Sábado 7 - Por Julián
Guarino - Habrá evaluación o, en todo caso, un análisis del board a partir de
la investigación puesta en marcha hace tiempo. El Fondo Monetario
Internacional (FMI), organismo
que conduce Kristalina Georgieva, informó en las primeras horas de esta
mañana que el board del organismo hará lugar al pedido del presidente Alberto
Fernández realizado ayer en la disertación de la 27ª Conferencia Industrial
organizada por la Unión Industrial Argentina, con respecto a una revisión del
préstamo concedido a la gestión del ex presidente Macri.
Un
portavoz del FMI señaló: “La Evaluación Ex-Post se concibió como un mecanismo
para trazar lecciones después de que se completa un acuerdo de acceso
excepcional. Para los países donde se contempla un nuevo programa posterior, es
deseable completar la Evaluación Ex-Post antes de que el Directorio Ejecutivo
lo considere. Como tal, esperamos que el Directorio Ejecutivo del Fondo discuta
el informe en la semana del 20 de Diciembre”.
En
este sentido, el comunicado del organismo resulta una respuesta clara al pedido
del presidente Alberto Fernández, quien señaló: “Estamos progresando en
construir entendimientos con el FMI para que sobre esa base podamos llegar a un
acuerdo. Pero debemos hacer todo para evitar que vuelva a pasar algo como lo
que pasó con el programa que firmó el gobierno anterior y que tanto daño le
hizo a la Argentina. Por eso le pedimos al FMI que antes de que cerremos un
nuevo acuerdo, haga su evaluación de lo que fue el fallido programa Stand-By
por el que se desembolsaron 44 mil millones de dólares que se mal utilizaron en
pagar deuda insostenible
y en financiar salida de capitales”.
Un
equipo de funcionarios del Ministerio de Economía y del Banco Central (BCRA)
viajará mañana a Washington para reunirse con el staff del FMI.
Dicha
misión estará presidida por el representante argentino y por el Cono Sur ante
el FMI, Sergio Chodos. Viajarán además, el secretario de Política Económica,
Fernando Morra, el de Hacienda, Raúl Rigo y el subsecretario de Financiamiento
Ramiro Tosi. Por el BCRA lo harán los directores Germán Feldman y Jorge
Carrera.
El
mensaje del FMI esta mañana puede entenderse como un reconocimiento a la
conducción argentina en medio de las conversaciones, lo que podría depararle al
país, sostienen fuentes relacionadas, una mayor flexibilidad en los
condicionantes del organismo.
Un
acuerdo con el FMI para ir tirando hasta fines de 2023
Sábado 7 - Por Néstor O. Scibona - Hay todo un folclore
alrededor de los 27 acuerdos de asistencia financiera que desde 1958 la
Argentina suscribió con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ninguno de los
cuales fue cumplido en su totalidad. Cada gobierno de turno interpretó una
música similar con la letra “esta vez será distinto”, bajo la cual se minimizan
los desajustes macroeconómicos previos y maximizan las presuntas mejoras
posteriores. Hasta que, después de un tiempo de sucesivos incumplimientos y
revisiones, las culpas pasan a ser atribuidas exclusivamente a las
condicionalidades exigidas por el organismo en su carácter de prestamista de
última instancia.
El
gobierno de Alberto Fernández está ejecutando la primera parte de esa
partitura, en una encrucijada semejante a que enfrentó Mauricio Macri en 2018:
un programa económico acordado con el FMI no es lo mejor en términos políticos;
pero no alcanzarlo sería muchísimo peor. En este caso, cerraría las puertas al
financiamiento de organismos multi o bilaterales (Banco Mundial, Banco
Interamericano de Desarrollo, Club de París) y la apertura de cartas de crédito
para exportaciones e importaciones. O sea, un escenario incompatible con el
principal y modesto objetivo de evitar el estallido de una crisis cambiaria e
inflacionaria de magnitud, que empantane la economía en los dos difíciles años
que le restan de mandato.
