Por Claudio
Zlotnik - Por primera vez, Alberto Fernández se refirió a los tiempos de la
negociación con el Fondo Monetario. En la noche del domingo, con los
resultados de las elecciones puestos, y por cadena nacional, el Presidente
anunció que "en la primera semana de diciembre de este año, enviaremos al
Congreso de la Nación un proyecto de ley que explicite el ‘Programa económico
plurianual para el desarrollo sustentable, (...) que contemplará los mejores
entendimientos que nuestro gobierno haya alcanzado con el staff del FMI".
Hasta
este mismo momento, los detalles de las conversaciones con el organismo son
secretas y nada ha trascendido públicamente.
La
expectativa es total. ¿Cuáles son las pautas que negocian el Gobierno y el FMI
para el año que viene y los próximos? ¿Cuáles son las claves que se imagina
para salir de la corrida cambiaria y regenerar la confianza perdida?
Las variables financieras
llegaron a las elecciones del domingo bajo un visible estrés. Desde las
PASO empeoraron las reservas del
Banco Central y se agrandó la brecha entre el tipo de cambio oficial y las
distintas paridades "libres".
También
hubo una leve caída de los depósitos bancarios. Tanto en pesos como
en dólares. Se trata de una variable clave para evaluar la gravedad de la
crisis. Una sangría de esas colocaciones implicaría, en los hechos, pasar de
una crisis cambiaria a una crisis bancaria.
Con
esta realidad sobre la mesa, en la cabeza de Martín Guzmán hay un
objetivo número uno: la estabilización del mercado cambiario.
El
acercamiento con el FMI sería la columna vertebral de esa
estabilización. Según pudo saber iProfesional,
la negociación todavía está abierta. Básicamente porque no hay
un acuerdo en torno al déficit fiscal para el próximo año.
El FMI está planteando una
reducción más fuerte de lo que estaría considerando el ministro de Economía. Lo
que sí está definido es que esa baja se lograría por una reducción sensible de
los subsidios
a las tarifas públicas: luz y gas.
Desde
los despachos oficiales recomiendan prestar atención a una medida que se
anunció antes de las elecciones: el Gobierno habilitó a Edenor y Edesur a
cortarle la luz a los clientes que no tengan el servicio a su nombre. La medida
habría que interpretarla como un paso hacia la segmentación del servicio, que
se tomará en cuenta para los futuros aumentos de las tarifas.
Como
contrapartida de ese ajuste en las cuentas públicas, Guzmán
habría planteado la incorporación de
un plan de obras públicas, avalado por el propio Fondo Monetario.
Lo
que parece descartado es que se copie la estrategia de este año, cuando el
ministro planteó un objetivo de rojo fiscal del 4,5%, que finalmente terminaría
en torno al 3%. A lo sumo, alguna décima más.
El
FMI quiere que la disminución del déficit quede establecido
de forma transparente desde el vamos.
Incluso, desde el propio FMI reclamaron este lunes por la noche que el plan
"tenga un amplio apoyo político y social".
Guzmán
es partidario de acompañar las señales políticas con una aceleración
del crawling peg (minidevaluaciones diarias) para que el tipo de cambio oficial
no quede más atrasado de lo que ya perdió a partir de marzo, cuando el dólar
mayorista subió 17% menos que la inflación.
Para
que tenga efecto y el "crawling peg" no termine en fracaso, ese
movimiento debería acompañarse de una suba de las tasas de interés, algo que
hasta aquí resistieron tanto Guzmán como el ala kirchnerista de la coalición
gobernante.
Pero
lo cierto es que, hoy en día, la tasa de interés es negativa:
los depositantes ven que sus plazos fijos pierden contra la inflación, mes tras
mes. Una dinámica que empeoró en los últimos meses, con la aceleración
inflacionaria.
La
idea, en principio, sería aplicar este cambio de estrategia a partir de
diciembre, una vez que el Congreso tome en sus manos la negociación con el FMI.
Todo
el camino es muy estrecho. No hay demasiado margen para las equivocaciones.
Dudas por la postura de Cristina Kirchner
En
este contexto, incluso, persisten dudas. Tanto en el mercado como en la
oposición sobre los pasos a seguir.
Lo más determinante, para
todos, es conocer la postura de Cristina Kirchner sobre la negociación con el
FMI. Alberto Fernández mencionó por cadena nacional que la vicepresidenta estaba
de acuerdo con
avanzar en el acuerdo.
Pero
ayer lunes también trascendió, desde el Instituto Patria,
que CFK "retó" al Presidente por ese discurso.
"Mis
clientes quieren escuchar de boca de Cristina qué quiere hacer. A esta altura
no alcanza con que el Presidente prometa acciones para las próximas semanas.
Ver para creer", dijo el ejecutivo de un banco de Wall Street, con
intereses en activos argentinos.
Desde
la oposición comparten esa postura. El senador Martín Lousteau, por caso, duda
de que, efectivamente, el Gobierno presente en el Congreso los detalles de la
negociación con el Fondo. "Nos va a
querer correr por izquierda a nosotros. Que tengamos que pronunciarnos a favor
de un aumento de las tarifas. Yo tengo mis dudas de que el Gobierno quiera avanzar",
dijo Lousteau, en contacto con iProfesional.
Anoche,
en los bancos y fondos de inversión evaluaban las nuevas
restricciones tomadas por la CNV, para el mercado cambiario. Y que prevé,
a partir de hoy, un ajuste en el cálculo del tope de 50.000 nominales que
permite para cada cliente que opera en el "contado con liqui".
Para
los operadores, este nuevo capítulo del "cepo sobre
cepo" le pone límites al objetivo de Guzmán de que, en un contexto de
negociación con el FMI, bajen las cotizaciones de los dólares financieros
"libres", algo que mínimamente se observó ayer lunes en el mercado.
El
día después de las elecciones, todo sigue abierto. No hay definiciones
concretas. El peligro de no tomar el camino adecuado está a la vista: sin
dólares en el Banco Central, la devaluación llevaría a la Argentina a un
escenario disruptivo y lleno de intrigas.
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