Por Natalia
Donato - Hace poco menos de
un mes, en un almuerzo con importantes dueños de empresas, el presidente
Alberto Fernández dio un mensaje tranquilizador para el mundo privado respecto
de la voluntad de acordar con el FMI para reestructurar los USD 44.000
millones. Les habló del primer trimestre del 2022 y remarcó que el diálogo con
el organismo se estaba dando de forma constructiva para intentar obtener “el
mejor acuerdo posible”. Se refirió así al reclamo por las sobretasas y a los
mayores plazos que requiere la Argentina para poder cumplir con el pago de esa deuda.
Pero en las últimas
semanas el discurso oficial se endureció. Eso incluyó hasta al ministro de
Economía, Martín Guzmán, quien cultivaba el perfil bajo y la cautela en medio
de la negociación, hasta que fue impulsado a jugar políticamente fuerte, en la
antesala de lo que sería la cumbre del G20, en Roma, donde hubo
reuniones técnicas con funcionarios del FMI, y en plena campaña electoral. “Acabar con la dependencia del FMI
es un acto de soberanía”; o “La deuda se va a pagar, pero no a cualquier
precio”, fueron dos de sus recientes frases públicas.
“El mensaje tranquilizador que nos dio el
Presidente hace un mes atrás se atenuó. No es exactamente el mismo. Uno percibe
una posición más radicalizada. Creo que este tema del FMI puede convertirse en
una bandera política importante”, manifestó a Infobae el dueño de
Aluar, Javier Madanes Quintanilla, uno de los empresarios que almorzó con
el Presidente el pasado 12 de octubre.
Este endurecimiento
del discurso contra el Fondo y su “responsabilidad” en el acuerdo firmado con
el gobierno de Mauricio Macri hacen dudar a algunos empresarios no sólo sobre
la viabilidad del acuerdo, sino fundamentalmente sobre los tiempos. Ya
nadie cree que pueda concretarse a fin de año, pero hay quienes temen que se
postergue más allá de marzo. Podría suceder, negociación con el FMI mediante (waiver),
pero los costos serían altos, no sólo en términos de la carga de intereses que
conllevaría, sino también en cuanto a la mayor incertidumbre que podría
generar.
De todos modos, la
mayoría del arco empresario está convencido de que la mayor dureza que se
plantea públicamente desde el oficialismo tiene que ver, en primer lugar, con
el calendario electoral, pero también con una posición de negociación para
lograr los objetivos que se plantean en términos de plazos -se busca extender
los pagos más allá de 10 años- y sobretasas -el reclamo es eliminarlas o
reducirlas-, y que finalmente, sobre el final, habrá acuerdo.
No imaginan un
escenario de default con el FMI, ya que no le serviría a ninguna de las dos
partes, pero sí insisten en que el acuerdo se está demorando más de la cuenta.
El país debe afrontar un pago en diciembre de USD 1.800 millones, que podría
hacer con parte de los DEG que recibió en septiembre, pero en marzo los
vencimientos ascienden a USD 4.000 millones y las reservas escasean.
El ministro de
Economía, Martín Guzmán, en una cena con la titular del FMI, Kristalina
Georgieva, durante la Cumbre del G20 en Roma
La cumbre del G20
en Roma no sólo le sirvió al Gobierno para insistir, con el acompañamiento de
los países del grupo, en el reclamo de las sobretasas, sino que también fue
útil para avanzar con las reuniones políticas y técnicas entre las partes. De
hecho, hubo encuentros del Presidente y de Guzmán con la directora gerente del
FMI, Kristalina Georgieva, y también hubo espacio para encuentros
técnicos. Tanto es así que el equipo económico estuvo reunido
con la directora interina del Hemisferio Occidental, Julie Kozack, y el jefe de
la misión argentina, Luis Cubeddu, durante todo el día para avanzar en la
negociación.
“La lógica indica
que tiene que haber acuerdo. La Argentina necesita financiación y, sin acuerdo,
no lo va a tener. Vamos a seguir colgados del mapa.
Lamentablemente, siempre tenemos eso de dilatar las negociaciones y
después se llega al arreglo, pero eso tiene sus costos. Postergar la
negociación genera incertidumbre”, sostuvo el empresario Martín Cabrales.
“La Argentina tiene que llegar a un acuerdo con el Fondo. No se puede dar el
lujo de no hacerlo por muchas cuestiones que tienen que ver con la certidumbre,
el impacto en las inversiones y en la macroeconomía. Cómo será ese acuerdo es
parte de lo que se está negociando”, consideró el presidente de la Cámara
Argentina de la Construcción (Camarco), Iván Szczech.
Coincidió con esta
visión el dueño de un importante laboratorio, quien planteó que no tiene dudas
de que se acordará con el FMI, pero remarcó: “Cuanto más tarde, peor. Estirar
la negociación no nos trae beneficios. Los daños colaterales en materia de
incertidumbre, de no saber si se paga o no se paga, si nos vamos a hundir o no,
son grandes. Si bien creo que no hay que acceder a todo lo que pide el organismo
y demostrar firmeza, hay que hacerlo lo más rápido posible para ir cerrando
frentes”, manifestó el industrial.
“Mi impresión personal, y espero no
equivocarme, es que este endurecimiento tiene que ver con las elecciones del 14
y es sólo para destinatarios internos. Por lo que sabemos, el mensaje afuera es
que hay vocación de arreglar. No hacerlo no les conviene a ninguna de las dos
partes. Pero van a tener que presentar un plan con ajustes que obviamente
no quieren anunciar antes de las elecciones”, remarcó otro empresario del
sector de salud. Para el dirigente, “las consecuencias de no hacerlo implicaría
un default con el prestamista de última instancia y, como consecuencia, también
con el Club de Paris. Y ello afectaría el poco crédito que hay para el sector privado
y la financiación comercial de las importaciones”.
También desde
la Asociación Empresaria Argentina (AEA) consideraron de vital
importancia avanzar lo antes posible con el acuerdo “para darle estabilidad a
la economía”. En cuanto a las reformas que el organismo exigirá al país para
avanzar en el pacto de facilidades extendidas, hay plena coincidencia en
el establishment de que el país deberá instrumentar las
políticas que contribuyan a lograr los objetivos planteados en el
acuerdo. “Las reformas que deben realizarse dependen de la voluntad y el
liderazgo político”, precisó Cabrales.
Hay quienes
sostienen, en coincidencia con el planteo realizado la semana pasada por el ex titular del Departamento del
Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, que el acuerdo se firmará, pero que
luego la Argentina no hará las reformas que debe hacer para lograr mejorar sus
cuentas y que garantizarían el repago de esa deuda que hoy se busca
reprogramar.
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