Por Juan Strasnoy
Peyre - En la recta final de cara a las elecciones legislativas del
próximo domingo, el Banco Central desenfunda toda su artillería para contener
las presiones cambiarias. Como era de esperarse, en las últimas jornadas la demanda de cobertura del mercado se disparó y se extendió
a todos los segmentos. En el gabinete económico descuentan que el pico
de las tensiones se mantendrá durante toda la semana, pero confían en el poder
de fuego oficial para evitar grandes sobresaltos y esperan un respiro después
de los comicios que dé aire para sostener la estrategia cambiaria mientras
continúa la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Mientras tanto,
la intervención se despliega en todas las plazas.
La búsqueda de
cobertura contra una eventual devaluación poselectoral, que el Gobierno
descarta, se aceleró en todos los campos. Pese a que operan a valores muy
elevados, el dólar contado con liquidación (CCL) “no
intervenido” avanzó hasta la zona de $215 y el blue se vende a $199, lo que
implica brechas de 115% y casi 100%, respectivamente, los niveles más altos del
año. También escaló la cobertura al tipo de cambio oficial: fueron records
tanto el flujo de inversiones hacia títulos dólar linked como el interés
abierto en futuros en el Rofex y en el MAE.
Un informe de BAVSA
señaló que los fondos comunes de inversión dólar linked (los que invierten
mayormente en activos indexados al tipo de cambio oficial) “acumulan desde el
1º de septiembre casi $80.000 millones en suscripciones netas, lo cual sirve
como un indicador de la firmeza de la demanda”. En ese marco, el bono dólar
linked soberano TV22, que vence en abril, pasó a
rendir a una tasa negativa de casi 15% en el mercado secundario ante la fuerte
demanda. Además, el interés abierto en los contratos de futuros creció con
fuerza en las últimas jornadas: sólo entre jueves y viernes aumentó u$s838
millones y las tasas implícitas en los contratos posteriores a marzo superaron
el 65%.
Más allá de la
situación macroeconómica en plena negociación con el FMI, en el Gabinete económico atribuyen el pico de tensión al contexto
electoral. Afirman que los fondos extranjeros que entraron a hacer la
bicicleta con el macrismo y aún poseen títulos en pesos pagan precios muy
elevados para salir vía CCL, al tiempo que aumentan las operaciones
especulativas de algunos importadores y exportadores en el mercado oficial.
Esperan que esta dinámica tienda a calmarse después del domingo, sea cual sea
el resultado de los comicios.
Intervención
Mientras tanto, el BCRA despliega su
artillería en todos los frentes. Por un lado, interviene en los dólares financieros negociados con
bonos ley local para contener la brecha. Un informe de la consultora 1816 destacó que el volumen operado con
AL30 contra MEP y contra pesos volvió a subir con fuerza y, en base a eso,
estima que la entidad que preside Miguel Pesce volcó a esta plaza más de u$s30
millones de las reservas por día en el cierre de la semana pasada para contener
su cotización. Ayer, tanto el MEP como el CCL “intervenidos” cerraron apenas
abajo de los $182.
De forma indirecta,
la intervención sobre las cotizaciones financieras “reguladas” es una manera de
intentar ponerle un techo al dólar blue. Es que al mantener más bajo el precio
del MEP “regulado” algunos operadores del mercado se vuelcan al llamado “puré”,
un rulo que consiste en comprar dólares a $182 en la Bolsa y venderlo en las
cuevas a alrededor de $196. Esto suma algo de oferta al billete en el canal
ilegal.
En el mercado
oficial, que atraviesa un momento de estacionalidad desfavorable tras el fin de
la cosecha gruesa, noviembre había comenzado con saldo negativo
para la intervención del Central. En parte debido a la flexibilización
del cepo al pago anticipado de importaciones de insumos que se implementó en
octubre, tuvo que vender unos u$s240 millones en las primeras cuatro ruedas.
