Por
Francisco Jueguen - Sobre el final de su disertación, el economista jefe y director
ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Coatz, puso un slide
con la simbólica imagen de un cronómetro. “Hace unos días charlaba con un
colega que tiene un puesto similar al mío en la BDI (la principal entidad
fabril alemana) y le preguntaba cuánto tiempo dedicaba él a la coyuntura y
cuánto a los temas estructurales. Me dijo que 10% a los primeros y 90% a los
segundos. Miré entonces mi calendario para compararme. Con suerte llegaba al
10% de mi tiempo dedicado a los temas estructurales del sector en la
Argentina”, se apenó el experto frente a los empresarios que asistieron a la
27ª Conferencia Industrial la semana pasada, en un intento de graficar la
economía de trinchera en la que viven inmersas las entidades empresarias, pero
también trabajadores y consumidores.
Los
economistas pasaron por Parque Norte, la sede del encuentro, para explicar lo
que el sector manufacturero requiere de la política pública para desarrollarse,
pero también para construir sus escenarios sobre qué le depara al país en medio
de la urgencia económica que vive. Incluso algunos, ligados a la política,
también hicieron sus advertencias al Gobierno en medio de la negociación con el
FMI.
La
presentación de Coatz giró alrededor de tres consensos fundamentales. El primero
era observar a China, una preocupación principalmente de la industria pesada en
la UIA desde hace varios años. El segundo, lograr políticas para desarrollar la
minería, la agroindustria, el sector foresto-industrial y Vaca Muerta. “Con
esto no alcanza”, dijo, sin embargo, el economista sobre lo que se precisa para
incluir a todos.
“Se
requieren políticas de Estado para fortalecer al sector privado. La primera es
la macro. Es muy difícil generar previsibilidad sin un horizonte macro”, dijo
Coatz, y enumeró la brecha cambiaria, los saltos del dólar y la inflación.
Luego criticó la presión fiscal sobre el sector privado.
“Hay
que promover las inversiones industriales para que se generen dólares”, dijo, y
agregó: “Para eso, se necesitan inversiones industriales y simplificación
tributaria”. Sobre lo primero, reclamó incentivos para exportar valor agregado,
y la normalización del mercado de trabajo (con eje en el fin de la doble
indemnización y la eliminación de la prohibición de despedir), una nueva ley
pyme y cambios sobre el decreto 814, un reclamo generalmente impulsado por las
entidades fabriles del norte.
“Resolución rápida”
A
diferencia de la mirada de mediano plazo que introdujo Coatz, un rato antes,
Bernardo Kosacoff hacía el crudo análisis sobre coyuntura a quien se le
acercara. “Ser optimista es imposible”, se quejaba el economista que dirigió la
Cepal durante muchos años en el país.
“Hay
que resolver rápido con el FMI”, dijo, y caracterizó el actual proceso que vive
la economía como una “recuperación” y no “crecimiento”, como lo describe el
Gobierno. “La creación de empleo es muy chica”, señaló, en coincidencia con varios
de los industriales, que señalan que las horas extras vuelan y no así nuevos
empleos privados. Muchos empresarios relatan que temen tomar más empleados en
estas condiciones.
“El
tema central es la confianza. Los números fiscales no están tan mal. El
Gobierno los mejoró con la elevada inflación y bajando salarios y pensiones. En
2021 hubo muchos ítems que ayudaron: ingresos extras del campo, el impuesto a
la riqueza y los DEG del FMI”, explicó el hombre de la UTDT. “El año que viene
no habrá gasto electoral, pero el lío son las tarifas”, señaló.
Sumó
a esos desafíos también al tipo de cambio pisado por el BCRA. “No va a ser un
año de fiesta, sino de ordenamiento. Y vamos a vivir con inflación”, aseguró el
académico, que, como todo el sector privado, está preocupado por las reservas
del BCRA.
Martín
Rapetti, uno de los directores de Equilibra y habitué de las conferencias de la
UIA, se paseaba por la sala cuando fue interceptado por la nacion. ¿Cómo ve la
situación?, preguntó este medio. La respuesta fue pesimista. “Cerrando con el
FMI, el escenario base es una estanflación controlada”, indicó el exnúmero uno
del Cippec. Es un concepto similar al que usa Carlos Melconian cuando habla de
“berretalandia” y explica que, si todo sale bien, con sintonía fina oficial, el
Gobierno podrá surfear dos años de poca expansión de la actividad y muy elevada
inflación sin que las cosas lleguen a una crisis sin control.
Hubo
tiempo para la política, sobre todo luego del abrazo del oso de Cristina
Kirchner a la oposición en el marco de la negociación con el FMI. Luciano
Laspina, economista y diputado de Juntos por el Cambio, charlaba con Javier
Bolzico, presidente de Adeba, cerca de un carrito de café Cabrales. Para este
último, como para la mayoría de los presentes, un acuerdo con el Fondo –el que
va a buscar desde hoy un equipo del Ministerio de Economía y del BCRA en
Washington– es solo el pilar para construir algo mejor de lo que existe hoy.
Sin embargo, no alcanza con esa declaración.
Laspina
fue mucho más duro con la negociación interna que aterrizará este mes en el
Congreso. “Espero que Martín Guzmán no mande un plan plurianual. Eso no lo
vamos a discutir. Tiene que mandar el acuerdo con el Fondo”, advirtió el
diputado sobre la intención del Gobierno, anunciada el día de las elecciones
legislativas y que comenzará a definir la situación de la deuda, por lo menos,
en 2022.ß
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