Por
Javier Blanco - El Banco Central (BCRA) comenzó a analizar la manera de cumplir
con una de las recomendaciones que recibió la semana pasada la misión argentina
que viajó a Washington: la posibilidad de avanzar en una suba de la tasa de
interés para llevarla a “terreno positivo” o lo más cercano a ello
gradualmente.
La
novedad llega cuando la tasa le acaba de ganar por cinco décimas a la inflación
general en noviembre tras haberse mantenido 12 de los últimos 15 meses muy
rezagada frente a ella, aunque todas las proyecciones y la propia inercia que
muestran los datos del Indec –el IPC núcleo subió 3,3% el mes pasado–
indicarían que se trata apenas de un oasis.
En
todo ese tiempo, latas a reguladapara depósitos de ahorro en pesos a plazo fijo
estuvo entre el 34% (2,8% mensual) y el 37% (3,04%) nominal anual, nivel en que
estuvo congelada por un año aún cuando el índice de precios al consumidor (IPC)
llegó a mostrar picos de hasta 4,8% en marzo pasado.
Por
esta razón, un ahorrista que hubiera mantenido un plazo fijo tradicional de
$100.000 en los últimos 12 meses hoy tendría un capital de $137.000 que
significaría una pérdida de poder adquisitivo del 9,5% en relación a la
inflación del 51,4% acumulada en el período.
El
organismo reconoció el pasado viernes que “hubo avances” en el trabajo con los
representantes argentinos, aunque no se privó de señalar que serían necesarias
“más discusiones” para arribar a un acuerdo y marcar sus premisas para
lograrlo. Fue en ese contexto que mencionó la necesidad que el Gobierno baje de
“manera gradual y sostenible” el déficit fiscal y se reduzca el financiamiento
monetario para cubrirlo mientras se apunta a acumular reservas, mejorar la
política monetaria yendo hacia una que ofrezca “tasas de interés positivas”,
entre otras cosas.
Sobre
esas premisas que atañen al BCRA ya comenzaron a trabajar los funcionarios de
la entidad que participaron de esas reuniones, su vicepresidente 2°, Jorge
Carrera, y el subgerente de Investigaciones Económicas, Germán Feldman.
Saben
que ayudaría a generar un marco para aspirar a un acuerdo que permita postergar
los plazos de pago de esa deuda (imposibles de cumplir) y conseguir el
reembolso de los US$3800 millones en DEG usados este año en cancelaciones de
capital (la mitad ya girada y la otra por girarse en unos días).
No
la tienen sencilla dada la enorme deuda remunerada que acumuló en los últimos
años la entidad, una carga que creció fuerte en los últimos dos años y ya
orilla los $4,4 billones (estaba en 2,5 billones cuando asumió Fernández) entre
Leliq al 38% anual) y pases pasivos (al 32% y 36,5%), dado el esfuerzo que hizo
para retirar buena parte de los 3,6 billones emitidos para asistir al Tesoro en
ese lapso.
Limitaciones concretas
Esa
enorme deuda ya le cuesta a un BCRA con patrimonio fuertemente debilitado (en
su activo hay muchos títulos del Gobierno) unos $139.000 millones al mes y el
dinero que imprime para mantenerla al día ( junto a la asistencia al fisco) es
uno de los grandes motores que tiene hoy la emisión monetaria.
En
este contexto subir la tasa hasta colocarla por encima de una inflación que el
mercado estima en el 52% para el año entrante no será fácil: “Por cada punto de
aumento debería pagar unos $43.000 millones más. Si se sube 18 puntos como lo
pediría el FMI, el costo de esa deuda crecería $774.00 millones anuales
adicionales que ejercerían una presión inflacionaria insoportable”, explicó
días atrás el analista financiero Christian Buteler.
Desde
la entidad sostienen que el dato de inflación que dejó noviembre (2,5%) puede
ayudar a la discusión respecto a cómo avanzar con el objetivo de una tasa real
positiva, tomando en cuenta también “el cambio de ritmo devaluatorio que se
viene registrando”, aunque manteniéndose en el marco de la armonización de
tasas que se llevó adelante durante la gestión.
Al
respecto no pasa desapercibido que en las subastas de deuda el Ministerio de
Economía fue habilitando ajustes en el interés que convalida para las
colocaciones a corto plazo (3 a 6 meses) que las llevaron del 38% al 43% en
unos meses.
Los
analistas creen que, pese a su delicada situación patrimonial, el BCRA tiene
espacio para avanzar con una mejora de la tasas que podría llegar a los 300
puntos básicos. “Claro que lo debería hacer en el marco de una serie de
anuncios que incluyan el acuerdo con el FMI y bajando notablemente el ritmo de
expansión de su deuda remunerada, lo que sería posible si se estabilizan las
expectativas porque eso facilitaría algún repunte en la demanda de pesos”,
indicó el economista y consultor Fernando Marull.
“No
le quedará más remedio que subir la tasa porque tendrá aumentar el ritmo de
crawling-peg: las dos cosas irán de la mano para no correr el riesgo de dar
incentivos para posponer la liquidación de divisas”, apuntó otro economista.ß
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