Por
Pablo Fernández Blanco - Mauricio Macri está preocupado por la economía. Esa
inquietud lo llevó a insertar en su agenda encuentros con referentes locales
como Roberto Cachanosky, los propios Luciano Laspina, Guido Sandleris y Hernán
Lacunza y los ajenos Javier Milei y José Luis Espert. Una de las últimas
reuniones ocurrió semanas atrás en Mercado de Liniers, el restaurante que tiene
en Palermo el excocinero de la Casa Rosada Dante Liporace. Se juntó con Domingo
Cavallo.
Entre
tenedores, cuchillos y bifes de 600 gramos hablaron en el almuerzo de Horacio
Rodríguez Larreta, de Patricia Bullrich y de lo que hay que hacer para que la
Argentina salga adelante. Los escuchaba el tercer comensal, Hernán Lombardi.
Casi nadie los vio porque estaban en un salón reservado del primer piso. Fue la
continuación de una reunión que Macri y Cavallo habían tenido meses atrás en la
casa que el expresidente alquila en Acassuso.
El
padre de la convertibilidad parece haber profundizado su manejo de la ironía.
Le enrostró a Macri que debía volver a ser presidente para amortizar todo lo
que les costó a los argentinos que aprendiera a gobernar. Tuvo palabras
elogiosas para Hernán Lacunza, su último ministro de Economía, y sugirió que el
mejor del entorno es Carlos Melconian. Días después se conoció que el apuntado
sería el nuevo titular del instituto que lanzó a Cavallo –también lo consulta
Patricia Bullrich– a la vida política desde la Fundación Mediterránea.
Una
coincidencia aeronáutica aceleró otro encuentro. Horacio Rodríguez Larreta
estuvo de gira por Estados Unidos en septiembre pasado. Se cruzó en un
aeropuerto con Cavallo, que pasa tiempo en ese país porque allí vive parte de
su familia. Acordaron una reunión cara a cara que luego se concretó. Los
acompañó Hernán Lacunza.
La
reunión fue la conclusión de una agenda frustrada. Ambos tenían previsto verse
el 13 de septiembre pasado, pero una neumonía complicó a Cavallo, que debió
atrasar el regreso a la Argentina.
El
último encuentro fue la continuación de otro que Rodríguez Larreta había tenido
con Cavallo en febrero de este año. A pedido de Luis Caputo –exministro de
Finanzas y presidente del Banco Central con Mauricio Macri–, se vieron en las
oficinas que el exministro tiene en la calle Tagle, cerca de Canal 7.
Las
charlas con Cavallo son una parada más en la expedición de Rodríguez Larreta
por informarse de primera mano y sostener una red de contactos capaces de
generar consensos en su plan para salir de la decadencia argentina. El camino
es heterogéneo: el tiempo que le dedicó al exministro menemista también se lo
reserva al líder social Juan Grabois.
Después
de haber descendido al infierno con la explosión de 2001 y permanecido allí por
una larga temporada, la figura del exministro de Carlos Menem parece
revalorizada en el último tiempo. Tiene críticos acérrimos, pero un mérito casi
único: la convertibilidad frenó la inflación y condujo rápido a la recuperación
a principios de los 90, dos cosas que faltan en la Argentina de 2021.
La
crisis de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner aceleró un consenso que sobrevuela
la oposición y a una parte del peronismo: hay que rediscutir la conveniencia de
los planes de estabilización y crecimiento. De lo contrario, dicen, se impone
la tradición política del populismo.
La
idea discurre incluso entre cuadros técnicos con llegada al kirchnerismo. Es el
caso de Martín Redrado, quien mantuvo reuniones con Cristina Kirchner y suele
responder preguntas de Alberto Fernández o de Sergio Massa. La versión
abreviada de su respuesta ante el drama de la economía es esta: se necesita un
plan de estabilización y crecimiento respaldado por leyes que estén acompañadas
por la oposición.
De
la mano de la inquietud por el futuro resucitó también la curiosidad por el
Plan Austral. Hay varias pruebas de eso. Dos figuras rutilantes de Pro le pidieron
una reunión a José Luis Machinea, que antes de ser ministro de Fernando de la
Rúa ocupó un lugar preponderante en el equipo de Juan Sourrouille, capitán de
una idea que terminó fracasando pese a haber sido exitosa por algunos meses. Y
el propio Macri se reunió el lunes pasado con Juan Carlos Torre, un miembro de
aquel equipo que se tomó el trabajo de recopilar sus viejos apuntes y
publicarlos en el libro Diario de una temporada en el quinto piso.
Machinea
forma parte de la Fundación Alem, la usina de pensamiento radical. Lo
consultarán desde Pensar, su par del Pro. Allí trabajan en un plan para poner
en marcha el primer día en el caso de que a Juntos por el Cambio le toque
volver a la Casa Rosada en 2023.
Es
otro aprendizaje de errores del pasado. En la Argentina de la mecha corta hay
que llegar al gobierno con un diagnóstico preciso, una narrativa y un mapa de
actores apalabrados que acompañen las medidas definidas antes de llegar al
poder.
La
velocidad en la aplicación de las decisiones será una variable clave de la
administración que siga, a tal punto que en la oposición llevan la cuenta:
faltan 98 semanas para evitar el fracaso del próximo ministro de Economía, como
ironizaron días atrás Lacunza y Franco Moccia, presidente de Pensar y
articulador de ideas que debería poder implementar cualquier dirigente de
Juntos por el Cambio que eventualmente conduzca el país.
El
fin de semana del 1° de septiembre de 2018 fue uno de los más complicados en la
gestión de Macri. Allí le ofreció a Melconian el Ministerio de Hacienda, pero
el economista, que había sido echado del Banco Nación meses antes, no aceptó.
Entre los argumentos apareció la necesidad de formar un equipo de trabajo, algo
que le llevaría más tiempo del que tenía el gobierno.
Melconian
sorprendió a todos la semana pasada, cuando trascendió que conduciría el Ieral,
el instituto de la Fundación Mediterránea, con el objetivo de armar un programa
económico que pueda usar el próximo gobierno, más allá de las simpatías
políticas y las banderas partidarias, como publicó la periodista Gabriela
Origlia en este diario.
Entre
los trabajos que tiene por delante está el de conformar un equipo consistente
capaz de ocupar cargos públicos para interpretar sin errores en el futuro
libretos que ya deberían estar escritos. Es decir, tiene que hacer uno de los
trabajos por el que le dijo que no a Macri.
Quienes
creen que hay que implementar medidas de shock forman parte de un grupo que
escribió en el margen durante los años del kirchnerismo y la experiencia
macrista. Con matices, ahora tiene la ambición de tomar la hoja.
La
política es la carpeta que contiene a la economía. Las cuentas de la oposición
muestran que podría alcanzar un Congreso favorable en 2023, por encima de sus
expectativas originales, y también varias provincias importantes. Son
herramientas que no tuvo Macri y resultan claves para avanzar en reformas
capaces de romper la maldición de la década perdida que comenzó en 2011.ß
Hernán
Lacunza exministro de hacienda es uno de los puntales de los equipos de la
oposición. se reunió, junto a rodríguez Larreta, con domingo cavallo. también
opina Luis caputo.
José
Luis Machinea exministro de economía miembro de la Fundación alem, usina de
pensamiento radical, lo consultan desde la Fundación Pensar, su par de Pro.
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