Nada
asegura que la secuencia vaya a ser diferente, salvo en algunos matices. Con
las reservas netas del Banco Central al límite y en descenso, la búsqueda del
acuerdo tiene ahora carácter urgente ya que no alcanzan para pagar los
vencimientos externos del primer trimestre de 2022 (US$7500 millones, entre
capital e intereses). También es necesario para reestructurar los casi
US$40.000 millones del crédito stand by firmado por Macri, que vencen entre el
año entrante y 2023.
Al
unísono, el oficialismo viene culpando a esta herencia –junto con la pandemia–
de todos los males económicos. Pero no se puede hablar de endeudamiento público
sin hablar del déficit fiscal (primario, sin intereses de la deuda), que
Cristina Kirchner dejó en 3,5% del PBI a fin de 2015, tras haber recibido en
2007 un superávit de 2,9%.
Según
el Estudio Broda, también en 2021 el desequilibrio primario rondará 3,5% (había
sido de 6,4% en 2020 debido a la pandemia), tras el costoso “Plan Platita”
preelectoral que sólo en octubre superó 1 billón de pesos para ubicarse en
términos reales en un nivel similar al del último año de gestión de CFK. Como
entonces, buena parte del déficit debió ser financiado con emisión de pesos del
BCRA.
Es
cierto que si Macri no recurría al FMI difícilmente hubiera sido el primer
presidente no peronista en 60 años que pudo completar su mandato, tras el
abrupto corte del crédito externo para financiar la reducción gradual del
déficit fiscal, que el kirchnerismo calificaba de “ajuste salvaje” mientras
reclamaba aumentar la presión tributaria récord. Y que el gobierno de Donald
Trump influyó decisivamente para otorgarle ese préstamo por monto record para
un plazo de cuatro años.
Pero
también lo es que Alberto Fernández enfrenta ahora su propia auto-herencia de
errores no forzados.
Por
un lado, la Argentina fue el único país en cerrar un canje de deuda con sus
acreedores privados sin renegociar simultáneamente el préstamo del Fondo.
Podría haberlo hecho hace algo más un año, en plena pandemia, pero la exigencia
del bloque de senadores conducido por CFK de extender los plazos y bajar las
sobretasas en vísperas del año electoral, demoró hasta ahora todo el proceso.
Como consecuencia, los bonos del canje cotizan a un tercio de su valor pese a
no haber pagos hasta 2024 y el riesgo país trepó hasta 1900 puntos básicos,
frente a los 230 promedio de Latinoamérica. Sólo retrocedió en los últimos
días, al anunciarse que hoy viaja a Washington una misión técnica de segundas
líneas de Economía y el BCRA para discutir los números gruesos con sus pares del
organismo.
Por
otro, el Gobierno no inspira confianza interna ni externa ante las evidentes
discrepancias políticas entre los socios del Frente de Todos. Hay un discurso
público para La Cámpora y otro diferente para negociar con el Fondo. De ahí que
el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG), que elabora la Universidad Di
Tella, cayera 4,6% en noviembre y se situara en los niveles más bajos desde fin
de 2014. A su vez, una encuesta de CREA entre más de 1100 empresarios
agropecuarios, revela que 65% prevé que dentro de un año la situación económica
argentina será peor que la actual, mientras que 71% tuvo inconvenientes para
adquirir insumos importados en los últimos cuatro meses. Otro tanto ocurre con
varias ramas industriales que este año venían mostrando un fuerte repunte.
Aunque el PBI mostrará en 2021 un aumento cercano al 10%, compensará la caída
de 2020 y dejará un arrastre estadístico de entre 3 y 4 puntos para 2022 que no
significará crecimiento real.
En
este marco, el respaldo del FDT al acuerdo con el FMI es sólo una puesta en
escena para mostrar el consenso político y social que requiere el organismo,
aunque sin ocultar condicionamientos internos y la prohibición de la palabra
“ajuste”, como si no hubiera desajustes macroeconómicos o se admitiera que la
mayor inflación seguirá actuando como licuadora del gasto público real en
pesos. Este formato de “sí, pero...” abarca a Cristina Kirchner, que lo
supeditó a la lapicera presidencial, pero con inclusión social (como si la
pobreza no fuera superior a 40%); a la CGT, que apoyó al “compañero Guzmán”,
pero sin reforma laboral.
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