Por Salvador
Di Stéfano - La Reserva Federal de Estados Unidos eliminará los
estímulos a la economía en forma gradual, hasta que en marzo de 2022 deje de
comprar bonos para inyectar dinero líquido al mercado. Desde esa fecha en
adelante, hará un relevamiento del mercado de trabajo, los precios y la
actividad económica para evaluar si es necesario un aumento de la tasa de
interés de corto plazo. En los pronósticos de los miembros de la Reserva Federal,
se esperarían 3 aumentos de tasas en el año 2022, y 4 aumentos para el año
2023, por lo cual avizoran que el tipo de interés de corto plazo podría estar
en torno del 0,9% anual para diciembre de 2022 y 1,9% anual para diciembre de
2023.
Estados
Unidos tiene un escenario de alto déficit fiscal financiado con emisión
monetaria y un gran aumento de la deuda pública. Las medidas monetarias esperan bajar la tasa de
inflación, que se proyecta a niveles del 2,2% para fines del 2022, cuando hoy
se ubica en el 6,8% anual.
Por
lo que se puede avizorar, Estados Unidos ha iniciado el camino de mutar de una
política monetaria con tasas negativas contra la inflación, a fijar tasas de
interés que sean neutras contra la inflación. Es la única manera de tratar de
generar una mayor preferencia al ahorro por parte de los consumidores y hacer
que los precios muestren una desaceleración.
En Argentina, las tasas
de interés son muy negativas contra la inflación. Un plazo fijo paga una tasa
del 34% anual, cuando la inflación acumulada de los últimos 12 meses fue del
52,1%. Esto implica una tasa negativa de 18,1 puntos porcentuales (p.p.), que
invita al ahorro en dólares y resulta una estafa para el ahorrista en pesos.
Por
el lado del financiamiento, los créditos a empresas rondan entre el 40% y 50%
anual. Cuando le deducimos el impacto del impuesto a las Ganancias del 30% en
la tasa de interés, tenemos que las tasas activas en Argentina están entre el
28% y 35% anual. Esto implica tasas negativas de 24,1 p.p. y 17,1 p.p. versus la
inflación. Estos créditos alientan a que los empresarios tomen estas
financiaciones, trabajen con dinero de terceros y demanden más mercadería.
La
tasa de interés negativa que ofrece el Banco Central al mercado no hace más que
incentivar la especulación en moneda extranjera y aumentar
la demanda de mercadería, lo que implica exacerbar los niveles de
inflación. Si a esto le sumamos que el Tesoro Nacional tiene un alto déficit
fiscal que financia con emisión monetaria, la consolidación de niveles de
inflación por encima del 50% está asegurada.
El
abuso de emitir a destajo
El Banco Central emite a
destajo para financiar a la Tesorería. Desglosaremos la emisión por
trimestres:
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En el primer trimestre del año fue de $135.000 millones
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En el segundo trimestre del año, $195.000 millones
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En el tercer trimestre del año, $630.000 millones.
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En el cuarto trimestre del año, $732.712 millones.
En
total, la emisión suma $1.692.712 millones al día 10 de diciembre de 2021. De
aquí a fin de año podríamos ver una mayor emisión, lo que nos acercaría a los
$2 billones.
El
Banco Central aduce que la emisión ha sido menor, porque a este número le resta
los $427.401 millones que ingresaron como Derechos Especiales de Giro. Para
nosotros, esta operación es parte de la contabilidad creativa que
realiza el Estado para disimular la gran expansión monetaria y no la
tenemos en cuenta.
La gran emisión monetaria que
realiza el Banco Central es consecuencia de la falta de financiamiento genuino
que tiene el Estado argentino y el gran déficit fiscal de la Tesorería.
La
Argentina podría subir la tasa de interés
En
lo que va del año 2021, la tasa de interés pasiva se ubica en el 34% anual, la
tasa de política monetaria en el 38% anual y la tasa de devaluación de los
últimos 12 meses fue del 24,1% anual. Claramente, hay un desincentivo a
liquidar exportaciones cuando la tasa de devaluación es tan baja respecto de la
tasa de inflación, que se ubica en el 52,1% anual; y la tasa de plazo fijo, que
se ubica en el 34% anual; y una tasa activa que ronda entre el 40% y 50%
anual.
Si el Gobierno desea hacer un
cambio en la política monetaria y cambiaria, debería colocar la tasa de
interés en terreno positivo. Esto implica una tasa superior al 50% anual. Si
eso ocurre, muchos ahorristas harán colocaciones en pesos, dejando de lado momentáneamente
el ahorro en moneda extranjera.
Por
otro lado, los créditos serían muy caros e invitarían a que los emprendedores
hicieran inversiones con capital propio o reinvirtieran las ganancias obtenidas
en sus negocios, bajando el nivel de apalancamiento financiero. Esto podría
traer una mayor recesión, con lo cual no habría margen para una gran suba de
precios.
Para
que los exportadores liquiden las ventas al exterior sería necesario una tasa de devaluación superior a la tasa de
inflación. Por ende, necesitaríamos un ajuste en el tipo de cambio
oficial no menor al 25%.
La
suba de la tasa de interés disciplina al mercado cambiario y a los precios. Sin
embargo, podría generar una suba del déficit cuasifiscal del Banco Central.
Recordemos que el endeudamiento del ente monetario suma $4,3 billones y si
tiene que pagar más tasa de interés debería soportar un mayor déficit, que
invariablemente sería financiado con mayor emisión.
El
Gobierno, en una trampa
La
política monetaria y cambiaria de Argentina es muy mala, pero no solo debemos
apoyarnos en mirar la inflación, la tasa
de interés y el tipo de cambio. Para sacar a Argentina del triste
escenario que vivimos necesitamos tener equilibrio fiscal, que es una
condición necesaria pero no suficiente y llevar adelante un plan de desarrollo sustentable.
El
Gobierno debería probar con alentar la llegada de inversiones extranjeras o dar
beneficios fiscales a los inversores del país, con el fin de dinamizar la
inversión, generar más riqueza, hacer crecer el PBI y, de esa forma, lograr a
futuro mayores ingresos fiscales para el sector público.
Para
atraer inversiones necesitamos un tipo de cambio alto y libre disponibilidad de
dólares para remesar utilidades. Nadie ingresa a un lugar del que no puede
salir.
Hablar de subir la tasa de
interés sin tomar medidas para alentar la inversión es un
suicidio. Volveremos a lo vivido en los años 2018 y 2019, cuando el FMI
alentó un ajuste sin confianza e irremediablemente llevó a Mauricio Macri a la derrota
electoral del año 2019.
El
Gobierno está en una trampa, si no sube la tasa de interés seguirá en
círculo vicioso de mayor inflación y devaluación. Si sube la tasa, sin tomar
medidas que auguren una mayor inversión, ingresará en el peligroso camino del
estancamiento y la inflación.
En cualquier caso, deberán
ajustar el dólar oficial a la suba (de lo contrario, habrá una
disminución de
liquidación de exportaciones) y, como falta confianza, la brecha no bajaría de
los niveles del 80% al 100% que nos tiene acostumbrado.
El
problema no es solo la tasa de interés, el problema más grave es la falta de
confianza. Y sin inversiones será difícil salir de esta crisis.
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