Por Claudio
Zlotnik - El diagnóstico es compartido por economistas oficialistas y también
identificados con la oposición. "Así no se puede seguir", coinciden
unos y otros. El Banco Central se vio obligado ayer martes a intervenir con
ventas netas por unos u$s110 millones para ponerle el cuerpo al tipo de cambio.
Se sabe: el BCRA
cuenta con pocas reservas netas y sin un balizamiento claro sobre lo que vaya a
pasar con la política económica más allá del próximo domingo es muy difícil
continuar.
La brecha cambiaria en torno al 100% distorsiona todo. Y
promueve un solo incentivo: la dolarización, que se ha exacerbado en las
últimas jornadas. Queda claro que las medidas restrictivas que va tomando el Banco Central son de corta duración.
Cada vez tienen menor eficacia ya que el "mercado" ya está muy
entrenado a encontrarle las deficiencias.
Los límites al
escenario actual aparecen por todos lados. Por el lado de las reservas del
Banco Central, pero también por el lado de la actividad económica, que
encuentra serios límites cuando escasean los dólares.
Al contrario, el
dólar a $200 y la brecha entre el blue y el oficial del 100% potencia
todos los artilugios para sacarle dólares "baratos" (a $100) al BCRA.
Es lo que se vio
ayer mismo. Ventas por u$s110 millones en el mercado de cambios (MULC) y
también en el "contado con liqui", en donde el Central viene
vendiendo entre u$s25 y u$s35 millones diarios para acomodar la situación y no
se dispare la brecha.
Y así como los
importadores se apuran por obtener las divisas del BCRA para comprar
mercadería, los empresarios toman precauciones: la escasez de
billetes verdes dispara la ola de remarcaciones, lo que alimenta la inflación.
Son medidas
defensivas que toma el sector privado ante la falta de certezas. Quién le puede
asegurar a los importadores de mercadería que volverá a encontrar dólares en su
próxima importación.
O si el precio del
dólar va a aumentar sensiblemente en el corto plazo. Es decir, quién puede
asegurar que no habrá una devaluación disruptiva de acá a unos pocos meses. La
incertidumbre cambiaria, y así lo indica la historia económica reciente de la
Argentina, es el peor enemigo de la actividad.
La preocupación
empresaria es transversal. Afecta a la construcción, la producción automotriz y
la industria en general.
El desabastecimiento de
productos e insumos importados -sospechan los ejecutivos- continuará como un
problema dominante de aquí hacia fin de año.
Con la lupa en los
depósitos bancarios
No es el único
trance. La lupa de funcionarios y analistas está puesta en la evolución de
los depósitos bancarios. Tanto en dólares como en pesos.
Todavía no hay una
tendencia que preocupe, pero los números no son los mejores. Al contrario,
empezó a verse una incipiente salida de depósitos en pesos. Esas colocaciones,
de salida, podrían convertirse en un alimento para el mercado cambiario.
Los pesos que se
van de los bancos podrían tener como destino al dólar blue, si es que los
ahorristas confirman que el escenario financiero podría complicarse en las
próximas semanas o meses.
El último informe
de la consultora LCG da cuenta de esa peligrosa tendencia: "Luego de tres
meses de crecimiento, los depósitos a Plazo cayeron en términos reales (- 1,9%
mes contra mes real). Esta dinámica estuvo explicada por el comportamiento de
las colocaciones mayoristas, las cuales marcaron la mayor retracción del año,
cayendo un 1% intermensual real. Por su parte, las colocaciones minoristas
continuaron en el sendero contractivo por tercer mes consecutivo (- 4,1% m/m
real)".
En el caso de los depósitos en dólares, se nota una mínima
salida, que no luce demasiado
preocupante teniendo en cuenta el nivel de liquidez que tienen los bancos.
"Los depósitos
privados en dólares cayeron u$s256 millones en octubre (0,5% intermensual) que
se suman al recorte de u$s34 millones durante septiembre. Parece un reflejo
propio de los días previos a las elecciones empapado de una mayor incertidumbre
que, no obstante, habrá que seguir de cerca. En total, los depósitos
privados en dólares cerraron el mes en u$s16.100 millones, casi u$s200 millones
por encima del nivel de diciembre de 2020", afirma el reporte de LCG.
En este contexto
cada vez más complicado -no sólo por el deterioro de algunas variables sino
también por la desmejora de las expectativas-, Guzmán quiere acelerar el
acuerdo con el FMI lo más pronto posible, una vez que se abran las urnas, la
noche del domingo 14. Parece algo lógico.
De todas formas,
Guzmán sabe que -antes de firmar cualquier acuerdo- necesita de un consenso
interno en la coalición que, hasta este mismo momento, él supone que no
está.
El ministro, tal
como avisó en sus últimas reuniones con inversores en Nueva York, busca que el
acuerdo se rubrique no más allá de febrero.
De todas formas,
Guzmán sabe que -antes de firmar cualquier acuerdo- necesita de un consenso
interno en la coalición que, hasta este mismo momento, él supone que no está.
El ministro, tal como avisó en sus últimas reuniones con
inversores en Nueva York, busca que el acuerdo se rubrique no más allá de febrero.
Guzmán repite en
privado lo mismo que en público. "No habrá una devaluación", un salto
cambiario de una sola vez como sucedió en otros momentos, como en 2014 cuando
fue Axel Kicillof quien no tuvo más remedio que asimilar una suba del dólar del
20% para frenar la salida de reservas.
Guzmán sabe a la
perfección que ambos escenarios son incomparables; que por aquellos días, el
Banco Central tenía reservas que hoy ya no dispone, y que la inflación de ahor
-superior al 50% interanual- no puede soportar una devaluación abrupta sin que
impacte muy negativamente en el tejido social.
Por eso: el
diagnóstico sobre la complejidad de la realidad argentina puede ser compartido
a un lado y al otro de la grieta. Lo que se necesitará, a partir del próximo
lunes, son decisiones y también una gran gestión para llevar adelante las
medidas que se decidan. Y que sirvan para quebrar la actual tendencia negativa
sobre la marcha de la economía.
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