Por Julián
Guarino - (Enviado especial a Glasgow).- La ley de causa y
efecto se basa en idea sencilla: toda
acción provoca una reacción, una consecuencia o un resultado. Cuando sucede A
(causa) como consecuencia sucede B (efecto).
Tras el comunicado
del G20 conocido el último domingo donde se recomendó al FMI, entre otras cosas, el
análisis de la política de sobrecargos, pero, sobre todo, la creación de un
fondo para asistir a los países más vulnerables (entre los cuales podría
clasificar la Argentina), el Gobierno enhebró nuevos bríos en su
intensidad negociadora a partir de cierta distención detectada en la cúpula
negociadora del organismo, que también pareció interesado en retomar el
diálogo.
El dato más
importante (pero también hay otros que no se quedan atrás) es que tanto el presidente Alberto Fernández como Martín Guzmán han
reunido nuevamente todas sus propuestas y, según pudo saber Ámbito de una alta
fuente del gobierno argentino, esas iniciativas parecen haber ganado, en las
últimas horas, cierto peso relativo en el marco de la discusión.
Para ser
precisos, en el Gobierno ven que el comunicado del G20 podría haber
erosionado la obstinación de la burocracia del organismo de crédito para con la
Argentina y parte de ese cambio cualitativo podría haberse comenzado a notar
ayer. Eso explicaría el largo tiempo de negociación en la jornada
de ayer en Roma, es decir, tantas instancias con el objetivo de avanzar en el
acuerdo.
Ayer, tras
participar de la cumbre del COP26 en Glasgow, Escocia, el presidente habló con
el ministro Guzmán que, aún en Roma hasta hoy, conversó por teléfono. El
titular de la cartera de Economía cerró una jornada de negociación con Julie Kozack, la subdirectora para el hemisferio occidental
y compartió con el mandatario su satisfacción por la intensidad del trabajo
conjunto.
Como anticipó Ámbito durante la tarde de ayer, fueron casi 11 horas
seguidas de las que también participaron el secretario de Asuntos Estratégicos
Gustavo Beliz, y, por zoom, el jefe de la misión para la Argentina, Luis
Cubeddu y el director por el Cono Sur ante el FMI, Sergio Chodos. Cada uno tuvo
su segmento técnico a lo largo del día e intervino en diferentes
conversaciones.
Si bien la
naturaleza del encuentro fue técnico, la participación de Beliz le dio un marco
distinto, político.
El visto bueno de Georgieva
Al margen de los
nuevos bríos que podría tomar la larga conversación entre la Argentina y el
organismo, parte de la dinámica que tuvo lugar ayer, pudo incorporar
sorpresivamente en la mesa de trabajo varios puntos que se conversaron hace
tiempo entre las partes pero que, quizás, no habían sido tomados en cuenta por
el Fondo para modelar el nuevo acuerdo o, al menos, para extender la
negociación el tiempo que sea necesario.
El Gobierno piensa
que debe demostrar, primero que todo, que no quiere entrar en default. Para eso
lleva pagados en el año u$s 2.470 millones al organismo y ayer realizó un nuevo
pago. Quedan para las próximas semanas u$s 1900 millones más.
“Si quisiéramos
entrar en default no pagaríamos todo lo que venimos pagando”, dijo una fuente.
Sin embargo, no hay seguridad en el Gobierno que Kristalina Georgieva quiera
aflojar del todo la dureza de su posición, por lo que según pudo saber este
medio, también se baraja como posibilidad final para no caer en default (hasta
que pueda avanzar la negociación) el otorgamiento de un waiver o “dispensa” por
el no cumplimiento del pago que vencería en marzo, lo que descomprime no sólo
el apuro del Gobierno, sino también del propio FMI.
De la misma forma
podría operar un acuerdo standstill, un pacto entre deudor y acreedor en la que
el deudor se obliga a no presentarse en default y los acreedores se obligan a
no emprender acciones o requerir de pagos al deudor, hasta la finalización del
proceso de negociación y reestructuración.
Hay que recordar
que los países que integran el G20 también le solicitaron al FMI el último
domingo que establezca un nuevo Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad para
“proporcionar financiación asequible” a largo plazo a los países de ingresos
medios y bajos. Según pudo saber Ámbito, el gobierno ha avanzado y ya obtuvo el
visto bueno de Georgieva para que, de prosperar un nuevo acuerdo Extended Fund
Facility a 10 años, éste incorpore una cláusula que le permita al país, cuando
exista la oportunidad, cambiar de línea de crédito, a una con menores costos y
más plazo, como la de “resiliencia”. A esta cláusula se lo denomina
“pari-passu”, y la novedad es que la Argentina podría beneficiarse.
Hasta ahora,
Argentina buscó a lo largo de las negociaciones con el Fondo alcanzar un
programa de Facilidades Extendidas, es decir un repago del crédito a 10 años de
plazo y con condicionalidades referidas a reformas estructurales. Tras el
pedido del G20 para la creación del nuevo andamiaje, las posibilidades para
seguir negociando un mejor acuerdo crecen. También, la chance de tomarse más
tiempo sin caer en default.
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