Por
Javier Blanco - El stock de depósitos a plazo fijo en pesos, tanto los
tradicionales pactados a tasa fija como los que indexan el capital por
inflación, cerró noviembre en caída por segundo mes consecutivo. La tasa anual
oscila entre 30,5% y 37%.
La
masa de ahorro e inversión más extendida –hay en la actualidad 4,1 millones de
colocaciones minoristas y casi 200.000 mayoristas de empresas o individuos con
depósitos de más de $1 millón– se contrajo 2% en términos reales a nivel
general al finalizar el mes pasado.
La
masa de ahorro e inversión más extendida del mercado local (hay 4,1 millones de
colocaciones minoristas y casi 200.000 mayoristas de empresas o individuos con
más de $1 millón en este tipo de depósitos) se contrajo 2% en términos reales a
nivel general el mes pasado, dinámica explicada tanto por el desempeño de las
colocaciones grandes (que bajaron 1,1% mes a mes, marcando su mayor retroceso
desde diciembre del 2020) como por las de los ahorristas en general, que se
hundieron 5%, confirmando la tendencia que exhiben desde hace cuatro meses y
mostrando su peor performance “desde abril de 2020, al inicio de la pandemia”,
según hizo notar la consultora privada LCG, en su tradicional informe mensual
sobre estas variables.
Parte
de ese retroceso deriva del sendero contractivo del 5% que volvieron a mostrar
los plazos fijos en pesos indexados por UVA, una opción de ahorro que había
estado en auge en la primera parte del año (de la mano de una inflación que
mantuvo una velocidad promedio superior a los 4 puntos mensuales), pero se
comenzó a desplomar cuando el IPC del Indec empezó a dibujar una tendencia
declinante, que los llevó a tocar un piso de 2,5% en agosto. No se recuperó
siquiera cuando en los meses subsiguientes quedó a la vista que ese respiro
había sido meramente circunstancial.
La mirada en las entidades
En
los bancos creen que esto responde a que son imposiciones que obligan a
inmovilizar pesos por al menos tres meses y, si bien dejan abierta una opción
de precancelación al mes, quien la ejerza sufre una penalidad que hace que –en
ese caso– se remuneren al 30,50% anual, es decir, 6,5 puntos menos que el 37%
que paga desde hace más de un año un plazo fijo tradicional. “Y lo que prima es
cada vez más el cortoplacismo. Tener la opción abierta de retiro... por si las
moscas”, explicó un ejecutivo bancario.
El
declive fue admitido por el Banco Central (BCRA) en su informe monetario del
mes, aunque la entidad lo adjudicó “al mayor dinamismo de los medios de pago
transaccionales”.
Fuera
de ello, lo cierto es que se produjo en medio de un nuevo crecimiento mensual
de los depósitos en pesos en general, que se expandieron por séptimo mes
consecutivo, en este caso un 0,6% intermensual y 3,3% interanual (el mayor
desde abril), aprovechando la holgada liquidez que deriva de la sostenida
emisión monetaria para financiar al Gobierno. Es decir, pese a que hay más
pesos disponibles y ociosos, cada vez una menor proporción se vuelcan al ahorro
mediante imposiciones a plazo fijo.
Los
analistas privados enfatizan que, durante el mes pasado, la dinámica declinante
recibió un empuje extra “por la inestabilidad cambiaria cada vez más latente en
el mercado, reflejo de mayores expectativas devaluatorias”.
Pero
también la adjudican a la persistencia de una tasa estable y negativa en
términos reales, que hace que quien haya mantenido dinero inmovilizado en un
plazo fijo tradicional haya resignado capital. Hay que recordar que la tasa de
los plazos fijos tradicionales quedó congelada en el 37% anual (3,04% mensual)
desde mediados de noviembre, aun cuando la inflación tocó picos del 4,8% en
abril o mantuvo una velocidad crucero del 52% (15 puntos por encima) en ese
lapso. Por caso, el resto de los bancos centrales emergentes del mundo
comenzaron a subir las tasas en los últimos meses ante el rebrote inflacionario
global pospandemia.
“Para
lograr una desaceleración inflacionaria, los gobiernos están tomando distintas
medidas de limitación de la expansión monetaria y/o aumento de las tasas de
interés en los últimos meses. No lo hicieron aún Estados Unidos y la Euro Zona,
dado que emiten las principales monedas de reserva del mundo y parecen tener
más tiempo y margen para sostener tasas negativas. Pero la mayoría de los
bancos centrales de la región ya subieron las tasas, un movimiento liderado por
Brasil, que las elevó en 575 puntos básicos, pero seguido por Chile, México,
Colombia y Perú, entre otros”, informaron desde la consultora privada Quantum
Finanzas.
Una
de las pocas excepciones a esta tendencia global fue la del BCRA, dado que
tiene una política monetaria determinada por las necesidades fiscales de la
administración de Alberto Fernández.
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