Pero la medida dictada el jueves pasado, que limitó la posición global neta en
moneda extranjera de los bancos para desalentar movimientos especulativos
preelectorales, llevó algo de aire para las reservas: el viernes, por la
adecuación de las entidades a esa norma, el BCRA pudo comprar unos u$s210
millones y ayer terminó con saldo neutro.
Con todo, en la
autoridad monetaria remarcan que noviembre suele ser un mes vendedor por
factores estacionales y esperan para esta semana “una fuerte presión de los
importadores” sobre el tipo de cambio mayorista. Por eso, señalan que no es un
objetivo cerrar la semana con saldo comprador.
A eso se suma el
accionar en el mercado de futuros. Como adelantó Ámbito, en
octubre el BCRA aumentó su intervención en esa plaza mediante la venta de
contratos para moderar las expectativas de devaluación implícitas y cerró el
mes con una posición vendida cercana a los u$s3.500 millones. Un
número que prácticamente duplicó el nivel de septiembre pero que quedó lejos
del pico de octubre del año pasado (llegó a vender u$s8.400 millones en plena
corrida). Fuentes del mercado estiman, en base al incremento en el interés
abierto en el Rofex y en el MAE, que en el comienzo de noviembre la
participación del Central siguió en alza. Entre ambos mercados, puede vender
hasta u$s9.000 millones.
Elección y después
En el mercado,
advierten que esta política conduce a un drenaje de divisas que presiona sobre
las escasas reservas netas. Según el grupo de estudios GERES, estas cerraron
octubre en poco más de u$s4.500 millones sin incluir los DEG, que se utilizarán
en su mayoría para pagar el vencimiento de diciembre con el FMI. Otras
estimaciones privadas las ubican incluso por debajo. Por eso, muchos operadores
consideran que resulta insostenible la política de ancla cambiaria que
despliega el BCRA para intentar contribuir a una desaceleración de la inflación
mensual y buscan cobertura. Así, esperan una fuerte aceleración del ritmo de
depreciación después de las elecciones o incluso un salto devaluatorio.
En el gabinete
económico descartan ese escenario, como reafirmó días atrás Martín Guzmán. La certeza en los despachos oficiales
es que una devaluación afectaría la recuperación de la actividad, dispararía
aún más la inflación y agudizaría la crisis social por el impacto en el poder
adquisitivo. El Gobierno confía en el poder de fuego del Central para contener
el pico de presión electoral y espera que después del domingo reaparezca poco a
poco la oferta de divisas y afloje la demanda especulativa.
La perspectiva
oficial es que diciembre, como es habitual, sea un mes algo más calmo para el
dólar. Estacionalmente, comienza a ingresar la liquidación de la cosecha de
trigo (que esta temporada aportaría unos u$s3.800 millones, según la Bolsa de
Comercio de Rosario) y crece la demanda de pesos por parte de las empresas y
las personas para cubrir los gastos de fin de año (aguinaldo, vacaciones,
fiestas, etcétera).
En
definitiva, en los distintos despachos económicos oficiales sostienen que la
estrategia cambiaria se sostendrá y que no hay ningún volantazo previsto.
Mientras, continúan las negociaciones con el Fondo para el nuevo programa que
reemplace el multimillonario Stand By que firmó Mauricio Macri y cuyos
vencimientos (unos u$s19.142 millones sólo en 2022) hoy son el principal cuello
de botella del frente externo. Ya sin DEGs, el compromiso de marzo por u$s2.873
millones ya resultará inafrontable.
Sin embargo, las
proyecciones del tipo de cambio y la política cambiaria son parte de la
negociación con el FMI, como reconoció ayer el representante del Cono Sur en el
directorio del organismo, Sergio Chodos, en la radio El Destape. Aunque, como ya
contó Ámbito, en el Gobierno aseguran que no está sobre la mesa una aceleración
en el ritmo de devaluación ni una eliminación del cepo hasta dentro de varios
años.
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