Por Carlos
Burgueño - El Gobierno norteamericano nominó esta semana a Jerome Powell para
que continúe durante cuatro años más al frente de la Reserva Federal (Fed) y, para la Argentina,
es una buena noticia. Aunque a largo plazo. El actual titular de
Fed prometió mantener su estrategia actual diseñada para sacar a la
economía norteamericana de las consecuencias del covid-19; pero sin incrementar
las tasas de interés y apelando al criterio que la inflación
obedece a factores estacionales y no estructurales de los Estados Unidos, con
lo que no se amerita una suba de las tasas de interés y un encarecimiento del
sistema financiero norteamericano.
Si
la receta de Powell se sostiene en el mediano plazo, y esto parece luego de la
confirmación de la nominación de Joe Biden; Argentina no
tendrá que enfrentar en los próximos años un incremento fuerte de las tasas de
interés en la búsqueda de un enfriamiento de la economía. Esta política de
sostenimiento en los niveles actuales (aun sea con leves y tenues incrementos
en los próximos meses), le permitiría al país enfrentar un mundo
financiero con tasas de interés similares a las actuales; con la posibilidad de
tomar dinero del exterior en divisas bajo legislaciones internacionales a un
costo relativamente bajo. O al menos no extremadamente alto.
Se
sabe que hoy Argentina que está fuera de cualquier posibilidad de tomar
dinero de los mercados financieros internacionales voluntarios. Con una
tasa de riesgo país navegando por los 1.800 puntos básicos, el país pagaría hoy
una tasa por encima al 20% para poder endeudarse. Y la situación empeoraría
incluso si la Fed subiera los intereses, algo que parece no tener que
enfrentarse en estos tiempos de reelección de Powell. Sin embargo, la estrategia financiera del Gobierno de Alberto Fernández y
del ministro de Economía, Martín Guzmán, abarca que luego del esperado y
demorado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), cambie la
perspectiva del país ante los mercados mundiales, y vuelva lentamente a
analizarse la realidad de la Argentina como posible tomador de crédito.
Obviamente
esto no ocurrirá de manera rápida. Ni siquiera es algo que puede pensarse para
2022. O incluso 2023. Pero es la idea de Guzmán para cuando el país deba comenzar
a pagar capital e intereses por la deuda reestructurada. Sabe el ministro que
no es lo mismo liquidar esos vencimientos que lentamente irán cayendo sobre la
economía argentina no deberían ser enfrentados con reservas, sino liquidados
con deuda voluntaria a tasas de interés razonables. Para esto necesita dos
cosas. Que no haya un mundo financiero internacional con tasas en alza, lo que
parecería ser contrario a las ideas de Powell. Las noticias llegadas desde
Washington van en este sentido.
Lo
más difícil es el segundo capítulo. Para que Argentina pueda
volver al mercado financiero internacional, deberá ordenar sus variables
monetarias, fiscales, cambiarias, etc; algo que está lejos de suceder, y
que sólo con el cumplimiento a rajatabla de un acuerdo de Facilidades
Extendidas con el FMI podría lograrse. ALberto Fernández, Guzmán y el resto del
equipo económico son optimistas. Creen que se cerrará un acuerdo productivo con
el organismo, que podrán cumplirse las metas pactadas y que las principales
variables económicas y financieras del país comenzarán a acomodarse. Y que
allí, hacia fines del 2024, podría analizarse un regreso de la Argentina a los
mercados internacionales, con el único fin de refinanciar la deuda privada que
vaya venciendo. Se verá.
Hay
algo más cercano en el tiempo que podría lograrse si se confirma la continuidad
de Powell y sus políticas, si hay acuerdo con el FMI y si el país comienza a
cumplirlo. Los que podrían acceder a los mercados voluntarios de crédito
internacional serían algunas empresas privadas que vienen retrasando sus
inversiones en el país sobre la base de crédito del mercado financiero
voluntario mundial por las demoras del país en cerrar su conflicto con el FMI.
Se sabe que la Argentina tiene un retraso, de piso, de unos U$S 10.000 millones
anuales sólo en inversiones de infraestructura; y que sólo cerrando un acuerdo
normal con el Fondo podrían destrabarse líneas de crédito a tasas razonables
para el mundo privado. Si además se sostiene la estrategia de Powell, más rápido
puede ser la aceleración en la toma de estos fondos. En estos casos, podría
haber novedades en el primer semestre de 2022.
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