Por Pablo
Sieira - Luego de la derrota que sufrió el oficialismo en las elecciones
legislativas, el presidente Alberto Fernández lanzó un operativo político que
apunta a recuperar la iniciativa frente a una oposición empoderada
por el mensaje de las urnas, que sale a disputarle la agenda desde el Congreso,
donde el Frente de Todos ya empezó a trazar una hoja de ruta.
El
operativo post derrota tuvo dos fases hasta ahora. Una fue el acto del Frente
de Todos que el Presidente encabezó en Plaza de Mayo por el "Día de la
militancia" y la otra, menos espectacular pero políticamente más importante, fue la prórroga de las sesiones
ordinarias del Congreso detrás de la cual está el tantas veces mencionado
"llamado al diálogo con la oposición".
En
lugar de convocar a sesiones extraordinarias, el Gobierno extendió el período
parlamentario vigente. La diferencia entre una cosa o la otra es que, en el primer
caso, el Poder Ejecutivo fija un temario y no se puede tratar ningún proyecto
por fuera de él salvo que el Gobierno decida hacer incorporaciones, mientras
que de la manera elegida, el temario queda abierto y a criterio de los bloques
parlamentarios.
Por
ello la Casa Rosada presentó esta extensión de las sesión ordinarias como un
gesto hacia la oposición para mostrar voluntad de diálogo y búsqueda de
consensos en torno a diversos temas. En cambio, en la bancada oficialista de
Diputados señalaron a iProfesional razones tácticas: reconocen que
el recambio legislativo del próximo 10 de diciembre les hará
más difícil conseguir el quórum.
Esto
es clave porque la agenda de temas que impulsa el Gobierno para la nueva etapa,
encabezada por el "programa económico plurianual" que, según
Fernández, reflejará los alcances de un acuerdo con el FMI, quedará probablemente en medio de la renovación de
bancas: empezará a tratarse con la conformación actual y continuará con la
nueva.
Sin quórum
En
esa nueva configuración determinada por las elecciones del 14 de noviembre, el
Frente de Todos estará casi empatado en cantidad de bancas de la Cámara de
Diputados con Juntos por el Cambio, sin que ninguno tenga mayoría, y no
tendrá garantizado el quórum propio tampoco en el Senado, donde necesitará
aliados que no abundan.
El
Gobierno se vio entonces obligado a tratar de abrir el juego y
permitir que la oposición proponga sus proyectos para iniciar las negociaciones
y el "toma y daca" en torno a la agenda que plantea el oficialismo y
que, además del "programa económico plurianual", incluirá la nueva
ley agroindustrial, la ley de compre argentino y la ley de industria
automotriz, entre otros temas.
Por su parte, los
dirigentes de Juntos por el Cambio remarcan la victoria que obtuvieron sobre el
oficialismo en más de la mitad del país y cuestionan que el Gobierno no
los consultó sobre la prórroga de sesiones del Congreso, en una primera muestra de que están
decididos a marcarle la cancha al Frente de Todos con el músculo parlamentario que
sacaron en las últimas elecciones.
No
obstante, entre los referentes del PRO, la UCR, la Coalición Cívica y los
nuevos aliados liberales como Ricardo López Murphy ya hay conversaciones sobre
los pasos a seguir, con la mira puesta en el "programa económico" que
apunta a encauzar un acuerdo con el FMI.
La
primera condición de Juntos por el Cambio para sentarse a discutir
ese proyecto es ver el detalle, cuáles son las metas fiscales y económicas que
propone. La segunda es el apoyo explícito de la vicepresidenta Cristina
Kirchner.
"A
nosotros nos ha llegado que el acuerdo con el Fondo está casi cerrado y que hay
algunas partes que Cristina ya conoce, pero otras partes, referidas a reducción
del déficit y otros temas, que ella todavía no conoce, y ahí están las
dudas", señaló a iProfesional uno de los dirigentes de la Mesa Nacional
que lidera la coalición opositora.
Además,
en el interbloque opositor no tienen todavía en claro la relación entre ese
proyecto y el Presupuesto 2022 que, según afirman, está congelado en la Cámara
de Diputados desde septiembre "por obra del propio oficialismo, de La
Cámpora".
Según
comentó el dirigente a este medio, el anuncio de Fernández sobre el
"programa económico plurianual" no se trató en profundidad durante la
primera reunión post elecciones de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio
pero hubo una posición compartida respecto de ser cautos, más allá de las
críticas y chicanas públicas.
Una
de las razones, según deslizó la fuente consultada, es que luego
del triunfo en las legislativas Juntos por el Cambio se siente cerca de volver
a gobernar en
2023 y lo que ocurra entre la administración que comparten Alberto Fernández y
Cristina Kirchner y el FMI repercutirá en lo que ellos recibirán si cumplen su
objetivo dentro de dos años.
Si
el plan tiene efectivamente el visto bueno del
FMI, la oposición es proclive a acompañarlo. Y es que,
sobre la suposición de que el eventual acuerdo con el Fondo podría contemplar
un plan de ajuste, hay algunos dirigentes de la coalición opositora que
consideran que no les "vendría mal" que el Gobierno "haga el
trabajo sucio" en los próximos dos años.
En
ese sentido, los dirigentes opositores evitan lanzar pronunciamientos enfáticos
frente al "programa económico plurianual" que el Gobierno enviaría
entre fines de noviembre y principios de diciembre, y se limitan a remarcar que
quieren ver primero el proyecto y luego discutir.
Fueron
precisamente los más "duros" de la coalición los que dejaron ver esta
postura más cauta, como la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quien sostuvo
que "el voto popular puso a Juntos por el Cambio en una posición muy
importante en el Congreso, por lo tanto eso será debatido allí".
El
otro fue Miguel Pichetto, el ex compañero de fórmula de Mauricio Macri, quien
señaló: "No nos parece mal que el Presidente elabore un programa, un
camino y un rumbo y lo envíe al Congreso para ser discutido".
Respecto
del resto de la agenda que el Gobierno quiere tratar en el Congreso de aquí al
31 de diciembre, habrá negociaciones. Juntos por el Cambio pedirá el
tratamiento de iniciativas propias como la eliminación de impuestos a pymes que
tomen jóvenes de entre 18 y 35 y proyectos relacionados con la seguridad.
Sin
embargo, el primer movimiento del kirchnerismo en el Congreso ya puso en alerta
a la coalición opositora frente a lo que viene, porque la bancada
oficialista busca aprobar antes del
recambio parlamentario del 10 de diciembre un paquete de 116 decretos de
necesidad y urgencia (DNU) que esperan validación del Congreso.
Juntos
por el Cambio ya anunció su "rechazo absoluto" a todos ellos porque
entiende que el Frente de Todos quiere aprovechar la mayoría que todavía tiene
en el Senado para aprobar, sin diálogo alguno, esos decretos antes del 10 de
diciembre.
Con
su rechazo, la oposición dio una primera señal en el sentido de que, en
adelante, no habrá acuerdo posible si el oficialismo toma el camino de las
decisiones unilaterales. La idea es hacerle sentir al Gobierno que ya no tiene
el número suficiente y tampoco el respaldo electoral con el que llegó en 2019.
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