Por Carlos
Burgueño - El Gobierno se prepara para lo que será el último gran
evento financiero del año, en cuando a
la relación con los inversores internacionales con el mercado de capitales
argentinos. El próximo 30 de noviembre, ya con los resultados de las
Legislativas sobre la mesa, se ejecutará el vencimiento del Bono del Tesoro
Nacional Vinculado al Dólar Estadounidense (BOTE 2021, T2V1) emitido
originalmente el 8 de octubre de 2020 por unos u$s1.700 millones en moneda
local ligados a la evolución del dólar (dólar linked); que tiene al fondo PIMCO (Pacific Investment Managment
Co.) como principal accionista.
El título se lanzó
el año pasado cumpliendo el “pacto de Caballeros” entre Martín Guzmán y muchos
de los tenedores de deuda local en
pesos lanzada durante el macrismo, con el objetivo de evitar una salida masiva
de pesos del mercado de capitales y su posterior e inevitable huida hacia el
dólar. En aquellos tiempos el ministro de Economía negoció con varios de los
fondos la alternativa de postergar durante un tiempo la salida, con la emisión
de deuda que les garantizara que no perderían capital y que tendrían incluso
alguna ganancia extra al seguir apostando por Argentina. Y pese a que su
experiencia local les generó grandes pérdidas. A diferencia de sus primos
hermanos de Templeton, que sólo buscan el momento para salir definitivamente de
la Argentina. Al menos hasta nuevos tiempos más calmos y “mercado friendly”;
PIMCO siempre les dio la señal a los funcionarios argentinos que tendrían la
posibilidad de permanecer en el mercado local, siempre que la oferta que se les
haga sea razonable y rentable.
En estos días, las
partes están en relación semipermanente; buscando comprensión desde los
inversores y que la salida de semejante cantidad de pesos no provoque un
tembladeral financiero (y cambiario) en tiempos en los que seguramente aún se
estará tratando de interpretar dentro del oficialismo el resultado de las
elecciones del 14 de noviembre. La hipótesis de máxima es lograr convencer a
que PIMCO se quede al menos con parte de nuevas
colocaciones que concrete el gobierno, y no ejecute sin más el “Pacto de
Caballeros”, licuando más las reservas en momentos donde será una de las
variables que más se estarán siguiendo día a día. PIMCO ya había “negociado”
con el gobierno la salida del Bono de Política Monetaria (BoPoMo), una
invención elaborada y lanzada al mercado argentino el 21 de junio de 2017
por Luis “Toto” Caputo, en el tiempo en el que trabajaba como
ministro de Finanzas del gobierno de Mauricio Macri.
El total de aquella
emisión había llegado a los $118.523.433.743, y pagaba un cupón a partir del
nivel de tasas de interés de las entonces célebres y festejadas Letras de
Liquidez del Banco Central, con pagos trimestrales los 21 de marzo, junio,
septiembre y diciembre de cada año, y representaba un ensayo sobre el mecanismo
que el entonces “Messi” local intentara como escape financiero para absorber en
aquellos tiempos la mayor cantidad de pesos posibles del mercado local. PIMCO
detentaba en aquellos tiempos algo más del 60% de esas colocaciones en pesos,
operación que le costó fortunas ante las consecuentes devaluaciones de la
moneda local desde aquel año hasta estos días. Y como se sabe, no hay nada peor
para un fondo de inversión, que perder plata.
Así, el fondo se
convirtió en un gran tenedor de deuda soberana del país en los últimos años. Si
bien tenía operaciones anteriores, la profundización de sus operaciones llegó
por el conocimiento directo y la confianza que la casa de inversiones le tenía
a Caputo desde sus días de operador VIP del mercado financiero mundial,
especializado en deuda latinoamericana. Se trata de una firma de inversión
fundada en Newport Beach, California, en 1971 por William Gross (que aún la
dirige) y por Mohamed A. El-Erian. En 2000 fue adquirida por Allianz, y desde
ese momento opera bajo su ala, pero como fondo independiente.
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