Sábado 29 - Por
Martín
Kanenguiser - Habrá varias batallas, algunas muy complejas, pero el
Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) confían en llegar a un
acuerdo en los próximos meses, más por necesidad mutua que por convencimiento.
Fuentes
oficiales en Washington y Buenos Aires coincidieron en señalar en diálogo
con Infobae que habrá un nuevo programa para refinanciar los USD
45.000 millones que la Argentina tomó en el gobierno de Mauricio
Macri. Calificadas fuentes del sistema financiero ratificaron esta
percepción.
¿Cuál
es el principal motivo para que todas las partes lleguen a la misma conclusión,
aun cuando resta mucha incertidumbre por despejar?: creen que el default es un
terreno demasiado riesgoso para el Gobierno en un contexto de crisis cambiaria
y muy alta inflación, entre otros problemas.
El
deterioro de la situación económica local –reflejada, entre otros factores, en
los indicadores financieros–, la aprobación implícita de la
vicepresidenta Cristina Kirchner a través de su silencio y la cercanía
de los fuertes vencimientos de marzo próximo con el Fondo y el Club de París,
son los principales factores para pensar que las negociaciones van en serio y
se pueden acelerar; en contra, juega el tiempo: el acuerdo con Macri, aún con
todo el respaldo que tenía, tardó seis semanas en debatirse a nivel técnico y
otras cuatro en llegar al board para su bendición y no existía
la exigencia, como sí ocurre ahora, de que pasara antes por el Congreso
Nacional.
Y,
en términos históricos, la Argentina nunca dejó de pagarle al FMI y el
propio Néstor Kirchner optó en 2006 por saldar “al contado” la deuda
que tenía pendiente, como señal política para “liberarse” de la tutela política
del organismo, aunque luego Cristina Kirchner tuvo que aceptar auditorías por
la manipulación de las estadísticas públicas.
En
el Gobierno afirman, con optimismo, que la negociación está “en el tramo final”
en términos técnicos, luego de varios meses de conversaciones, desde que
terminó el canje de la deuda con los acreedores privados en septiembre del
2020. Las mayores dudas de los analistas están en el cumplimiento del
acuerdo, vital para los desembolsos del nuevo programa.
El
silencio del ministro Martín Guzmán, aclaran, se debe a que se están
definiendo “detalles”, no poco complejos, antes de pasar a la instancia de la
negociación política con los socios más relevantes del FMI, aunque el ministro
ya ha desarrollado parte de este lobby en las reuniones del G20 y por
videoconferencia en las últimas semanas. Este viernes, el ministro aclaró que la vicepresidente está de acuerdo con la
firma del acuerdo y destacó los avances, aunque aclaró que todavía faltan
puntos de consenso.
En
Washington, las señas del póker son más difíciles de descifrar, pero sonríen
ante la consulta sobre si habrá un final feliz; saben que, si el Gobierno
muestra un plan económico, la negociación llegará a buen puerto, aunque no será
ni por “culpa” ni por sentir “corresponsabilidad” por el crédito concedido a
Macri, como señala el Gobierno.
El
siempre diplomático Gerry Rice, vocero del FMI, dijo esta semana que
“seguimos trabajando para llegar a un entendimiento pleno sobre un plan
integral que pueda abordar de forma duradera los retos económicos y sociales
más acuciantes de Argentina y que tenga como objetivo reforzar la estabilidad
económica y hacer frente a la elevada inflación, que afecta de forma
desproporcionada a los más vulnerables”.
Alberto Fernández y
Mauricio Macri
“En
los últimos días hemos dicho que es importante que este plan cuente con un
amplio apoyo político y social. Nuestro objetivo sigue siendo, como ya dije
aquí, ayudar a Argentina y a los argentinos a sentar las bases de un
crecimiento más sostenible e integrador”, afirmó Rice, en referencia no sólo al
apoyo parlamentario que se autoimpuso el Gobierno, sino sobre todo en lo que se
refiere al apoyo dentro de la coalición gobernante.
Astuto,
Rice aclaró que tenía “información sobre los tiempos específicos o la
programación de las reuniones, pero el compromiso sigue siendo fuerte y
frecuente” y aclaró que tampoco hay un “calendario de reuniones o el
programa”.
Otra
calificada fuente en Buenos Aires señaló que el calendario sería mandar
una carta de intención a fines de enero y poder sellar el acuerdo en el
directorio en marzo, antes del vencimiento de capital de ese mes, que coincide
con el “saldo a pagar” al Club de París. “Va a haber acuerdo”, señaló el importante
referente de la coalición oficialista.
La
opinión es similar en el sistema financiero, pese a la retórica que a veces
utilizan algunos miembros del oficialismo, al negar que pueda haber un
“ajuste”, una tendencia que, en realidad, ya se está ejecutando.
“Es
la primera vez desde el inicio del gobierno que el presidente, la
vicepresidenta y el ministro de Economía dicen lo mismo: que va y que tiene que
haber un acuerdo; no me imagino otro desenlace, aunque en el medio haya
disputas puntuales”, expresó el importante ejecutivo, de buena relación con el
Gobierno.
Martín Guzmán
La
fuente afirmó que el Gobierno debería haber aprovechado la “ventana política”
que tuvo después de cerrar el canje con los bonistas hace más de un año para
sellar este acuerdo antes del inicio de la campaña electoral que culminó el
domingo pasado.
Sin
embargo, consideró que los principales referentes del oficialismo saben que la
falta de un acuerdo en marzo próximo dispararía una serie de variables
desconocidas para la gobernabilidad hasta 2023. Y opinó que sus pares de la
oposición también deberían tener el incentivo de apoyar el acuerdo
públicamente, ya que “posiblemente los primeros vencimientos del acuerdo
empiecen a caer en el próximo gobierno”, además de que se negocia un programa a
10 años, que involucrará los próximos dos períodos presidenciales.
A
cambio, arriesgó el ejecutivo, la oposición seguramente le pedirá al gobierno
actual que se haga cargo de una parte del ajuste fiscal y monetario que
involucrará el próximo acuerdo, una condición que tal vez genere más problemas
hacia adentro del Frente de Todos que con Juntos por el Cambio después de la
derrota en los recientes comicios legislativos. En la oposición afirman que no
quieren opinar hasta no ver la letra chica del proyecto “plurianual” que el
Gobierno presentará el mes próximo en el Congreso.
Al
respecto, indicó la fuente, “cuanto antes lo hagan, mejor para la economía y
para ellos, así distancian el ajuste de las próximas elecciones”, ya que
seguramente ningún candidato deseará cargar con el karma de tener que ajustar
en medio de la contienda del 2023.
¿Mejorará
un acuerdo el humor de los mercados hacia la Argentina? Otro ejecutivo con
aceitados contactos en el exterior afirma que no recibe pedidos de compras
ni llamada del exterior, porque la Argentina está fuera del radar, más
allá de las acaloradas discusiones domésticas, porque el mercado quiere ver
resultados antes de volver a invertir en activos argentinos, es decir, en
ingresar capital que pueda ayudar al Gobierno a calmar la altísima brecha
cambiaria.
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