Por Jorge Herrera
- La posición de reservas líquidas del Banco Central cruje.
A nadie sorprende era lo esperable. El
consenso estimaba que el BCRA llegaba arrastrándose, pero llegaba al viernes 12
sin ningún estallido cambiario.
Luego, Dios dirá.
Lo cierto es que
hoy en el mercado nadie, por ahora, cuestiona de “quién” son los dólares que viene usando el BCRA para intervenir en los mercados. Si total
en otro momento de la historia reciente también la entonces conducción del ente
monetario tuvo, por ejemplo, que recurrir a los encajes de los argendólares
para llegar a la otra orilla.
Hoy puede estar
pasando algo similar, e incluso algunos ya se preguntan si no sería momento de
hacer alguna operación parecida a la que hizo en su oportunidad Federico
Sturzenegger con la posición de oro que viene de la época de Néstor Kirchner y
Alfonso Prat Gay, unas 66 toneladas. Por lo menos para ir campeando el temporal
hasta que se despeje el horizonte con miras al verano.
Por eso a comienzos
del mes pasado el espíritu de supervivencia del jefe del BCRA, Miguel Pesce, lo
hizo apretar aún más el cepo, sobre todo para las importaciones.
Vale recordar que
en las jornadas previas (desde el 29 de setiembre al 5 de octubre) el BCRA se
vio obligado a vender u$s483 millones de las reservas. Luego con la intensificación del cepo, vino
un oasis de unas cuantas jornadas que le permitió volver a comprar reservas, lo
hizo por u$s715 millones entre el 6 y el 19 de octubre. Ahí comenzó a agotarse
el elixir de las nuevas restricciones y entre el 20 y 27 de octubre apenas
compró u$s53 millones, incluso en la última apenas un millón.
A partir de ahí
volvió a vender. Entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre, último dato
oficial, el BCRA vendió u$s406 millones. El stock de reservas brutas retornó a
niveles de u$s42.700 millones despertando la inquietud por el nivel de las
reservas líquidas, o sea, restándole el swap con China, los encajes de los
argendólares, los DEG y el oro.
Preelectoral
El proceso de
dolarización preelectoral, con cepo y demás restricciones cambiarias sigue bien
al dente no solo como lo reflejan los termómetros de los dólares alternativos e
informales (CCL, MEP y Blue) sino a través de los diferentes goteos como el del
canal del atesoramiento o “salida” de capitales como lo califican en la jerga
del mercado.
Trampita
El último Balance Cambiario del BCRA mostró que en setiembre volvió a
saltar, dentro de las magnitudes esperables dado el imperio del cepo, la
demanda de divisas para atesoramiento.
Fueron en total
u$s118 millones, de los cuales u$s113 millones corresponden a compra neta de
billetes por parte del sector privado no financiero y u$s5 millones de otras
inversiones de residentes en el exterior.
El nivel de
atesoramiento de setiembre implicó un incremento del 43% respecto del mes
anterior (y del 22% en las compras de billetes). De esta manera en lo que va
del año, en tres trimestres, el atesoramiento suma u$s126 millones.
Pero está la
“trampita” estadística de que en realidad la compra de billetes para atesorar
suma en dichos trimestres u$s486 millones que fue compensada por la
repatriación de inversiones de residentes en el exterior por u$s364 millones,
sobre todo en marzo con casi u$s210 millones.
Claro que todas
estas magnitudes no le llegan a los talones a los guarismos del año pasado,
cuando el atesoramiento sumaba en igual período u$s2.831 millones (u$s2.970
millones correspondieron a compra neta de billetes). Hoy las reservas no
hubieran llegado hasta acá.
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