes, Fernández recibió a Massa en la quinta de
Olivos, justo antes de la reunión vía Zoom con la directora gerente del FMI,
Kristalina Georgieva. Ahí se definió la prórroga del presupuesto 2021 que
después anunció Guzmán. “El Gobierno no va a aplazar sus obligaciones”,
justificaron desde el Palacio de Hacienda.
Guzmán
quedó afectado por la caída del presupuesto. El ministro de Economía se había
encargado de pedirle personalmente a Máximo Kirchner que necesitaba tenerlo
aprobado para el jueves que pasó, dado que el viernes estaba programada la
reunión con Georgieva. El propio Fernández insistió en esa línea con llamadas
telefónicas a Massa y al jefe del bloque de diputados del FDT en plena madrugada
de sesión. De hecho, salió del Presidente la propuesta para que el proyecto
retornara a comisión.
En
la Casa Rosada y también entre los propios diputados oficialistas cayó como un
baldazo de agua fría la intervención de Máximo Kirchner. Un discurso previo de
Leopoldo Moreau anticipó que el kirchnerismo duro no estaba conforme con el
presupuesto. Más tarde, fue el nuevo jefe del PJ bonaerense el que blanqueó en
declaraciones televisivas que, a su criterio, Guzmán debió haber incluido en
los cálculos “el acuerdo vigente con el FMI”. Esto es, el cronograma de pagos
que el Gobierno busca postergar para evitar el default de la deuda.
También
llamó la atención que apuntara contra Emilio Monzó, Rogelio Frigerio y María
Eugenia Vidal, diputados que se alinean en el ala moderada de Pro y que estaban
dispuestos a votar el pase a comisión, pero que luego de los cuestionamientos
optaron por el rechazo liso y llano. La radicalización de Máximo Kirchner no es
una buena noticia para Fernández ni para Guzmán, aunque una vez consumados los
hechos, se encolumnaron detrás de la idea de que “la oposición no derrotó al
Gobierno, sino que le hizo daño a la Argentina”.
El
oficialismo buscó trasladar así la responsabilidad de la caída del presupuesto
a los bloques de la oposición, en una estrategia de dudoso éxito porque además
de Juntos por el Cambio, la principal coalición opositora, también se plegaron
al rechazo otras bancadas que en el futuro el FDT puede necesitar como aliadas
en el Congreso. “Los que me piden cerrar con el Fondo no me aprueban el
presupuesto”, cuestionó ayer el presidente Fernández desde la quinta histórica
de San Vicente, con
En
lo inmediato, la “hoja de ruta” que se trazó el Gobierno para aplacar la
incertidumbre política y económica que generó el rechazo del presupuesto
incluye una ronda de contactos con gobernadores para asegurarles que lo que se
había negociado no caerá en saco roto. Incluso, la Casa Rosada insistirá en
contactar a mandatarios provinciales de la UCR –como el jujeño Gerardo Morales,
que acaba de tomar la presidencia de su partido– y de partidos provinciales de
Misiones, Río Negro y Neuquén.
“Necesitamos
acordar los presupuestos para consolidar la recuperación económica”, dijo ayer
una de las fuentes oficiales consultadas por este medio. “El Gobierno tiene
herramientas para seguir empujando la recuperación”, acotó otro vocero en la
misma sintonía. El FDT busca así evitar la imagen de país paralizado que puede
dar la caída de un presupuesto. Fernández también avanzaría con la convocatoria
a sesiones extraordinarias del Congreso, con un listado de temas que de acuerdo
con la Constitución fija exclusivamente el Poder Ejecutivo.
Pero,
en los hechos, el paquete económico pasará para marzo.
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